Imagínense la escena que les voy a intentar describir . En una casa majestuosa dentro de una de las mejores fincas de Europa, ubicada entre los ... términos municipales de Ojén y de Marbella, con el Mar Mediterráneo como alfombra y las costas de África como horizonte, en una impresionante vista, con atardeceres y amaneceres increíbles, dos buenos amigos degustan en una terraza un buen vino con unas gambas de Málaga, de las blancas, de las de verdad, que le acaban de llevar desde La Carihuela. Los dos amigos brindan y hablan de la vida, de los divino y de lo humano; al fondo el televisor, un programa cualquiera... y de pronto, se anuncia una exclusiva. Atentos:
-Fulanito tiene fotos que lo atestiguan; Julio Iglesias se encuentra hospitalizado en Miami y su estado de salud preocupa mucho en su entorno cercano...
Uno de los dos participantes en la reunión se llamaba... ¡Julio Iglesias de la Cueva!, curiosamente el mismo personaje del que dicen se encuentra en un hospital estadounidense muy grave. De la sonrisa estupefacta a la perplejidad y al gran cabreo hubo un intervalo de segundos. ¡Jope, con la salud de Julio Iglesias...! Pero es imposible, ¡si se está comiendo unas gambas de Málaga! y proyectando bajar al litoral de la forma más anónima posible para tomar unos espetos, no puede estar muy grave que digamos. Y si está en Málaga, urbanización Elviria arriba, no puede estar en Estados Unidos. Y si está sentando charla que te charla con ánimo y feliz, no puede estar malito... Eso pasó en julio, cuando Julio Iglesias estuvo por última vez en su casa de Málaga. Tener un avión privado otorga el lujo a su dueño de que va a los sitios más lejanos o cercanos en un pis pas. Eso hizo Julio, se vino a Málaga, a su casa española, a disfrutar de su país, de su tierra, a la que adora. Pero es llegar y topar. Oír todas las cosas que se dicen de su salud es verdaderamente cabreante para él. Julio se pensaba quedar unos días más, pero decidió marchar a París y a Varsovia por cuestiones de negocio, y a comprarse una finca. Sus hijos han estado yendo y viniendo Málaga, y él estuvo en su casa en julio...
Amado y admirado hasta la extenuación por los españoles, amado y admirado en el mundo entero, donde presidentes y mandatarios le han ofrecido lisonjas y prebendas de todo tipo a cambio de su nacionalidad (algo innegociable para él, orgulloso como pocos de su país), sin embargo aquí la España oficial no lo reconoce como debiera y se merece y la fauna televisiva y la prensa mal llamada del corazón lo trata con desdén y una falta de respeto alucinantes. El problema es que Julio Iglesias da una conferencia de prensa en Nueva York o en Londres, y los periodistas le preguntan cosas de música, de su trayectoria, de sus proyectos profesionales, de sus triunfos... pero si lo hace en España el noventa y cinco por ciento de las preguntas serían para que dijera el número de amantes que ha tenido o si se lleva bien o no con sus hijos... El problema es que España es un país maravilloso, pero difícil y los españoles aún más, donde la envidia no es uno de los siete pecados capitales, sino el peor de todos ellos, y aquí hay de sobra. El problema es que Julio debería sentirse cómodo, protegido y feliz en su tierra, tras haber conseguido lo logrado, que no lo ha hecho nadie en la historia de la música, y sin embargo no es así. El problema es que aquí vive Julio Iglesias en una mansión única, con decenas de miles de hectáreas de bosques cuidados al máximo donde hasta los árboles tienen nombre propio, una increíble finca que fue básica para detener el pavoroso incendio forestal que se declaró en la Costa del Sol hace ya unos años, porque sus grandes extensiones de césped fueron el mejor cortafuegos del mundo, y sin embargo no consigue ni que le autoricen a pavimentar 700 metros de carretera sin asfaltar (las que llevan a la puerta de su casa) camino digno de las cabras que ya no existen, por donde han tenido que pasar desde Hillary Clinton a Henry Kissinger hasta los mayores personajes de la música mundial. El problema es que a Julio en España lo aburrimos con contertulios que por justificar su sueldo son capaces de vender el alma (la suya o la de quien sea) al diablo, sea verdad o mentira.
Julio no gusta de hablar. No utiliza redes sociales, salvo para sus temas musicales, por lo que muy harto ha debido de terminar este verano para hablar de su salud: «Tantas y tantas mentiras, tantas y tantas especulaciones sobre mi vida, y qué pocos aciertos. Efectivamente hay anécdotas escritas, otras contadas por mí, pero la esencia de la verdad, no la han contado. Es muy complicado que escriban, la relación que tiene mi alma con mi cabeza, desde que tuve uso de razón. Esta es la historia que falta por contar, lo demás son anécdotas muy pequeñas y especulaciones que confunden a la gente. Casi cada día, empiezo a escribir, cosas y más cosas de mi vida. Pero siempre me quedo en el camino, en estos últimos años, han salido libros, y pequeñas historias. Que llegan a confundirme hasta a mí. También es cierto, que penséis por qué no escribo mi vida yo. No sé si es por vergüenza o por miedo, pero debo hacerlo ya. Cuando escribí 'Una leyenda', era yo el pequeño protagonista, pensaba que no me quedaba mucho tiempo de vida. Con el paso del tiempo, entiendo más porque escribí 'La vida sigue igual'. Esta canción 'Una leyenda', está en ese grupo de canciones que las escribía para mí.
Mi respeto hacía la buena prensa, siempre existirá, no tengan ninguna duda. Mi abuelo materno era periodista y escritor. Muchas gracias por tanto»... Este mensaje lo subía Julio Iglesias a Instagram en abril, y hace unos días, en agosto, cansado otra vez de tantos rumores sobre su salud, publicó lo siguiente: «No suelo responder a esas informaciones malignas e inciertas que confunden a tantas y tantas gentes. Han dicho que estoy muerto, han dicho que estoy en una silla de ruedas, han dicho que tengo Alzheimer... Con todo el respeto que tengo a las gentes que sufren con esos problemas, la vida me sigue llenando de privilegios, estoy perfectamente bien, con ganas de volver a entrar al estudio y seguir haciendo caminos para cantar con las mismas ganas de siempre.
Estaba escuchando esta canción y vi una foto simpática que se parece mucho a la que ha dado la vuelta al mundo '¡Y tú lo sabes!' y se me ha ocurrido decirles una vez más que no tengo ningún problema y estoy vivo y coleando jajajajajajaja... ¡Y ustedes lo saben! Mientras tanto les invito a bailar un bolero...».
Este periódico ha podido contactar con el cantante. «Estoy en un lugar del mundo, y estoy de reputa madre, pero no quiero hacer declaraciones, y tú lo sabes mejor que nadie», dice desde el otro lado de la línea telefónica. La semana pasada, con Pepe Hidalgo, Julio cenó y degustó unos buenos vinos de su espectacular bodega... Hidalgo y sus amigos íntimos (se cuentan con los dedos de una mano) le piden que salga a la palestra, que desmienta tantas noticias falsas: «No puse la televisión, vayan a decir que me estaba muriendo», dice riéndose a carcajadas.
Y Julio Iglesias sigue ahí. Ídolo de multitudes, esperando para iniciar una nueva gira, pensando en su escribe o no su biografía, y con la pena de no poder disfrutar de su querida España en su casa malagueña. Su fuerza, su enorme cultura, su generosidad, su amor a lo que hace, su perfeccionismo. Tenemos a Julio Iglesias, es nuestro, está aquí, y no sabemos apreciarlo y disfrutarlo. De él afirman en el mundo que es el más grande, y ha elegido Málaga (Hijo Predilecto de la Provincia por unanimidad de la corporación, título que aún no ha recogido) para su casa en España, su amado país... lo que hace falta es que su país lo respete, lo quiera y lo admire como lo que es: una leyenda viva, un lujo, como señalan sus amigos de verdad. Para estos Horizontes, que haya elegido SUR para desmentir tanto bulo y decir que está perfectamente de salud es doble alegría. ¡Grande Julio!
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