Carta del director

La fontanería del poder

Manuel Castillo

Domingo, 24 de abril 2016, 09:42

Vivimos malos tiempos para la fontanería del poder. Sea éste político o económico. Hubo una época en la que, incluso, esta tarea estaba bien vista, generando un halo de admiración y misterio: «Es el fontanero». ¡Ohhhh! Y con eso estaba todo dicho. Esta noble y sufrida profesión, elevada por la genealogía de la presidenta andaluza, tiene sin embargo esta versión chusca en las alcantarillas de los grandes centros de decisión. «Arregla esto», «soluciónalo», «encárgate tú»... Órdenes como estas aparecen en los momentos complicados en la penumbra del despacho hasta convertirse en carta blanca como una retahíla de encargos en la que uno lo da todo por sabido y el otro, el fontanero, lo da todo por entendido. Y así no pasa nada.

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Y claro, no hace falta ver la serie 'House of cards' para entender o imaginar que en las cloacas del poder siempre huele a podrido. ¿De verdad nadie se planteaba de dónde salía el dinero para financiar su partido? ¿De verdad nadie se pregunta cómo se ha solucionado ese problema enconado? El 3 por ciento resonaba en las alcantarillas catalanas pero todos, tapándose la nariz, negaban el olor de la inmundicia. Ni siquiera el calentón de Pasqual Maragall fue suficiente para destapar los desagües. Hubo que esperar a que la amenaza independentista catalana estuviera a punto de rebosar para que la familia de fontaneros Pujol y cía fuese puesta al descubierto.

Pasó igual en Valencia, expertos lo mismo en fontanería doméstica de mil euros por cabeza o en chapuzas de Pepe Gotera con aquello de los trajes que en dilapidar y expoliar el futuro de toda la comunidad autónoma. Y qué me dicen de la fontanería de los cursos de formación, entre raya y raya por las empresas de Andalucía. Allí iban, a donde hiciese falta, como un camión de desatoros para inyectar una buena subvención o un buen plan de prejubilaciones.

Y tras esta vuelta a España con final por el paseo de la Castellana de la corrupción a cargo de tarjetas black, llega una vuelta de tuerca más, como un tornillo pasado de rosca que abre de par en par otro episodio oscuro: la presunta extorsión de Ausbanc y Manos Limpias a bancos y encausados judiciales. El auto del juez Pedraz es tan demoledor como descorazonador por los trapicheos que narra para utilizar la Justicia como herramienta de compra y venta. Y no sólo para intentar comprar desimputaciones como la de la Infanta Cristina, sino para, según dice el magistrado, intentar eludir las denuncias de afectados por las clásulas suelo.

Este periódico ha publicado esta semana informaciones sobre el citado auto en un ejercicio honesto de compromiso con sus lectores, y también de independencia editorial, de las cuales se desprendía cómo Unicaja, según el juez, había participado en componendas para lograr que Manos Limpias retirara su acusación a Braulio Medel en el caso de los ERE y para arreglar un asunto de cláusula suelo en León. El hecho de que la entidad bancaria quede salpicada en este asunto no le beneficia en absoluto, sobre todo en un momento crucial por la salida del propio Medel de Unicaja Banco para presidir la Fundación Unicaja, por el próximo nombramiento de su sucesor en el banco, por la salida a Bolsa y por los retos estratégicos en un momento convulso para el futuro del sector financiero. Unicaja y su consejo de administración (que está para algo más que para asentir) deberían aclarar con celeridad todo este asunto para disipar dudas, asumir responsabilidades llegado el caso y fortalecer la viabilidad de una entidad que durante años ha sido clave para la economía malagueña y andaluza. Echar por tierra años de buena gestión y prestigio por no limpiar las cañerías sería un triste e indeseado epílogo.

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