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El modisto más 'perro'

El modisto más 'perro'

Tisci arrasa con sudaderas de rottweilers y diseños religiosos. Desde Givenchy ha lanzado a la fama a Kim Kardashian y 'tops' y transexuales a los que nadie quería

luis gómez

Lunes, 4 de abril 2016, 01:01

Casi nadie daba un duro por Riccardo Tisci (Tarento, Italia, 1974) cuando le encomendaron, hace justo diez años, la misión de resucitar Givenchy, una histórica casa que andaba a la deriva y a la que se le conocía por haber vestido en su día a la inolvidable Audrey Hepburn, icono del glamour. Tisci, sin embargo, ha roto moldes. Se ha convertido en uno de los diseñadores más respetados, rentables y longevos. Pertenece a una estirpe de creadores al borde de la extinción: funciona a su aire sin aceptar imposiciones de ningún tipo. Hombre de pocas palabras, se le acepta como es. Discreto y cauteloso, arrastra también fama de conflictivo. Misterioso y desconcertante, dicta las reglas del juego. Antes de concretar su fichaje, Givenchy, perteneciente al conglomerado de Louis Vuitton, tanteó otras opciones. Riccardo no figuraba en la terna de favoritos, pero dio la sorpresa y se quedó con el cargo. Para algo debía servirle la humildad a este modisto criado en el seno de una familia muy pobre.

Tanto a él como a su madre y sus ocho hermanas no les quedaba más remedio que coserse la ropa porque no tenían dinero para comprarse una nueva. Tuvo que compartir también habitación con sus tres hermanas pequeñas. Dormía cruzado con una de ellas, con los pies de esta descansando en su cabeza, porque no tenían suficientes camas.

A diferencia de otros candidatos, en las conversaciones que mantuvo con sus jefes antes de negociar las condiciones de su millonario contrato, en ningún momento sacó a colación el nombre de Audrey. Nunca le ha gustado pelotear. Siempre ha sido radical y punk. Quería que Givenchy fuese lo más parecido a él y no convertirse en un diseñador más, sumiso y despersonalizado. Tuvo que empezar a trabajar, a los 9 años, junto a un tío escayolista para ayudar a la maltrecha economía casera. Su madre, a la que telefonea todos los días para pedirla opinión sobre sus colecciones, se lo dejó muy claro: «Se acabaron los estudios para ti porque necesitamos que trabajes para poder comer».

Aprendió la lección. Intuyó que para sobresalir le haría falta mucho más que talento. Debería mantener el carácter de aquel chaval que no se arrugaba ni en los peores momentos, pese a que muchos profesores le cogieron ojeriza por lo bien que dibujaba. «Yo nunca copio a nadie. Todo lo he hecho con mi propia identidad. Los imitadores están condenados a desaparecer porque la crisis se va a acabar y la gente querrá llevar cosas más genuinas», pronostica. Por eso se ha atrevido con todo en Givenchy. No solo ha inundado las pasarelas con diseños tenebrosos y góticos, sino que ha democratizado una casa de tintes aristocráticos con un estilo callejero. Ha conseguido algo impensable. Que sus acaudaladas clientas se atrevan a pisar las aceras con sudaderas estampadas con las fauces de 'rottweilers', tiburones y panteras. Todo muy salvaje. Piezas chic y ultracaras plagadas de constantes referencias religiosas -«la religión está unida a la belleza»- con las que reafirma su carácter transgresor y provocador. Un viaje expiatorio a la India le ayudó a exorcizar sus frustraciones. Más allá de su estética oscura -ganó su primer premio con una ilustración de un accidente de tráfico en la montaña-, Tisci ha encumbrado a 'celebrities' y modelos despreciadas por los mandamases de la moda. Fue el primero en colocar en el 'front row' a Kim Kardashian, con la que ninguna marca se quería relacionar. «Cuando empecé con ella todo el mundo me abucheó. Los mismos que hablaban mal de Kim se han gastado millones para que participe ahora en sus desfiles», confesó a la revista 'Marie Claire'. Aupó a la fama a Mariacarla Boscono, una mujer de facciones extrañas a la que hoy se rifan casi todas las casas de alta costura, y subió a las pasarelas a la transexual brasileña Lea T. Con el dinero que ganó, la hija del histórico futbolista brasileño Toninho Cerezo se costeó la operación de reasignación de sexo que se negó a pagarle su padre. Tisci, amante de las interminables noches ibicencas, ha perfilado una nueva hornada de figuras, como la enigmática Leela Goldkuhl, surgida de un 'reality show' de modelos, las explosivas top Candice Swanepoel y Kate Grigorieva, y Rooney Mara, la nueva musa de Hollywood. Dark, por supuesto.

«No soy un atormentado»

Todas forman parte de la familia del considerado 'rey de las tinieblas', como se le conoce. «No soy rey de nada y las tinieblas no tienen nada de oscuro», revela Tisci, al que no le gusta que le tachen de hombre «atormentado. Cuando usé el 'rottweiler', todo el mundo pensó que estaba loco. Cinco años después, sigue siendo el estampado más copiado en la historia de la moda», remarca. Al modisto italiano le apasionan estos perros por su «fuerza y agresividad», pero también porque representan «la belleza y la rareza. Hay muchas cosas que se consideran diferentes que yo he convertido en hermosas. La sociedad actual quiere cosas con alma e identidad», sentencia. Ha puesto de moda los piercings falsos y los enormes 'septum', aros que van de un orificio nasal a otro.

La diferencia es el rasgo que distingue a este creador al que le gusta jugar con la intranquilidad y el peligro y montar fiestas en la que los invitados son recibidos por adiestradores de perros tapados con pasamontañas. «El proceso creativo conlleva emoción y se puede encarnar en las tinieblas, en la transexualidad o en un albino. Givenchy es irónico, aristocrático, sexual e incluso religioso», descubre. Tisci trata a sus modelos igual que a sus hermanas. «Yo no uso a las chicas como perchas. Son mis ojitos derechos, mis bebés. No me deshago de ellas. Se quedan conmigo. Son mi propia congregación», sentencia este artista consciente de su privilegiada posición. «Se gana mucho dinero y se tiene mucho poder», reconoce. De ahí que solo anhele hallar la «paz interior. Por eso no tomo drogas ni bebo alcohol». Solo aspira a alcanzar el «equilibrio», aunque es tal su éxito que ahora suena como candidato para convertirse en el nuevo jefe de Dior, otra casa mítica en la que podría acrecentar su leyenda tenebrosa.

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