
Esther Gómez
Estepona
Lunes, 4 de abril 2022, 22:19
Ana Mena Moreno nacía un 8 de agosto de 1915, de manera que en 2015 alcanzaba el siglo de vida y en apenas dos meses cumplirá 107 años. Es la más longeva de los mayores de la residencia ISDABE de Estepona y aunque ya no está «como antes», ayer recogió muy contenta una placa que le entregó el alcalde de Estepona, José María García Urbano, en nombre de la ciudad y en reconocimiento a «toda una larga y ejemplar vida».
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100 años cumplía el día de Nochevieja Hilde Scriven, que nació un 31 de diciembre de 1921, también residente en este centro para mayores, y con la mirada puesta en el centenario están Antonia Aparicio Ruiz, nacida el 18 de enero de 1926; Juan Martínez Rodríguez, nacido el 26 de diciembre de ese mismo año; y Rafael Leiva Ortiz, que venía al mundo un 12 de marzo de 1927. A todos ellos quiso felicitar ayer la ciudad con un sencillo pero emotivo homenaje de manos de su regidor.
En sus caras, una enorme sonrisa que la mascarilla no logró ocultar, y en sus ojos, el brillo de esa inocencia que se pierde con el paso de los años pero que recuperan los que tienen la suerte de cumplir años y llegar a la tercera edad.
Ana Mena nació durante el primer año de la conocida como la Gran Guerra -posteriormente rebautizada como la Primera Guerra Mundial (1914-1918)- y ha sido testigo de la Guerra Civil Española (1936-1939) y de la segunda Guerra Mundial (1939-1945); ha sobrevivido a las dos grandes epidemias del siglo XX: la pandemia de la Gripe Española en 1918 y a la de la tuberculosis, denominada popularmente «peste blanca» y asociada a la posguerra y pobreza, que en 1920 segaba la vida de, entre otros, el pintor Amedeo Modigliani y que todavía hoy causa estragos entre la población de países como la India, Indonesia, China, Nigeria, Pakistán o Sudáfrica. Y en pleno siglo XXI se enfrentaba en 2020 a un coronavirus que ponía en jaque al mundo y que se ensañó, especialmente, con los mayores y los más vulnerables de salud. Aunque ha perdido algo el oído, a sus 106 años su salud es buena y ha recogido su placa rodeada de quienes la quieren y de quienes la atienden a diario en ISDABE.
Junto a ella, el más joven de estos mayores, Juan Martínez, un maestro industrial de La Carolina (Jaén) muy alegre y parlanchín que recuerda con precisión aquella Costa del Sol «elegante y con mucho ambiente», donde ciudades como Marbella y Torremolinos ya apuntaban maneras. Cuenta mil anécdotas del cine, los paseos y los bailes de una juventud transcurrida en unos tiempos que se le antojan felices y explica con detalle como ha cambiado Estepona, antaño un lugar muy tranquilo y no tan turístico como lo es hoy. Era un niño durante las guerras del siglo pasado pero su cabeza, muy centrada, lo lleva a lamentar lo que se está viviendo en Ucrania y Europa con «un loco -Putin- haciendo barbaridades». Nunca pensó, asegura, que vería a la humanidad «caminar hacia atrás y no aprender de lo vivido».
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Con el acto que tuvo lugar ayer en la propia residencia de ISDABE, Estepona ha querido hacer un reconocimiento a sus mayores «porque son un ejemplo de sabiduría, esfuerzo y buen vivir para la sociedad», explicaba García Urbano al término del mismo. Y es que «los más ancianos de cada comunidad son la memoria viva de otros tiempos», apuntaba el regidor, «por lo que tenemos que poseer la capacidad de escucharlos y de aprender de sus experiencias y reflexiones». Desde Estepona «seguiremos teniendo estos gestos con todos aquellos vecinos que tienen la fortuna de alcanzar edades muy longevas», confirmó García Urbano
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