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La lista de jugadores que han salido de la cantera del Málaga en la última década es extensa. Cada temporada, da igual la coyuntura, se van incorporando una serie de jóvenes que consiguen romper el techo de cristal del primer equipo. Lo llamativo de esta nómina de canteranos es que un número importante de ellos comparten un perfil parecido y destacan jugando en una misma demarcación, la de extremo izquierdo.
En la última década han aflorado nombres como los de Samu Castillejo y Ontiveros, que son también los que más lejos han llegado por el momento. Pero es en las campañas más recientes donde se ha producido una inusual acumulación de apariciones para esa posición del campo desde la irrupción de Antoñín, quien protagonizó un traspaso que fue una bomba de oxígeno para el club a nivel económico a principios de 2020.
Después llegó Kevin, promocionado por José Alberto López en los inicios del curso pasado, y en la vigente temporada han atravesado la puerta del primer equipo blanquiazul Cristian y Álex Calvo. El primero lo hizo de forma fulgurante y participa tanto que ha conseguido la renovación automática. El segundo es el último en saltar a la palestra y está por confirmarse, pero en la actualidad es el niño mimado de La Rosaleda. Algunos aficionados incluso reclamaron su entrada al campo en el último partido contra el Levante y Pellicer cumplió el deseo. Por todo esto el Málaga se ha ganado el título de factoría de extremos izquierdos.
Pero, ¿qué explicación tiene? Son varios los argumentos sobre este fenómeno espontáneo. En primer lugar se trata de un perfil muy valorado ya desde las categorías inferiores malaguistas, en la captación para equipos de edades tempranas. Se prima la búsqueda de jugadores veloces y con desequilibrio. Es una materia prima que no abunda y se tiende a cuidarla con mimo. Generalmente con contraprestaciones mayores a las de otros compañeros y dándole más concesiones dentro de lo tolerable.
Todo con el objetivo de retenerles y conseguir que lleguen en una buena situación para hacer sus pinitos con el primer equipo, un aterrizaje que normalmente está consensuado con el entrenador de turno. Pero todos los técnicos están abiertos a 'fichar' a las perlas de la cantera porque son sinónimo de ilusión y consenso. Sobre todo en el Málaga de los últimos años donde la aparición de los canteranos ha sido de las pocas alegrías que ha tenido la afición, que celebra casi como un título las apariciones de nuevos filiales. Es así hasta el punto de caer en ocasiones en técnicas populistas con este asunto.
Lo cierto es que pocas cosas generan mayor entusiasmo a los seguidores. Y en esa ecuación los extremos izquierdos potencian la sensación de adrenalina que da descubrir nuevos talentos porque sus cualidades son más vistosas y espectaculares si cabe. Velocidad, desborde y desparpajo son sinónimo de éxito. Al público le fascina y en el club lo saben.
De ahí que se dé más oportunidades a jugadores ofensivos, que tienen mucho por ganar y poco de perder porque casi nadie le va a reprochar fallar. En cambio, el acierto se premia con ovaciones y se eleva a sus protagonistas a los altares. En los últimos tiempos, la carestía de profesionales desequilibrantes en el primer equipo ha multiplicado las oportunidades para los canteranos más aventajados, que en su mayoría han ido aprovechando la ocasión.
Tomó ese tren en su momento Samu Castillejo, aunque su salto a la élite tiene más mérito porque se produce en Primera División. Su ejemplo es el más icónico de entre los que aparecen en esta serie de extremos izquierdos formados en la cantera blanquiazul. Un referente para los jóvenes que le siguieron, aunque el caso del criado en Huelin fue fruto también de una coyuntura económica boyante, cuando el área de formación contaba con un presupuesto privilegiado.
Por eso cuando Castillejo debuta con 19 años en 2014 ya era más que un descubrimiento como tal. Hubo una gran apuesta económica detrás. Era el Málaga de Javi Gracia y Castillejo jugó 39 partidos entre Liga y Copa, además de formar parte de la selección española sub-21. Fue el ojito derecho de La Rosaleda, que tuvo que asumir su venta al Villarreal al año siguiente. Tras tres buenas temporadas de amarillo se mudó a Milan y pasó allí cuatro temporadas yendo de más a menos. Sufrió varias lesiones importantes y acabó por no contar para el club italiano, por lo que activó su deseada vuelta a España. Ahora, con 27 años, es un habitual en el Valencia, con el que lleva 3 goles.
Después de Castillejo no tardó demasiado en llegar el siguiente mirlo blanco. El marbellí Ontiveros, que se estrenó con 18 años en la campaña 15-16 con el Málaga. Aunque su progresión fue más irregular, lo que le llevó a irse cedido al Valladolid en Segunda. Precisamente después de esa 'mili' llegó su mejor año en el Málaga, ya como una de las estrellas del equipo. Tenía un desborde y un disparo lejano sorprendente.
Su gol al Deportivo en Riazor en la promoción de ascenso fallida fue memorable. De nuevo el Villarreal se nutrió de la factoría malaguista y fichó a Ontiveros por cerca de ocho millones de euros. Aquel traspaso fue fundamental otra vez para las arcas del club, que estaba en peligro a nivel económico al no lograr el ascenso, para el que lo había apostado todo. Tal fue la necesidad en aquel momento que la mitad del traspaso fue condicionado a otra operación, la de N'Diaye, y todavía se espera en La Rosaleda que lleguen 4 millones de aquella operación (curiosamente hay una sentencia judicial que ordena el pago al Málaga en menos de 15 días).
Fuera de la disciplina blanquiazul, Ontiveros no ha cumplido las expectativas. Estuvo cedido sin éxito en el Huesca, Osasuna y Fuenlabrada, y ahora milita en el filial del Villarreal en Segunda División. Tuvo la oportunidad de volver al Málaga cedido antes de ir a Osasuna, pero el jugador priorizó ir a Primera y se ganó la enemistad de una parte del malaguismo.
La siguiente remesa de extremos comienza con Antoñín, que al contrario que con Castillejo y Ontiveros, en el club no había tanta seguridad sobre su proyección. Pero dio el salto demostrando un hambre descomunal y consiguió abrirse hueco a base de goles y asistencias en la temporada 19-20. Al igual que Ontiveros, la pierna buena de Antoñín es la derecha y también recurría al recorte hacia dentro para superar a los rivales, como fue el caso de Kevin dos temporadas después. Ambos, amigos además desde pequeños, salieron del club tras su primera temporada en el equipo.
Antoñín fue traspasado al Granada por 1,5 millones, una cantidad que salvó a la entidad de la quiebra en ese momento. Y Kevin salió cedido el pasado verano al Gil Vicente portugués con una importante prima de cesión y una opción de compra que parece que no se va a ejecutar. Antoñín probó una segunda etapa en el Málaga el año pasado, pero no salió bien y actualmente juega cedido por el Granada en el Anorthosis de Chipre tras pasar la primera parte de la temporada en el Vitória de Guimarães. Los dos fueron dos destellos en el Málaga.
Y esta temporada los nuevos nombres que ilusionan al malaguismo son Cristian y Álex Calvo. Los dos comparten algo difícil de conseguir, que es marcar gol en el debut. Cristian lo logró contra el Lugo en la jornada 11º. El entrenador era Pepe Mel y tiró del marbellí ante la falta de efectivos en las bandas. Desde ese momento es uno más del primer equipo, lleva dos goles en 16 partidos y recientemente acaba de activar su renovación automática hasta 2026. Su caso es particular porque fichó por el filial malaguista en verano y aunque es marbellí no pasó antes por la cantera blanquiazul.
Estaba libre tras pasar por las categorías inferiores del Granada y apostó su último año sub-23 en el Málaga aunque no había demasiadas expectativas con él. Y le ha tocado el primer premio con sólo un décimo. Algo que busca también Álex Calvo, más joven que Cristian y el único de los nombrados que no es malagueño. Aunque como si lo fuera porque llegó muy joven al Málaga desde Córdoba. Tras destacar en el juvenil marcando contra Barcelona y Madrid, debutó hace dos semanas marcando el gol del empate en Las Palmas. Se ha destapado en el último mes y ha sido convocado con España sub-19. Zurdo, rápido, valiente y oportuno, Álex Calvo crea sensación en el malaguismo, quien además tiene un aura especial gracias a su particular melena.
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