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Juan Soto
Viernes, 9 de enero 2015, 00:23
Cuentan los más antiguos que por la calle Andrés Pérez pasaba tanta gente que se volvía casi intransitable. En los años 70, esta pequeña vía del Centro era todo un referente comercial de la capital. Tanto, que se conocía como Larios chica. Pero la apertura de los centros comerciales y el traslado de los vecinos a los barrios la dejó herida de muerte. Desde entonces la vía ha ido agonizando hasta que un grupo de emprendedores la han vuelto a poner en el mapa. En los últimos tres años, una de las zonas más deprimidas del Centro se ha convertido en toda una arteria comercial, un nuevo pulmón para el maltrecho comercio local.
En sus 140 metros de longitud se dan cita ahora diseñadores, anticuarios, tiendas de moda y negocios de restauración específica que dan a la calle una vida diferente a lo que se puede encontrar en cualquier otro rincón del Centro. De ser una vía moribunda llena de carteles de se alquila ha pasado a convertirse en recorrido habitual para visitantes y residentes, que paladean cada uno de sus rincones y escaparates.
En palabras de Flor Vaquero, una de las últimas empresarias en llegar a esta zona de la ciudad, el éxito de la calle se debe a que por ella apenas ha pasado el tiempo y se mantiene con el mismo tipismo que en su mejor época. «Tiene el mismo potencial que las pequeñas callejuelas de Montmatre, en París, en donde a los visitantes les gusta perderse porque saben que pueden encontrar productos exclusivos con un trato especial».
Cansada del ajetreo de la gran ciudad, esta diseñadora ha elegido esta pequeña calle tras pasar por Madrid y Barcelona y distribuir sus productos en las principales capitales europeas. Quiso parar y eligió Andrés Pérez para desarrollar su creatividad. Tras abrir el mes pasado su tienda LA., explica que se sitió atraída desde el primer momento por su ubicación y el buen ambiente que se respira. «Buscaba un rincón singular de la ciudad y encontré este local, en una calle con mucho encanto y muy cerca del museo Thyssen, que ejerce de reclamo».
Flor Vaquero. LA. «Esta calle tiene el mismo potencial que Montmatre en París
Francisco Cano. La Casa del Cardenal «Estamos todos a una; luchando por el auge comercial de la vía»
Isabel Artacho. Isla Negra «Cada vez tiene más tirón y muchas personas pasan por aquí a diario»
Fernando Mira. Casa Mira «Es muy importante porque acaba de entrar en las rutas turísticas»
Pablo García. Mahatma Showroom «La calle llama la atención porque en ella se venden productos especializados»
Ana Vicaria. La Casa del Perro «Ha mejorado mucho en los últimos años gracias a las nuevas aperturas»
Negocios especializados
En esta nueva arteria comercial hay actualmente una veintena de negocios especializados, todos ellos con una corta trayectoria empresarial y muchas ganas de triunfar. Lo mismo se puede encontrar una galería de arte con juguetes creativos (Mahatma Showroom), que una tienda de moda especializada en productos Color Hueso (como indica su nombre) o un restaurante vegetariano (El Calafate). Por si fuera poco, en marzo está prevista la apertura de Casa Mira, que ejercerá de anfitrión de la calle y recuperará una fachada original del siglo XIX.
El entusiasmo que demuestran estos empresarios hace que muchas veces se asemejen a una gran familia en la que Francisco Cano, uno de los socios del anticuario La Casa del Cardenal, ejerce de padre. Cano, que además es presidente de la recién creada asociación de comerciantes, se encarga de que todo el mundo se encuentre a gusto en su territorio, desde el empresario que acaba de llegar hasta el visitante que simplemente se para a observar un escaparate. «Estamos todos a una; luchando por el auge comercial de la calle», resume.
Las declaraciones de Francisco Cano van más allá de las simples intenciones. De hecho, él fue el primero en ponerse el mono de trabajo y convencer a los empresarios de la zona para pintar entre todos la calle y eliminar los grafitis en una actuación sin precedentes en la ciudad. En mayo del año pasado cogieron brochas y botes de pintura para acabar con el deterioro de la calle. «Es importante que no se lo exijamos todo a las administraciones, sino que los empresarios nos tenemos que comprometer con el desarrollo de nuestros barrios». Desde entonces para atraer a los visitantes organizan actividades culturales y solidarias casi cada mes.
Isabel Artacho es otra de las empresarias que ha apostado recientemente por esta vía. El viernes abrió una tienda de libros antiguos y vidrios inspirada en los años 70. Tras recorrer numerosas zonas del Centro, concluyó que esta vía era la idónea por el estilo de productos que ellos comercializan. «Hemos visto que tiene cada vez más tirón y que muchas personas pasan por la calle, por lo que no lo dudamos un instante». Entiende que a los clientes les gusta encontrar productos diferentes que no se pueden localizar en otros comercios.
Pese a los últimos estrenos, los comerciantes de la calle Andrés Pérez se marca objetivos aún más ambiciosos. En las últimas semanas han comenzado obras de restauración en dos edificios que se van a converir en apartamentos turísticos junto al convento de Las Clarisas. A juicio de Flor Vaquero «todos estos ingredientes pueden ser un estímulo para que la gente se anime a disfrutar de nuevas rutas por la ciudad, con lugares llenos de encanto y mimo». Sin duda será un nuevo paso para devolver el esplendor comercial al centro de la ciudad.
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