
Los abuelos de la cárcel
Tres de cada cien reclusos ya han cumplido los 60 años y hay un centenar que supera los 75. El octogenario expresidente del Barça José Luis Núñez, condenado a 2 años, tiene de plazo hasta el sábado para entrar en prisión
borja olaizola
Jueves, 13 de noviembre 2014, 11:15
Tan extendida está la creencia de que a partir de cierta edad nadie entra en la cárcel que hay quien delinque convencido de que nunca llegará a pisarla. «Recuerdo la sorpresa que se llevó un hombre de 73 años condenado por matar a otro cuando le encarcelaron; estaba tan seguro de que su edad y el cáncer que padecía le iban a librar de la prisión que eso le llevó a tomar la decisión de atropellar con su todoterreno a su principal enemigo», relata el abogado pamplonés Ángel Ruiz de Erenchun, con más de medio siglo de profesión a sus espaldas. El condenado por aquel crimen, continúa el letrado, pasó un año entre rejas, hasta que los síntomas de su enfermedad se hicieron tan evidentes que los jueces de vigilancia penitenciaria le concedieron la libertad para que fuese a morir a un hospital.
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Las estadísticas se encargan de demostrar que la leyenda de que la tercera edad no va a prisión es falsa. De los 64.437 internos que había el pasado septiembre en las cárceles españolas, 2.278 tenían más de 60 años y cerca del 90% eran hombres. La cifra eleva el porcentaje de presos mayores al 3,5% cuando en 1985 no representaban ni el 1%. La población penitenciaria española, como se ve, no es ajena al proceso de envejecimiento que experimenta el resto de la sociedad. Un informe de Acaip, el sindicato de los funcionarios de prisiones, constata que la edad media de los reclusos ha crecido de forma sustancial. «Si hace una década el grupo de edad mayoritario era el que iba de los 21 a los 30 años, ahora es el de los que tienen entre 41 y 60», observaba el estudio.
El vértice superior de la pirámide demográfica de los penales también ha engordado. El pasado verano se contabilizaban 113 internos mayores de 75 años, según una respuesta del Gobierno a una interpelación parlamentaria de Izquierda Unida. Una extrapolación de los últimos datos facilitados por Instituciones Penitenciarias indica que unos 50 de ellos rebasarían la barrera de los 80 años. Son homicidas, agresores sexuales, maltratadores, estafadores reincidentes, traficantes de droga... «Ser anciano no es ningún atenuante para entrar en prisión», insiste el abogado Javier Recondo. La prueba es la orden de encarcelamiento cursada el pasado día 5 por la Audiencia de Barcelona contra el constructor y expresidente del Barça José Luis Núñez, que en septiembre cumplió 83. El auto, que desestimaba el último recurso del empresario para eludir la cárcel, daba un plazo de diez días para su ingreso en prisión. Vence este sábado.
Veteranos e ilustres
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Los dos años entre rejas del ex de la CEOE
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Gerardo Díaz Ferrán, expresidente de la patronal española, lleva ya dos años en prisión preventiva por los delitos de alzamiento de bienes, blanqueo de capitales e insolvencia punible. A la espera del juicio, en breve tendrá un encuentro con el juez para estudiar si se prorroga su estancia entre rejas. Díaz Ferrán, que cumplirá el próximo mes 72 años, se enfrentará a una petición fiscal de 15 años de condena.
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El juez que acabó en el calabozo
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Otra figura conocida que descubrió la prisión siendo ya septuagenario fue el juez Luis Pascual Estevill, antiguo vocal del CGPJ, que en 2005 fue condenado a nueve años por cohecho, extorsión y prevaricación. En 2009 la Generalitat catalana le concedió el tercer grado. Tenía entonces 75 años.
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Núñez, a las puertas de la cárcel
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José Luis Núñez, el constructor que fue presidente del Barça, tiene de plazo hasta el sábado para ingresar en prisión. Si finalmente es encarcelado para cumplir los dos años y dos meses a los que fue condenado por el caso Hacienda, será uno de los reclusos de más edad (83 años) de las cárceles españolas.
Núñez deberá cumplir pena por su implicación en la trama del caso Hacienda, uno de los mayores casos de corrupción de la década de los noventa. Directivos e inspectores de la delegación catalana de la Agencia Tributaria fueron sobornados por varias empresas para ahorrarse el pago de un buen número de impuestos. Los funcionarios se embolsaron unos 5 millones de euros y las compañías dejaron de pagar al fisco 36. El escándalo puso fin a la carrera política del exministro socialista Josep Borrell, que había sido responsable del nombramiento de dos de los inspectores cuando era secretario de Estado de Hacienda. La condena inicial contra el expresidente del Barça era de seis años, pero el Supremo la rebajó a dos años y dos meses alegando dilaciones indebidas en la causa judicial.
Las tentativas de los abogados de Núñez de frenar su ingreso en la cárcel han topado de bruces con la firmeza de la Audiencia, que con su resolución del pasado día 5 puso al empresario a las puertas de chirona. Razonaba que «no ha dado la menor muestra de arrepentimiento», considerando que las probabilidades de que el indulto que solicitó salgan adelante «son prácticamente nulas». Ni su avanzada edad ni su posible mal estado de salud son, en opinión del órgano judicial, argumentos suficientes para eludir la pena, aunque admite que la decisión última corresponde a Instituciones Penitenciarias.
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Abusos sexuales
Puede que la edad, en efecto, no sea un eximente para entrar en prisión, pero sí facilita salir de ella. Tanto el Código Penal como el Reglamento Penitenciario contemplan que los internos con más de 70 años pueden acceder a la libertad condicional sin haber cumplido tres cuartas partes de la pena, un requisito indispensable para el resto de los reclusos. Para acceder a ella tienen que haber sido antes clasificados en tercer grado penitenciario (solo regresan a dormir). Eduardo Mata, juez de Vigilancia Penitenciaria, precisa que la concesión de la libertad condicional no es ni mucho menos automática para los más mayores. «Hay que sopesar otros muchos factores, el primero de ellos la previsión de su capacidad delictiva en el exterior. No es lo mismo un recluso que permanece en la cárcel por una estafa que perpetró hace ya unos años que otro que ingresa por un desfalco que acaba de cometer; se supone que el segundo tiene más probabilidades de volver a delinquir que el primero».
Los casos de abusos sexuales, prosigue el juez, requieren un seguimiento especial para impedir que los internos vuelvan a las andadas. «Se mira si el abuso por el que fue encarcelado es o no reciente, se estudia su comportamiento y su control de la impulsividad.... El hecho de que haya superado los 70 años no garantiza que al salir a la calle no vaya a reincidir».
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Entre la población penitenciaria, los más veteranos suelen estar bien vistos y por lo general se les respeta debido a su experiencia. En la prisión donostiarra de Martutene, por ejemplo, hay un octogenario que es conocido como El Ministro al que muchos de sus compañeros suelen recurrir para que les asesore en asuntos penitenciarios dada su dilatada trayectoria entre rejas. Entre los más mayores suelen vivir en la enfermería, donde el trato con los funcionarios es más amable hay además internos que llevan tantos años sujetos a las rutinas carcelarias que son incapaces de rehacer una vida lejos del talego.
El abogado Ruiz de Erenchun aún recuerda cuando le tocó defender por el turno de oficio a un reincidente mayor de 70 años que había perpetrado un atraco a una joyería de Pamplona: «El juez le preguntó a ver por qué no se había confesado culpable en el juicio y él le respondió mirándome: Porque, si lo hubiese hecho, mi abogado habría dicho que estoy loco, usted le habría creído y a mí me habrían mandado al manicomio. Y yo no quiero ir al manicomio, quiero ir a la cárcel». El hombre, añade el letrado, terminó sus días en un centro penitenciario de Almería reservado en aqulla época a los internos más veteranos.
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El rosario de escándalos de los últimos años va a incrementar a buen seguro la nómina de reclusos septuagenarios. Algunos ilustres, como el expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán, que el mes que viene cumplirá 72 en Soto del Real, permanecen ya en prisión preventiva a la espera de que se celebre el juicio por blanqueo de dinero y dejar sin patrimonio al Grupo Marsans. Al paso que vamos, la corrupción acabará por llenar aún más las cárceles españolas, peinen o no peinen canas.
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