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Nieves Castro
Domingo, 10 de abril 2016, 00:33
El español que da nombre a la principal vía de Marbella fue protagonista de una vida ajetreada digna de best-seller y taquillazo. Brilló con luz propia en muchos y variados terrenos. Ricardo Soriano (Salamanca, 1883-Marbella, 1973) ha pasado a la historia como uno de los más eficaces promotores y relaciones públicas de la industria turística de Marbella en la década de los 50. De su mano recalaron por estas tierras artistas de la talla de Mingote, Edgar Neville o Antonio El Bailarín, además de su sobrino, Alfonso de Hohenlohe. Pero no es esta la faceta que nos ocupa hoy, sino su cara menos conocida: la de inventor, aventurero y mujeriego.
La historiadora y novelista, Ana María Mata, hace especial hincapié en el cariz de conquistador de Soriano, que era un galán «guapo, rubio, alto, de ojos azules» con fama y dinero. La autora de la biografía novelada Un hombre para una ciudad: Ricardo Soriano (2005), cuenta que fueron precisamente las mujeres las que arruinaron al salmantino, que era hijo del primer marqués de Ivanrey, un rico terrateniente casado con la malagueña de ascendencia alemana Matilde Scholtz.
Tras una vida de excesos, éxitos y aventuras, Ricardo Soriano murió solo en Marbella a la edad de 89 años. Con el transcurso del tiempo fue perdiendo la inmensa fortuna heredada, estimada por algunas fuentes en 90 millones de pesetas. «Tuvo una gran cantidad de amantes, unas le duraban más y otras menos, pero todas le sacaban dinero», afirma Mata. Nuestro Don Juan contrajo matrimonio una única vez, pero fue un casamiento de altura con una rica heredera, la estadounidense Italia Blair, hija del presidente del Banco Nacional de Chicago.
Su fama de conquistador ha regalado pinceladas icónicas al cine: su colección de pelos de pubis femeninos llegó a inspirar a Berlanga, en La escopeta Nacional. No es la única relación de Soriano con el séptimo arte, a él se le debe el primer cine sonoro que tuvo Marbella y la financiación de El perro andaluz, de Buñuel. Ricardo Soriano fue un apasionado del cine e hizo sus pinitos en el mundo de la producción y la distribución con Soriano Films. Su primera película la produjo en Francia en 1934, mismo año que se embarcó en España en la producción de La traviesa molinera, cinta con la que compartió el sillón de director, según Mata, con el cineasta francés, Harry DArrast, que por aquel entonces cosechaba éxitos en Hollywood.
Perdido en el Mar del Norte
El salmantino, que estudió ingeniería después de pasar por un internado en Suiza, donde aprendió idiomas, fue un nómada incansable dominado por un auténtico afán aventurero. Se propuso batir el récord de distancia pilotando un globo en solitario, pero fracasó en el intento y cayó en aguas del Mar del Norte, donde estuvo horas a la deriva hasta que lo rescataron unos pescadores de bacalao. Pero entre las increíbles historias que cuajan su biografía destaca el conflicto diplomático que originó en plena Guerra Fría con la Unión Soviética que lo tomó por espía. Y es que nuestro protagonista voló por todas partes en avioneta, pero un viaje destacado, con anécdota incluida, fue el que protagonizó con el objetivo de llegar de París a Turquía. «Sea por la causa que fuera, aterrizó en terreno ruso, lo que desencadenó un tremendo follón diplomático para sacarlo de allí, porque ¿quién le decía a los rusos que este hombre no era un espía?», afirma Mata. El conflicto se prolongó casi un mes, aunque finalmente Soriano y los dos íntimos amigos con los que viajaba, Eugene y Alberto Santos Dumont considerado por muchos el padre de la aviación mundial, consiguieron salir indemnes de territorio ruso.
Precisamente con este último amigo, compañero de correrías aventureras y al que se conoce por haber sido el primer hombre en despegar oficialmente a bordo de un avión impulsado por un motor aeronáutico, desarrolló un motor ignífugo de aviación. Este fue uno de sus inventos, pero hubo otros. En el primer cuarto del siglo XX diseña y construye, junto al también aristócrata San Carlos de Pedroso, un coche diseñado para la competición automovilística bautizado como Soriano-Pedroso. El bólido, con el que el propio Ricardo Soriano competía, superaba los 110 km/h., y aunque nunca cosechó éxitos con él, sí participó en importantes pruebas internacionales. De este coche construido en Francia sólo se hicieron tres unidades. El motor fue una de sus grandes aficiones. Organizó y participó en carreras de automovilismo y motociclismo y puso sus conocimientos al servicio de innovaciones importantes. «30 años antes de que las casas automovilísticas a principios de siglo pusieran el motor en la parte de atrás, él lo puso y consiguió unas velocidades bastante altas», recuerda Mata al respecto. «Estas invenciones, todas ellas para ganar mayores velocidades para competir, estaban destinadas para él y sus amigos. Cuando intentó comercializar siempre fracasó», relata la escritora. Y aunque no fue un crack en los negocios, Soriano fundó la primera fábrica de motocicletas de España, de donde salió uno de sus inventos más míticos, la moto Soriano. Un ciclomotor de rueda pequeña de la que se comercializaron 6.000 unidades.
Fue, sin embargo, en el desarrollo de motores fuera-borda, destinados a embarcaciones, donde cosechó grandes aplausos y acumuló varios récords mundiales con lanchas proyectadas por él mismo. Los motores Soriano eran tan adelantados para su época que hasta el ejército norteamericano los adaptó para usos militares en la Segunda Guerra Mundial.
Éxitos en la nieve
El marqués de Ivanrey acumula un sinfín de hitos. A principios de siglo XX presentó un modelo de trineo llamado Gredos construido en acero y no en madera, que fue muy aclamado en su época, no sólo por los materiales empleados sino por su concepción futurista en forma de torpedo y las extraordinarias velocidades que alcanzaba. Con este trineo logró muchos éxitos en las pistas nevadas de medio mundo, pero no alcanzaron resonancia deportiva al no considerarse el bobsleigh, hoy disciplina olímpica, un deporte oficial en aquellos años.También acumuló victorias importantes en las pistas de Italia y Francia con el Velo-Ski, otro vehículo fabricado para desplazarse por la nieve por terrenos llanos. Pero sin duda, su vehículo más avanzado fue el Motoluge, presentado en Suiza y concebido para el rescate de montañeros. En este invento, que no patentó, muy aplaudido por la prensa internacional del momento, algunos ven la creación de lo que hoy es la moto de nieve.
La escritora Ana María Mata afirma que la misma vocación aventurera que le impulsó durante su vida fue la que le arrastró hasta Marbella, donde desarrolló otra de sus facetas, la proyección de casas. Los que lo conocieron afirman que sin ser arquitecto, poseía un exquisito sentido estético y conocimientos técnicos en materia de construcción. Una cualidad más que adorna la arrolladora personalidad e increíble vida de este Hijo Adoptivo de Marbella
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