
Moisés Mieles, jefe de Urología Pediátrica de HLA El Ángel
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Moisés Mieles, jefe de Urología Pediátrica de HLA El Ángel
Fimosis y enuresis son dos de las patologías más frecuentes que atienden los urólogos pediátricos. Mantener una rutina al beber y una frecuencia miccional son dos de los consejos que siempre da a los padres Moisés Mieles, jefe de Urología Pediátrica de HLA El Ángel, que destierra algunos mitos. «Las niñas tienen que orinar sentadas, aunque sea un baño público, porque si no su suelo pélvico se va deteriorando y pueden tener pérdidas al toser o reírse cuando sean mayores».
-¿Cuáles son las enfermedades urológicas más frecuentes en niños y bebés?
-La más frecuente es la fimosis, que es cuando hay una imposibilidad de movilizar el prepucio y descubrir el glande en el niño. Antiguamente se le daban unos tirones al niño y eso es un error, porque es más fácil que haya infecciones. Mientras el niño usa pañales, ignoramos la fimosis y los padres no tienen que hacer más que lavar y bien al niño y no movilizar el prepucio. Una vez que el niño deja los pañales, con un tratamiento con cremas, básicamente corticoides, se cura un 85 o 90% de las fimosis. Lo de los tirones no hay que hacerlo nunca. Luego, si hubiese que operar, se hace una circuncisión, que hay muchas técnicas, pero que es un procedimiento rápido, de hospital de día.
-¿A partir de qué edad se considera algo patológico no controlar la orina por la noche?
-Ocurre cuando el niño duerme y tiene un sueño muy profundo. Antes de los cinco años no se le da importancia a que el niño moje la cama y a partir de esa edad se puede empezar a tratar si le pasa más de cinco veces al mes. Hay que enseñar al niño que tiene que orinar seis veces al día (al levantarse, a media mañana, a la comida, a la merienda, a la cena y antes de dormir) y que tiene que beber más agua por la mañana que por la noche. En realidad no es porque moje la cama, sino porque nuestros riñones tienen un ciclo circadiano, que tiene que ver con la luz solar. Durante el día el riñón funciona muy rápido y por eso cada dos horas y pico como máximo tenemos que ir a vaciar la vejiga al baño. Por la noche el cerebro le indica al riñón mediante una secreción hormonal que se ponga en reposo para que no haya que levantarse cada poco y la orina cae gota a gota hasta que la vejiga se llena. Durante el día estas gotas van más rápido y por la noche van muy lentas. Por eso podemos aguantar hasta ocho horas sin vaciar la vejiga.
-¿La enuresis es igual de frecuente en niños y niñas?
- Sí, es igual de frecuente. Además de seguir estas medidas básicas los niños tienen que orinar de forma correcta. En los varones es descubriendo el glande, apuntando para que el chorro caiga dentro del váter, sin dejar nunca que el calzoncillo haga contacto con la base del pene porque comprimiría la uretra y entonces habría que hacer un esfuerzo para orinar. Y en las niñas es fundamental que se sienten. Muchas veces no las dejan sentarse en un baño público por miedo a que cojan una infección y ellas tienen que orinar sentadas. La forma correcta de hacerlo es: una vez que se han sentado, las bragas tienen que estar en los tobillos y las piernas muy separadas, las manos colocadas en las rodillas, el torso hacia adelante y hacer una micción cómoda, continua, sin cortes, hasta dejar que la vejiga se vacíe completamente. Nadie coge una infección por sentarse en un váter público, porque lo que uno apoya es la piel, que es nuestro órgano más extenso y nuestro escudo contra las infecciones. Entonces, cuando uno se sienta ahí, pues por la piel no va a entrar ningún bicho.
-¿Por qué es tan importante que estén sentadas y no agachadas?
-Porque si no, el suelo pélvico se va deteriorando y luego llegamos a una edad en que pueden tener escapes de orina al reírse o toser. Y no es por los partos, que no tienen nada que ver, es por un deterioro del suelo pélvico, porque hemos estado orinando durante toda nuestra vida mal. De hecho, la mejor manera de aprender a orinar es colocarse de espaldas, como si fuéramos a abrazar la cisterna, para tener una posición en la que no haya que hacer fuerza, porque no hay que hacer prensa abdominal para vaciar la vejiga.
-¿Tener sueño muy pesado es el único motivo de la enuresis o hay también un factor hereditario?
-Es muy común que los padres o los tíos o los abuelos hayan tenido. Además del sueño profundo se produce porque no se respetan las seis micciones al día o porque beben de más por la noche.
-¿Por qué hay niños que tardan más en controlar el pis de noche?
-El pañal se quita al mismo tiempo de día y de noche, porque hay que enseñar a nuestra vejiga cómo tiene que hacer las cosas. Además de la rutina de costumbres, que es la piedra angular del tratamiento, hay medicamentos que pueden ayudar a poner más en reposo ese riñón por la noche.
-¿En qué consisten y cómo se tratan los testículos no descendidos?
-Los testículos, cuando el bebé está en el útero son intra abdominales y tienen dos mecanismos de descenso que a veces no se completa: es lo que llamamos un testículo mal descendido. Hasta los tres meses podemos esperar que por mecanismos propios del niño pueda descender espontáneamente. Si no, requiere un tratamiento quirúrgico para garantizar que va a tener una producción de espermatozoides y que no va a su fertilidad afectada. Un testículo abdominal que no ha descendido sin tratar tiene mucho riesgo de que en la edad adulta se malignice.
-¿En qué consiste la hipospadia?
-Es una malformación a nivel del pene y se produce por múltiples motivos: desde la ingesta de bebidas de cola, a mujeres vegetarianas que consumen muchos productos supuestamente sin pesticidas pero que los tienen, a mujeres sometidas a una fertilización in vitro que toman progestágenos durante el primer trimestre para que el embrión anide bien en el útero. Eso puede inhibir el cierre de la placa uretral y que el agujero por donde orinamos, en vez de estar en el glande, esté abierto en otra parte del pene, incluso en el escroto o en el periné. Si no se soluciona va a tener muy complicado mantener relaciones sexuales y afectada su fecundidad. El mensaje que me gustaría transmitir es que esto tiene solución y se puede buscar desde el embarazo, en el momento en que se detecte la patología. Hace 30 años teníamos un caso cada mil nacidos vivos y en la actualidad tenemos siete por cada mil. Esto se debe a las fertilizaciones in vitro y a que antes en cuanto una mujeres tenía un manchado en las primeras semanas le daban progestágeno y hay que darlos solamente cuando estén indicados.
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