
héctor márquez
Sábado, 25 de junio 2016, 21:57
Pasear con Pepón Nieto (1967) por la calle es convertirse en carne de selfie. En 500 metros le habrán echado el brazo por el hombro varios transeúntes que se dirigen a él como a alguien de la familia. La sonrisa dispuesta siempre. Gran profesional. Cercano. Listísimo y cariñoso según los que le conocen. Charlamos camino del gastrobar Zahara mientras cuenta las horas para representar la función que le ha traído al Teatro Cervantes, El jurado, una cínica adaptación, producida por él mismo, de la película de Sidney Lumet Doce hombres sin piedad, donde nada es como se recuerda. En este jurado no se habla tanto de prejuicios, que también, sino de hasta qué punto la corrupción se ha instalado en todas las grietas de la sociedad española dando una lectura desoladora. Hace hambre.
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¿Qué comida no es capaz de tragar Pepón Nieto?
¡La cocina con insectos! Me da igual que tengan muchas proteínas y sepan a cacahuetes. Para eso como cacahuetes. Lo siento, pero no me puedo tragar un saltamontes.
Hombre, cabe que sea algo menos exótico...
Ah, pues tampoco puedo con esa manía de echarle vinagre de módena reducido a todo lo que se ponga sobre un plato croquetas, ensaladillas... ¡Déjalo ya!
¿Algo más?
Los cocineros que decoran mucho los platos. Y ponerte una ensalada de guarnición aliñada en el plato con el filete y que se quede nadando.
¿Qué tal se entiende con las virguerías de la nouvelle cuisine?
Me encanta comprarme pistolas y sifones y todos esos aparatos. Pero luego no los utilizo.
¿Por qué salen tantos malagueños actores?
N
o me gustan las etiquetas que todo lo reducen y lo simplifican. Hay muchos actores de todos los sitios. Pero es cierto que salen bastantes actores en esta tierra. Como hay muchos humoristas y escritores en Cádiz.
En Málaga hay un Observatorio de la Ensaladilla Rusa. ¿Qué no debería tener nunca este plato?
Los guisantes esos verdes de cuento. ¡Eso no existe en la naturaleza! Yo la ensaladilla la hago muy buena, por cierto.
Hemos llegado al Zahara. Un selfie. Otro. Y otro más. Yo también me pido el mío, caramba. Nos han preparado una mesita lejos de las miradas, que es una alegría ser tan querido, pero se agradece la tranquilidad. Nos ofrecen ensaladilla rusa y trilogía de atún. Unas patas de pulpo a la brasa. Pepón, que empezó a llamarse así durante un verano azul en Marbella en el que pasó de ser un tirillas al tipo fornido que es ahora, se encuentra a gusto entre platos y manteles. Ha servido muchas mesas en el restaurante familiar Los Nietos de San Pedro de Alcántara. Ha fregado muchos platos y sudado en las cocinas. Aunque sus padres ya están jubilados, sus tres hermanos se dedican a la hostelería. Su hermana Virginia, que ha trabajado en cocina y sala a las órdenes de Dani García, es dueña del Marengo, 'un restaurante estupendo en Vejer de la Frontera'. Asume: 'Soy la oveja negra de mi familia; de hecho, mi padre me dejó ir a Madrid a probar fortuna a condición de que cuando volviese en tres meses me metiera en el restaurante porque, palabras literales, yo era mu feo pa ser artista'.
'Fui un niño explotao', bromea. 'Yo aprendí mucho en el bar de mis padres. Hay compañeros de profesión que vienen de familias con bares y se nota. Como Candela Peña o Paco y María León. Estar cara al público tras la barra le va muy bien a esta profesión'. A Pepón le encanta la cocina. 'Es influencia materna. Recuerdo a mi madre desde que tengo uso de razón cocinando. Soy maniático y dictador cuando veo que alguien no corta la cebolla como yo quiero, pero me gusta darle de comer a la gente. Es mi mejor muestra de cariño'. Como cocinero se define 'cateto, tradicional. Heredero de mi madre. Sus papas con choco o el arroz negro las hago muy bien. Eso sí, las tapas que hace mi hermana con espumas, que están increíbles, no sé hacerlas', sonríe.
Pepón pertenece a esa estirpe de actores característicos y secundarios capaces de conquistar con su humanidad y registros. Tuve la ocasión de verlo en otra producción suya reciente, El eunuco, una divertidísima adaptación musical de Terencio, donde interpretaba al militar fanfarrón. Fue en Marbella y fue 'gallina en piel', como decía Cruyff, ver a su pueblo rendido en vítores tras la función.
'Emociona que te agasajen en casa. Yo siempre me he sentido muy querido en mi tierra. Pero también es verdad que la acogida de esa obra ha sido excepcional en todos los lugares. Si se pudiera, los bancos estarían produciendo obras de teatro. Y no, somos unos cuantos majaras los que lo hacemos', dice enarcando la ceja. 'A veces pienso sobre esto del hogar', continúa. 'Yo me fui a los 23 años; llevo más tiempo viviendo en Madrid que en Marbella'. En breve tendrá una nueva oportunidad de relacionarse con su tierra. Será en pocas semanas cuando comience el rodaje del guión que el malagueño Ignacio Nacho le ofreció. 'Es una película inclasificable; surrealista; con un guión lleno de talento. No conocía a Ignacio pero, tras leerlo, dije a mi representante: esto quiero hacerlo'.
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Casado con el éxito profesional
La relación de Pepón con el teatro no fue nunca vocación, sino deseo de pertenencia. Su biografía es la de una persona casada con el éxito profesional. Cuando era adolescente, en la plaza del bar de su padre se reunía un grupo de teatro infantil. Él quería entrar en esa pandilla. 'Me fascinaban. Y allí estaba yo pendiente de si necesitaban cualquier cosa, un cuchillo, una olla... Luego vinieron las añoradas Universidades Populares y con Mercedes Carrillo nos apuntamos a su taller de teatro', recuerda. Luego un año y pico en la Escuela de Arte Dramático de Málaga, yendo y viniendo desde Marbella en el Portillo. Ya en Madrid, se apuntó al laboratorio de William Layton. Y empezó a trabajar a los tres meses en el Teatro Español con José María Rodero. Entra en la compañía Nacional de Teatro Clásico y recibe varios encargos a la vez. 'La verdad es que casi siempre he tenido trabajo. Mis padres tardaron muy poco en convencerse de que Madrid y la interpretación eran mi lugar. En un momento de bajón emocional, mi madre, tras verme actuar en el Teatro Español, me dijo que ni se me ocurriera volver a Marbella', recuerda. 'Y poco a poco, la vocación me fue llegando. Me llegó trabajando', sentencia. El resto, ya es historia.
Seguimos charlando de todo. Le llega el turno al boom de la cocina en España. Le parece algo necesario y lógico. 'El nuestro es un país donde se cocina mucho y muy bien y en muy poco espacio se concentran muchas formas de entender la vida y la cultura. Ha habido un antes y un después de este renacimiento. Y yo me alegro muchísimo', asegura.
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