
Sábado, 19 de enero 2019, 00:33
«En domingo, a última hora del día, llegó a Marbella, después de haber pasado por Málaga, el actor norteamericano James Stewart, quien se ha hospedado durante su estancia en nuestra Costa, en el Marbella Club Hotel». Este fragmento periodístico publicado en SUR en 1959, junto a una foto de la estrella hollywoodense y su amigo el príncipe Alfonso de Hohenlohe, se hace eco, como otras tantas publicaciones de la época, de las vacaciones de la estrella cinematográfica en España de las que se cumplirán el próximo noviembre 60 años. La visita del protagonista de 'La ventana indiscreta' (1954) no fue nada discreta. Por saber, se sabe hasta que viajó con su propia escopeta. No en vano había sido invitado por el príncipe Alfonso, amigo y socio del actor en varios negocios en América, a participar en una cacería en su honor en la suntuosa finca que el aristócrata poseía cerca de El Escorial. El objetivo a batir: las perdices.
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Las crónicas periodísticas dejan constancia de su paso, en este orden, por Madrid, Málaga y Marbella durante unas vacaciones que duraron un par de semanas, junto a su primera y única mujer, la modelo y actriz Gloria Hatrick, y otra pareja, un matrimonio de petroleros. El protagonista de títulos inolvidables como 'La soga' (1948), 'El hombre que sabía demasiado' (1956) o 'Vértigo' (1958), satisfizo de buen grado la curiosidad de los reporteros, concediendo múltiples entrevistas y saciando el natural interés de la prensa por el primer viaje a España del ya oscarizado Stewart, que había empuñado la estatuilla por 'Historias de Filadelfia' (1940). «Los periodistas de Madrid han dicho de él que merece el premio de la simpatía», recogía en su crónica N. González Viana en el reportaje que hizo al actor en las instalaciones de Marbella Club y que publicó este periódico el 17 de noviembre de 1959.
En él, el propio Stewart reconoce que quedó «gratamente sorprendido» por las colas que había visto a las puertas de los cines de Málaga. Tanto, que según afirmó, le dio ganas de bajarse del coche y «aplaudirle al público».
Las colas a las puertas de los cines no fue lo único que sorprendió a Stewart durante la visita flash que le organizó el noble a la capital, cuyo hotel, inaugurado en el verano de 1953, le sirvió de hospedaje en su estancia andaluza. «Me gustó mucho el parque y la Alameda de Málaga; pero lo que más me atrajo fue la puesta de sol bajando la Cuesta de la Reina. Me detuve allí mismo a tomar varias fotografías», dijo en la entrevista publicada en SUR, en la que el príncipe Alfonso sirvió de intérprete ante el escaso manejo del inglés que tenía el reportero; circunstancia por la que se disculpó ante la estrella de cine, que de forma cortés lanzó un guante a su interlocutor. «Yo sólo hablo inglés y no siento complejo ninguno», aseguró Stewart.
La entrevista se realizó por la tarde, después de que el actor se hiciera 15 agujeros en un mini golf que había instalado el príncipe, hombre muy bien conectado con personalidades internacionales y artífice de la gran eclosión turística que vivió la Costa del Sol en los años cincuenta y sesenta.
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La relación del aristócrata y el famoso artista de Hollywood no sólo se asentaba en la amistad fraguada en California, cuando el príncipe estudiaba allí Ingeniería Agrónoma, sino también en los negocios, ya que eran socios en la representación de los coches Fiat y otros de petróleo.
El aristócrata fue el anfitrión del artista durante todo el viaje por tierras españolas. Visita en la que además fue recibido en calidad de militar por el caudillo Franco, en el Palacio de El Pardo. La memoria viva de aquel momento, el conde Rudi, primo del aristócrata, saca a relucir que, precisamente, dicha condición militar, fue la que permitió que Stewart pudiera poner los pies en el Ritz, ya que el lujoso hotel madrileño no permitía por entonces el hospedaje de artistas. El conde Rudi cuenta que la intervención del príncipe y el carné de alto mando militar del actor le abrieron finalmente las puertas del establecimiento. El artista fue piloto de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial donde participó en un total de 20 misiones de combate. El año de la visita que nos ocupa, 1959, el presidente Eisenhower le nombró general de brigada y se convirtió en el actor que más alto subió en el escalafón militar.
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Stewart llegó a Marbella junto a Hohenlohe a bordo de un Ferrari conducido por el príncipe, en una comitiva integrada por otros tres coches más. Entre el equipaje, la escopeta de Stewart en una funda de cuero con la que, según el propio testimonio del artista, abatió 162 perdices.
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