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José Vicente Astorga
Lunes, 22 de febrero 2016, 00:33
No hay ordenador en su mesa. No lleva móvil. Es lector de libros y de periódicos, esos en los que tantas veces fueron noticia casos suyos. Con menos de 30 años ya militaba en la vanguardia progre de la abogacía que peleaba por la Constitución en cárceles, juzgados y comisarías. El caso Wanninkhof pasó de infierno en tierra hostil a su gran victoria con la absolución de Vázquez, tras más de 519 días entre rejas. A sus 67 años, nada o corre casi a diario, y se pierde por la montaña. La abogacía española le ha distinguido como uno de sus mejores penalistas.
¿Un abogado sin móvil?
Tener tengo, pero lo uso menos de diez veces al mes.
¿Y esa aversión?
Las razones de urgencia en el derecho penal son tan extremas por parte del cliente que opté por dejarlo en el despacho. Lo que más me tensa son las llamadas, y no hay razón a las tres de la tarde o a medianoche.
¿Cómo es su momento profesional?
Tantos años de trabajo te facilitan la capacidad de diagnóstico de los asuntos. Ya es difícil que tengan un componente novedoso, pero me apetecen temas muy nuevos que me impliquen en la búsqueda de doctrina, de jurisprudencia.
¿Por ejemplo?
Los delitos fiscales. Es el típico caso en el que un juez de lo penal tiene que convertirse casi en un juez de lo contencioso para la calificación. En los asuntos que llevo ahora hay que incidir en cómo se liquida un impuesto, elementos en los que el juez se tiene que introducir... Es algo que te da un estímulo.
¿Aprende con el caso Nóos?
Leí el auto de la Audiencia de Palma con las diferencias con el caso Botín. En Nóos sí hay una acusación por delito contra la Hacienda contra el marido de la infanta. No había coincidencia completa con el caso Botín, como pretendían sorpresivamente los grandes defensores, la fiscalía y la abogacía del Estado, que dejaron sin trabajo a los abogados de la señora infanta. La expresión de la abogada del Estado de que Hacienda no somos todos era una incitación a la rebeldía tributaria.
¿La gran lección de este juicio?
Me parece muy sano que se enjuicie a quien pueda ser presunto autor de un delito. Soy enemigo de aforamientos.
Al agradecer la distinción de sus colegas mencionó el aforamiento como una línea de alarma de nuestro sistema.
También me preocupa que un partido trate como puntos de un programa lo ya está consolidado:la soberanía nacional o los derechos fundamentales. Es absurdo. ¿Me traiciona mi subconsciente político y en realidad reconozco que erosiono derechos?
Le escuché decir que se hizo abogado por un componente romántico y ácrata. ¿Esa rebeldía, viniendo de una dinastía jurídica, era rebeldía a su padre, juez?
Es una frase porque lo que de verdad a mí me convulsionó es ser consciente del abuso de poder de un tribunal, al margen de ideologías. Cuando se pisoteaba la dignidad de una persona yo me he rebelado y he sido abrupto. Siempre agradeceré los consejo de Fernando García Guerrero-Strachan de pasar esa indignación a una frase correcta de la que ese malestar se pueda deducir.
¿Cómo llega a posiciones de izquierda?
Por sensibilidad social. Al principio me relaciono con abogados del resto de España con una misma sensibilidad. Creamos la Coordinadora de Penalistas que se diluyó por el protagonismo injusto de alguno. Eran los años previos a la Constitución y actuamos contra las torturas en Herrera de la Mancha. Vimos que había patologías comunes en los presos. Nos querellamos contra el equipo directivo de la prisión y se montó toda una campaña. Los vascos se escindieron con sus presos. Luego temas de aborto... Eran años en que no existía el derecho de asistencia al detenido, se entendía como un derecho subjetivo, cuando lo es del propio proceso, y conseguimos ese cambio legislativo. Recuerdo cómo una vez un comisario metió el dedo en el gatillo y empezó a darle vueltas a la pistola mientras me hablaba. Los abogados no éramos bienvenidos en las comisarías.
¿Dónde le pilló el 23F?
En Madrid en la Audiencia Nacional y cuando cogí el tren en Atocha me enteré. Supe de listas de la trama civil del 23-F en las que yo estaba. Nos constituimos en huelga en el Colegio con la fortuna de que a las dos horas se liberó el Congreso. Mi familia pasó mucho miedo.
¿La lenta digestión de los derechos constitucionales la sufrió más con la Policía o con los jueces?
Más en el ámbito policial y más en la policía que en la Guardia Civil, que es más disciplinada y si tocaba democracia, tocaba democracia. Los tribunales eran más sarcásticos, esa vis cómica sobre la democracia:«Qué pasen los presuntos», decían. Siempre agradeceré la doctrina de magistrados del Constitucional como Rubio Llorente, Tomás y Valiente o Gimeno Sendra. Eran de una independencia brutal.
¿Sigue pensando que a los políticos no les interesa que la Justicia funcione bien?
Y cada vez más. Hacienda y la Seguridad Social funcionan perfectamente, pero la Justicia no se quiere que funcione. Los políticos quieren un proceso lento. Ahora vienen con que una investigación no puede durar más de seis meses. ¡Eso no lo puede decir en serio un ministro de Justicia! No nos puede llamar tontos a todos con esa desfachatez, cuando hay procesos que duran años y años. En Málaga, Astapa, por ejemplo, más de ocho. La reforma de la Ley de Enjuiciamiento es cómica. Al procedimiento penal se le cambia de nombre y poco más.
Y de los macroprocesos hasta los jueces de Malaya renegaron.
No se puede tener años y años a un ciudadano imputado o investigado. Ahora yo estoy en los ERE en la defensa de un exviceconsejero. El caso lleva cinco años y estamos igual que hace dos. Las personas sufren. Hay quien no, los que hacen del delito su profesión, pero a la mayoría estas cosas les dañan psicológicamente.
¿La clave del arco de la tesis de Alaya corre riesgo de derrumbe?
Aparte de que esté defiendo a una persona, esa tesis es difícilmente sostenible. Pensar que técnicos, políticos contando con que ha habido sinvergüenzas como un pino se pusieron de acuerdo en 2001 para un convenio que evitara el control de la intervención... La idea de trama no la veo. Hay personas que han malversado, pero que en ese cuerpo legal se hayan concertado criminalmente varias personas... va a ser difícil si la mantiene el fiscal.
¿Cómo le fue con la jueza Alaya?
No me gustaba su forma y exigí que se grabara la comparecencia. Se negó.
¿Cierto mito Alaya sería otro con ese tipo de imágenes?
No sé quien creó ese mito. Cuando la tuve a cuatro metros, lo digo sin carácter peyorativo, la vi hierática, sin expresión, como de cera. Una sensación un poco rara. No me gusta la forma en que inquiere, ese despejar y no dejar bien constancia de lo que puede ayudar a la defensa. Un poco peculiar, sin hablar de interrogatorios de tres días que llevan al agotamiento del imputado.
¿Le han procesado por desacato?
Estuve a punto en un par de ocasiones. Era una superprotección a la dignidad, pero a periodistas si he defendido en al menos tres ocasiones. Si a un juez no le gustaba cómo actuaba un abogado, y eso era frecuente, rápidamente actuaba. Hay cosas muy curiosas cuando se mezcla la ideología. En el tema del aborto, en defensa de Sáenz de Santamaría, el juez llegó a cometer delito. Sabía por la policía que en la clínica investigada se practicaban abortos. No estaba en vigor la ley de plazos por el recurso de inconstitucionalidad del PP, pero a pesar de eso, abrió. En lugar de actuar antes, con las mujeres en la espera, el juez ordenó a la policía que lo hiciera cuando ya hubo abortos. Así se tenía la prueba, pero también una coautoría del delito de aborto. Del corporativismo judicial prefiero no hablar.
El caso de Mancha Real fue otra causa con muchísimas aristas.
Fue muy conflictivo. Mil problemas. Incluso tener que meterme en un coche y salir corriendo porque varios vecinos venían hacia nosotros. El caso me llegó por una asociación romaní. Una persona próxima al PSOE me llega para decirme en el juicio que me estaba pasando con el alcalde y concejales, y que rebajara el tono. Si soy acusación particular, le dije. Mi cliente no era el Partido Socialista. Soy la acusación particular, le dije.
El caso que más me llenó
¿Alguna vez se planteó una causa contra el Estado?
Eso necesita una estructura que no teníamos, pero a nivel internacional tuvimos relación con una organización Pro no extradición, argentinos refugiados aquí. La Junta Militar podía pedir extradiciones si se creaba precedente. La intención del caso de extradición era política, pero el delito, no. Era un secuestro de un director de la Fiat. Es el caso que más me ha llenado. En ese secuestro le hicieron firmar un documento reivindicativo para publicar en periódicos internacionales. Luego me enteré de cosas que no me gustaron porque negociaron también con la Fiat dinero a cambio de un documento que obligaron a escribir al secuestrado con temas internos de la empresa. Me llevé una gran decepción, aunque me quedo con los abrazos de los refugiados argentinos.
También defendió a un fascista cuya extradición pedía Italia.
Era Bruno Stefano junto a su novia, acusados de asesinar a un comisario en Milán. Se consiguió la denegación por la naturaleza política de la petición de extradición.
¿En Pedro Apalategui hay más osadía o valentía?
O inconsciencia. No lo sé. No tuve ni tengo conciencia del riesgo. No me ha pasado nada nunca, salvo los lances dialécticos con jueces y policías. La sensación de tomar precauciones no la he tenido. No sé si es osadía o inconsciencia. No es un planteamiento racional y punto.
¿Y sus líneas rojas?
Hay asuntos que no me gustan y digo no. La pregunta de alguien de cómo defiendo a un culpable sabiendo que lo es la contesto diciéndole queno sabe lo que es el Estado de derecho ni el derecho de defensa. Yo no defiendo la conducta de un ciudadano sino a un ciudadano al que con nobleza le tengo que decir « te han pillado, hay que ir a un pacto o tienes muy buena defensa». Sobre todo tema de agresiones sexuales, aunque no sea cierta. Si calibro la certeza de una agresión especialmente desagradable, no acepto. Me repele la historia.
¿Le repele la cadena perpetua revisable también para esos tipos?
Sí, como la pena de muerte. Me parece un trato vejatorio que la Constitución prohibe. El problema es que se legisla a golpe de caladero de votos. Creo que se derogará y su aplicación será prácticamente inexistente.
¿Por que España está a la cabeza de Europa en población reclusa?
Los factores criminógenos están ahí. El urbanismo de la ciudad moderna crea un porcentaje de juventud delincuente. Los italianos lo asumen de una forma más sana. Entienden que son costes que la sociedad tiene que asumir y reducir. En España es sobre todo la gran población de preventivos, resultado de uno de los grandes lastres de la práctica judicial diaria. Hay conceptos que la Constitución regula como el riesgo de fuga, para el que no hay una valoración cabal y aquí se utiliza como un valor entendido.
Incluso para tirititeros.
También y eso tiene guasa, pero hay mucha más gente sin medios como el señor Pujol que tiene fuentes en muchos países. El riesgo de fuga se utiliza como cajón de sastre.
¿Abogaría por una cárcel en Málaga sólo para narcotraficantes?
Claro que podría haberla. La incidencia de la delincuencia extranjera es alta y sobre todo en tráfico de drogas. No he terminado nunca de entender por qué cogen al pobre de la playa que alija y no siguen a ver dónde va el transporte, para capturar a la jefatura. Se detiene a personas que están cerca de un registro, vecinos, porque interesa que el número de detenidos aumente para vender mejores estadísticas, aunque a las 48 horas queden en libertad.
¿Despenalizará la droga?
Sí. Se me ha vetado en tertulias de televisión. Recuerdo escenas que me dejaron impactados en los tiempos duros de la heroína.
En el ámbito político también hay actuaciones que buscan sobre todo esa imagen de eficacia
Es la foto. Recuerdo el caso de un profesor de la UMA acusado de haber pasado el examen a un alumno. La detención se practicó en el aula. ¿Por qué cuando se detiene a Dolores Vázquez hay tres cámaras de tv en la puerta? ¿Por qué cuando se registra un Ayuntamiento igual? Es la utilización política como venta de eficacia. El problema de verdad llega con los tribunales populares. La independencia y la objetividad están en la nómina del juez, pero no en la de un jurado. Con prueba directa, no hay problema, pero cuando se inciden en indicios, algo difícil de definir incluso entre profesionales, respecto a al conjetura, a la mera sospecha ahí es donde puede enturbiar una campaña.
¿Seleccionaría asuntos diferentes para ser vistos por un jurado?
Sí. Está el cohecho pero no la prevaricación, lo cual me parece una imposición del aparato judicial. El sentido es que los jueces no se juzguen a si mismos, pero claro, una prevaricación es algo que está en la mano de un juez cometer y, en ese caso, mejor que me juzgue mejor un compañero. El cohecho es complicado para todo el mundo, propio, impropio... tiene complejidades para un tribunal
¿El jurado fue un pecado de juventud democrática?
Habría que revisarlo. Fue un grano en un sarampión político. Yo quería creer en el jurado, aire fresco, nuevo, no quiere decir que en los profesionales no haya errores. En la práctica, yo habré tenido 15 o 20 populares serias dudas de su eficacia sobre las resoluciones coherentes. Analizo esto bajo el prisma Dolores Vázquez. Estadísticamente son más duros que los tribunales, condenan más.
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