El periodista Sergio Morante en la retrasmisión del sorteo de la lotería.

Sergio Morante: «Es una estafa que un personaje público con una vida LGTBI se esfuerce en hablar falsamente de sus relaciones sentimentales»

El periodista almeriense se ha convertido en un referente gracias a su naturalidad en pantalla y su defensa de los derechos de estas personas

Víctor Rojas

Jueves, 17 de agosto 2023, 23:21

Sergio Morante lleva años entrando en la casa de los andaluces gracias a su labor como periodista en Canal Sur. El profesional se encuentra inmerso en el podcast 'Somos unos antiguos' y vislumbran nuevos proyectos televisivos de los que todavía no puede hablar. En una entrevista con Six, Morante cuenta cómo ha ayudado, sin saberlo, a otras personas del colectivo LGTBI gracias a su naturalidad en programas como Contraportada.

Publicidad

—Primero agradecerle que esté haciendo una interrupción en sus vacaciones para atendernos. ¿Tiene ganas de volver al trabajo? 

—No pasa nada –ríe–. Tengo ganas de volver porque hay proyectos nuevos, pero todavía no salen a la luz. Estoy muy ilusionado con esta temporada porque hay muchas cositas nuevas. Tengo ganas en ese aspecto. Por lo demás, no. Como todo el mundo, quiero aprovechar las vacaciones al máximo y hacer todo lo que se pueda. Pero hay que trabajar, hay que pagar la hipoteca, así que no queda más remedio.

—Estos nuevos proyectos son en radio o en televisión, ¿dónde le vamos a poder ver?

—De tele no puedo hablar todavía nada por cómo está el mercado de las competencias… Nos piden que seamos auténticas tumbas. En la radio, sí. El podcast 'Somos unos antiguos' ha funcionado muy bien. Es de los podcast de estreno, que no surge de un programa de radio, que más suscripciones tiene de Canal Sur. Estamos muy contentos tanto Ángela como yo. A raíz del podcast, a partir de septiembre, vamos a estar en las mañanas con Jesús Vigorra en la radio. Vamos a estar un día con él. Que un podcast pase a ser radio generalista es raro: las audiencias son distintas, la gente que lo oye tiene otro tipo de dinámica… Esto sí lo puedo contar, sobre el resto tengo que estar todavía callado.

Sergio Morante con Xenon Spain en el Orgullo de Torremolinos.

—¿En qué etapa laboral se encuentra ahora mismo? 

—Cuando te planteas la carrera de periodismo, y sobre todo en televisión, en tu mente, montas la idea de que conforme van pasando los años vas pensando en que tienes que tener una carrera consolidada. Te vas poniendo trabas. Pero es verdad que todo lo que se ve en la tele es gente joven que viene apretando fuerte. Además, muy preparada. Yo pensaba que a los 30 la tenía consolidada. De repente, me cambian de programa, de ciudad. Empezar una nueva etapa. Y ya los 40, yo pensaba en buscar algo tranquilo para ir retirándome de tanta luz pública y relajarme. De pronto, ahora con 48, empiezo una etapa con proyectos nuevos muy ilusionantes. Y, encima, fuera de la televisión estoy teniendo muchos eventos. Estoy participando en muchas cosas. Es una etapa de segunda juventud. Como si me hubieran redescubierto ahora, estoy encantado.

Publicidad

—El mundo audiovisual es muy cambiante, pero nunca le ha faltado el trabajo.

—Claro. No se pueden llamar expectativas porque eso implica algo bueno. Pero es verdad que en la televisión un día estás arriba y otro abajo y no te recuerda la gente. De un día para otro puedes dejar de estar, aparece una persona que te sustituye y te han olvidado para siempre. En mi caso, la previsión me ha cambiado porque no me ha faltado el trabajo y, encima, en cada etapa me descubre una nueva generación. Eso es savia nueva. Es como si me hiciera una operación de cirugía estética, pero del espíritu –ríe–. Me voy reciclando y me va reciclando el público.

—¿Echa de menos el reporterismo?

—No, siempre sale. Haga lo que haga en televisión, aunque esté encerrado en un plató, siempre va a surgir algo que tenga que hacer de reportero y eso no se quita nunca. Para mí es básico el contacto con el público, el estar en la calle viendo las cosas cómo son. Soy muy contrario al periodismo de mesa. Sé que tiene que existir, pero me irrita. Yo necesito el contacto con la gente, que me cuenten sus cosas, contextualizar. Nunca voy a dejar el reporterismo, siempre va a estar conmigo.

Publicidad

Sergio Morante en el Orgullo de Sevilla.

—Se han hecho virales bastantes momentos suyos como reportero, ¿cuál guarda con más cariño?

—Hay muchos –ríe mientras piensa en algunos de ellos–. Guardo con mucho cariño los días de la lotería de Navidad. Es tan surrealista y, a la vez, tan verdad lo que vives allí. Sobre todo cuando conectas con la gente que está con la ilusión y tienes el privilegio de decirles que les ha tocado. Guardo con mucho cariño el de la madre de una niña que dio el premio gordo a Andalucía y que decían que ellas nunca habían tenido unas vacaciones. Se me plantó entre ceja y ceja y, como había caído en Roquetas de Mar, llamé en directo con mi teléfono al alcalde y le pedí, por favor, que a esa madre y a esa niña que nunca habían tenido unas vacaciones que las invitaran aunque fueran cuatro días a venirse a la playa. Decían que nunca la habían pisado. Era gente con muy pocos recursos. Y, por supuesto, momentos en los que te emocionas porque estás ayudando a gente o porque coincides con alguien para el que salir en televisión y contar su historia es realmente importante. Pero de todos, todos, los momentos de la lotería de Navidad me emocionan muchísimo.

Publicidad

—¿Y qué es lo más surrealista que le ha pasado en un directo?

—Lo que me pasó en el último sorteo de Navidad. Había una mujer a la que le había tocado un décimo de lotería y estaba muy contenta, pero no sonreía. Yo sabía por qué no sonreía: la mujer no tenía dientes, se estaba poniendo los implantes. Desde plató me pidieron que le preguntara por qué no se reía y que sonriera. Fue un momento de ataque de risa total, absolutamente surrealista. No podía parar de reír. Modesto Barragán tampoco. Luego, mucha gente pensó que estaba enfadada, pero la mujer estaba descojonada. Es surrealismo total.

—¿Algún momento surrealista más?

—Me acuerdo de un directo bastante surrealista que viví que fue con María Jiménez. Era un acto benéfico, había alguien cantando y la gente no paraba de hablar. Entonces a ella le molestó muchísimo y empezó a regañar a la gente en directo y parecía que me regañaba a mí y no era así. Tuvimos hasta que explicar que no me bronqueaba a mí. Fue bastante surrealista porque era una especie de diálogo de besugos. Estaba hablando con María Jiménez y ella a su puñetera bola. Me han pasado muchas cosas, pero de todas sales. Intento de robos de cartera en directo y tener que pararlo en directo. O que se me caiga el micro y cosas similares. Mi truco es salir siempre con naturalidad de las cosas porque el espectador te va a entender mejor que nadie. Que la gente vea que es un trabajo normal.

Publicidad

—Con esa naturalidad siempre has conseguir dar visibilidad al colectivo LGTBI, ¿le ha pasado factura?

—Ha tenido distintas etapas. Mi salida del armario coincidió con la de gente como Jesús Vázquez, Boris Izaguirre, Jorge Javier Vázquez… Al principio fue una especie de 'boom', era como 'qué guay, un presentador gay'. Luego ha habido una época oscura, que no tiene nada que ver con ideologías políticas. Se intentaba que no se destacaran determinados rasgos que podías tener por ser de la comunidad LGTBI. Había jefes que te dejaban la indirecta de que no estaba bien que te vieran en una manifestación del Orgullo o te decían que cuidado con la pluma. Esa época también la he vivido. Me daba la sensación de que lo que se pretendía era que no hubiera elementos que distorsionaran en pantalla.

—¿Y cuál es la época actual?

Ahora estamos sintiendo agresiones verbales y un momento de displicencia en el que decir que eres gay siempre va a tener voces discordantes con este rollo de las redes sociales, yo me siento más liberado y respaldado para mostrar en pantalla determinado tipo de acciones y actitudes relacionadas con el colectivo. Incluso mis propios jefes me dicen que no tenga ningún problema, por ejemplo, en tener una muestra de afecto en público con la persona que desees, no tengas problema en dirigirte a alguien en género neutro… Parece una tontería, pero hace cuestión de seis, ocho o diez años te dejaban entrever que eso no lo hicieras así. Me ha pasado que al entrevistar a cualquier personaje de relevancia que fuera trans y exponer ese hecho, algunos jefes me han dicho que no había necesidad de hacer eso. Ahora, cuando lo considero oportuno para el relato y para que sea referente es importante que la gente sepa cuáles son las circunstancias del relato, veo que tengo jefes que me animan y me dicen que lo haga, que con las corrientes de disconformidad, de agresividad y de violencia verbal está bien que se exponga. Veo ahora más ataques en la sociedad, pero los responsables de los medios de comunicación creo que, de verdad, se han dado cuenta lo importante que es crear referentes. Creo que hace tiempo no eran conscientes de ello.

Noticia Patrocinada

—Ya es experto en dar pregones de Orgullos y ha recibido algunos premios en este sentido, ¿se considera un referente?

—No me gusta considerarme referente porque implica mucha responsabilidad y, en cierto modo, puedo pensar que me coarta un poco mi libertad. Pero es cierto que me encuentro con gente de 20-25 años que comían viendo Contraportada cuando volvían del colegio. Veían los comentarios que hacía en el programa: 'Este tío es feo, este es guapo, este me gusta'. Yo no tenía problemas en decir que me gustaría como novio o en hablar de mis preferencias o de si tengo pareja o presentarla en público. Yo en ese momento no era consciente. Ahora me encuentro a estos niños, que ya tienen más de 20 años, y me dicen que gracias a mí entendieron que eran gays o que se lo pudieron explicar a su abuela: 'Sergio es gay y no pasa nada. Tiene un trabajo de cara al público, es conocido, la gente le tiene respeto. Yo también soy gay, por qué voy a tener una mala vida'. Cuando me encuentro con gente así, que me da las gracias, sin ser yo consciente de que los he ayudado, me doy cuenta de que sí soy un referente y lo asumo. Pero en el momento en el que me pongo a pensarlo, me da mucho vértigo.

Vida laboral

«Cuando se cuenta que eres LGTBI saltan los clichés en muchos jefes y te sitúan en parcelas de trabajo que no son las que te apetecen»

Sergio Morante

Periodista

—¿Entiende a los personajes públicos que pertenecen al colectivo pero que cuando se les pregunta son ambiguos y no se mojan?

—Lo que hay que hacer es no engañar. Eso es básico. Un personaje que es evidentemente de la comunidad LGTBI y se esfuerza en presentar parejas del otro sexo y hablar de una manera falsa de sus relaciones sentimentales, que intenta engañar al público, sí me molesta, es una estafa. Pero que una persona no quiera salir del armario no me parece mal. Hay tantas cosas que influyen en la vida, tantas circunstancias personales que te hacen que tú no puedas asumir tu propio ser. Eso lo respeto muchísimo. Estoy totalmente en contra de sacar del armario a la fuerza a gente así. Me parece una falta de respeto y una falta de humanidad tremenda. Ya no solo por esa persona, sino también por todos los que le rodean. Es cierto que cuando alguien estafar al público cuando, evidentemente, tiene una vida dentro de la comunidad LGTBI me molesta. Pero nunca me atrevería a sacarlos del armario, sí es cierto que metes la cuchara para hurgar un poquito para ver si se da cuenta de que tiene que ser referente. Se capta perfectamente cuando una persona no puede reconocerse, ahí prefiero respetarlo, cada uno tiene su tiempo.

Publicidad

—¿Hubiera sido más fácil su carrera si no hubiera apostado por defender los derechos del colectivo?

—Hay veces que lo pienso. Otras veces que, a lo mejor, en determinados momentos me habría evitado algunos encasillamientos porque es cierto que apenas se cuenta que eres LGTBI saltan los clichés en muchos jefes y te sitúan en parcelas de trabajo que, a veces, no son las que te apetecen hacer. Entonces, sí creo que si no hubiera sido de la comunidad LGTBI, habría tenido otras oportunidades, que no más. También reconozco que siendo del colectivo, he tenido una serie de puertas abiertas y he tenido acceso a determinadas cosas que de otra manera no las hubiera tenido y no porque haya un lobby ni nada de eso, como tú tienes que buscarte las maneras de llevar adelante tu condición y poder disfrutar de la profesión, es cierto que yo he descubierto determinadas parcelas que poca gente había tocado y que me han permitido desarrollarme personalmente.

—¿Cree que algunos jefes no han confiado en usted para proyectos más serios por su orientación sexual?

—Me pones en un aprieto. No sé si es tanto por mi condición LGTBI o por mi personalidad. No sé si ha influido más una cosa u otra, pero es cierto que dentro de esta última etapa a mí me han confiado proyectos y trabajos muy serios, que yo no pensaba que iban a confiar en mí para hacer esas cosas. Por ejemplo, desde la retransmisión para todo el mundo de la Santa Misión del Gran Poder, una persona abiertamente LGTBI que se enfrentó a ese mundo públicamente y que funcionara tan bien y que la gente me recibiera con tantísimo cariño para mí fue una sorpresa y bastante importante. O no hace tanto, que hice el seguimiento sobre un asunto de narcotráfico en un pueblo de Sevilla y directamente mis jefes me pidieron que lo hiciera yo. No sabes si es porque es gente con la mente mucho más abierta o directamente es porque mi forma de ser, por lo que sea: edad, experiencia, ha cambiado y, por eso, confían más. No quiero pensar que sea por mi orientación sexual, sino porque han visto otros factores de crecimiento y profesionalidad.

Publicidad

—Además es muy devoto, ¿verdad?

—La gente de Andalucía me va a entender perfectamente. A la religiosidad en Andalucía le damos un significado totalmente distinto al que se le pueda dar en otro sitio. Yo soy muy devoto porque, para mí, una imagen en cuestión no es una imagen donde solo vea el elemento religioso. Representa el fervor, el cariño y, sobre todo, la confianza que le ponen muchísimas personas. Es como si fueran una especie de crisol de energía. Por ejemplo, yo veo El Cautivo y no pienso que es el señor que va andando por la calle. Pienso en cuánta miles de personas con problemas graves los depositan en esta talla que ahora mismo está en la calle. Mi devoción es religiosa, pero tiene mucha proporción de sentirme identificado con esas personas que en un momento determinado han tenido que agarrarse a esa imagen para poder seguir adelante.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad