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El infierno en la tierra. Con esta frase lapidaria ha resumido el político portugués, y secretario de la ONU, Anton Guterres, la situación dantesca en ... que están inmersos, por un lado, los hacinados en la franja de Gaza, y por otro, el estado de Israel, cuyo sistema de seguridad ha parecido fallar estrepitosamente tras los atentados cometidos por el grupo de enloquecidos terroristas de Hamas, autoridades de facto en Gaza y desencadenantes inmediatos de un conflicto entre palestinos e israelitas que viene de lejos, y a los que se ha unido Oriente Medio, casi en su totalidad, con fanáticos de todas las religiones y pelajes, amparados en un actuaciones violentas que convierten en papel mojado los acuerdos obtenidos a través del derecho internacional, y sus instituciones, que con buena voluntad, pero sin medios para influir en las decisiones, naufraga la mayoría de las veces, aunque sus emisarios actúan como si fueran protagonistas de la película, pobres diablos.
No nos engañemos: si en estos momentos los cadáveres filmados por las cámaras televisivas son palestinos e israelitas, en la sombra operan células cancerígenas a los que la aniquilación sistemática de civiles -ataques a hospitales, conciertos de música, núcleos urbanos- les da exactamente igual con tal de lograr su objetivo desestabilizador. Esto no es equidistancia, se trata de un mundo de destrucción paralela, ficción que supera la realidad catastrófica que tanto nos conmueve, pero que no podemos detener. Me pregunto si los gobiernos de Rusia, Irán, Arabia Saudí, Siria, Líbano o las propias autoridades de Israel o Palestina, visto lo visto, son garantes de los derechos humanos de sus ciudadanos o son marionetas de un orden supranacional en el que prima la ley del más fuerte, o como me cuenta Justo Navarro que asegura Muñoz Molina, es el resentimiento quien mueve el mundo, el rencor, el odio, la falta de escrúpulos. Imagino que de todo un poco.
Me gustaría pensar que los EEUU blindan a Israel, su aliado privilegiado, porque no les queda otra. En cualquier caso, las administraciones demócratas, paradójicamente, han mantenido intervenciones en el exterior antes y después del ocaso de la gran potencia. Y lo han hecho con igual o mayor énfasis que los republicanos. Pero también sospecho que las autoridades diplomáticas norteamericanas no desean que un conflicto localizado como este, lacerante y cruel pero localizado, se extienda a otras fronteras dominadas, no ya por el fanatismo, mucho más allá, por la sinrazón, véase Irak, Irán, Afganistán, con regímenes teocráticos que Europa, incluida Rusia, y la propia EEUU, ayudó a establecer, derrocando gobiernos democráticos y apoyando a los ayatolás de turno.
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