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Matt Damon es un carismático político a punto de ser elegido senador cuando conoce a una preciosa bailarina. :: SUR
Amor contra destino
CRÍTICA DE CINE

Amor contra destino

Matt Damon y Emily Blunt protagonizan con magnetismo una historia de amor imposible y loco salido de un cuento del visionario escritor Philip K. Dick, en una película de corte mainstream que navega entre varios géneros de un modo irregular, pero que alcanza su simple propósito del entretenimiento

MIGUEL A. OESTE

Viernes, 11 de marzo 2011, 02:46

El cine ha adaptado con desigual fortuna la potente imaginación y obsesiones de Philip K. Dick. Aunque, eso sí, en todas esas adaptaciones siempre hay una idea, algún momento reseñable, que suele emerger del texto del enfebrecido escritor. Incluso de excusables filmes como 'Paycheck' (John Woo, 2003) o 'Next' (LeeTamahori, 2007). Sin duda alguna, 'Blade Runner' (Ridley Scott, 1982) se sale de cualquier comparación, pues continúa siendo la mejor de las adaptaciones cinematográficas de una historia de Dick. 'Destino oculto', inspirada libremente en su cuento 'Equipo de ajuste', apenas parece una de esas deformaciones conceptuales de la realidad que para el escritor significaba la ciencia ficción. O, simplemente, lo es tras ser tamizada por el sentido de espectáculo hollywoodiense. El debut en la dirección de George Nolfi (conocido por sus guiones de la saga Bourne) mantiene el pulso durante cuarenta o cincuenta minutos. Además nunca se le puede negar su vocación de entretener a pesar de su ligereza y su funcionalidad. Sin embargo, de un modo gradual, la trama empieza a descender en una carrera romántica contra un destino escrito por una corporación que semejan funcionarios rutinarios que quiebra en su desenlace.

Ahora bien, el problema no está en la pareja de protagonistas encarnada por Matt Damon y Emily Blunt, pues ambos derrochan hechizo y subyugan cada vez que sus rostros estallan en la pantalla. De hecho, desde su primer encuentro en el baño de hombres (cuando él, un político que acaba de llevarse un descalabro electoral, y ella, una bailarina que se esconde de unos vigilantes tras colarse en una boda), tanto Damon como Blunt desprenden sensualidad, química, espontaneidad, vigor, atrapan la atención, arrastran la historia entre diálogos y réplicas inspiradas, en la que la puesta en escena es funcional, pero efectiva, como también sucede en su segundo encuentro en el autobús.

Por tanto, el problema del filme se manifiesta en la repetida fórmula de la peripecia, donde los desgarros o alteraciones de la realidad pasada por el filtro de la ciencia ficción, el amor loco, la imposibilidad del libre albedrío no sólo se simplifican, sino que se resuelven por una vía inoperante. Por ello, 'Destino oculto' es una amable reducción del pesimismo dickiano, donde el cariz filosófico y las complejidades humanas quedan rebajadas a la mínima expresión, a favor de una historia romántica con un final desacertado, pese a que en todo momento el filme se deja ver.

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