Jesús habla de su misión de manera enigmática. Expresa el objetivo de su ministerio, de su proclamación y de su actividad figuradamente como fuego. Usa ... el enunciado simbólico: «prender fuego a la tierra». En la Escritura el fuego simboliza la presencia de Dios, su amor, su juicio, la purificación divina, la presencia del Espíritu Santo para llevar a cabo cambios en nosotros. Él desea ardientemente que el amor de Dios, su presencia, nos llene y purifique. En este sentido, la misión de Jesús consiste en purificar la comunidad, en acendrar las impurezas. Jesús lo realiza mostrándonos el amor de Dios, su misericordia y su perdón. Lo realizará con un bautismo que no es sólo de agua, como el del bautista, sino un bautismo de fuego en el cual debe ser bautizado.
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Jesús está deseoso de que llegue el momento. Este bautismo está íntimamente vinculado a su ministerio cuyo culmen es la Cruz. Anticipa su pasión y muerte, su firme decisión de cumplir con la voluntad del Padre, voluntad que ya ha manifestado en el camino de su vida, de su existencia. Una existencia marcada por la discordia. Aceptar y seguir a Jesucristo es acoger la confrontación por fidelidad al Evangelio, por fidelidad a los hombres. Esto perseguirá a Jesús durante toda su vida. Ya desde el inicio, Lucas lo manifiesta. Jesús está marcado como bandera discutida, como señal de contradicción.
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