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Audrey Hepburn abraza a su hijo Sean, fruto de su matrimonio con Mel Ferrer.
Marbella Club, los inicios del glamour

Marbella Club, los inicios del glamour

Málaga en Verano ·

El hotel reúne en una exposición fotografías históricas de sus primeros años. Celebridades, personajes icónicos y miembros de la aristocracia se dan cita en la muestra

HUGO SIMÓN

Marbella

Miércoles, 23 de agosto 2017, 00:42

Sonríe a la cámara mientras abraza a un crío. Con la misma elegancia y ternura con la que estrechaba al gato callejero de Holly en ‘Desayuno con diamantes’ o, muchos años después, compartía risas y gestos de cariño con los niños más necesitados como embajadora de Unicef. La imagen en tonos sepia en la que Audrey Hepburn envuelve entre sus brazos al pequeño forma parte de la exposición de fotografías históricas que el hotel Marbella Club exhibirá a lo largo de todo el verano en sus instalaciones y que recoge momentos únicos vividos en el resort por celebridades, personajes icónicos y miembros de la aristocracia internacional entre los años 60 y 80. El crió al que la protagonista de ‘Sabrina’ abrazaba era su hijo Sean, fruto del matrimonio de la actriz con Mel Ferrer, y la escena, que data de 1964, recoge una de las ‘burradas’ –paseos en burro hasta la playa para disfrutar de un picnic a pie del mar- que organizaba el hotel.

La muestra está compuesta por más de medio centenar de instantáneas propiedad de Art Wanson Gallery –galería enclavada en el hotel-, que se irán renovando gracias a los fondos de una colección de cerca de 200 fotografías. Las imágenes revelan encuentros, reuniones y situaciones curiosas acontecidas fundamentalmente en galas, cenas y fiestas temáticas míticas celebradas en el Marbella Club. En los inicios del glamour en Marbella. Por las reproducciones, en blanco y negro o color, desfilan actrices y actores como los propios Hepburn y Ferrer, Grace Kelly, Liza Minelli, Romy Schneider, Brigitte Bardot o Sean Connery. Personalidades de la aristocracia y la política como el Rey Simeón de Bulgaria, los duques de Windsor, el Aga Khan, el jeque Ashmawi o el exsenador demócrata de Estados Unidos Edward Kennedy.

También Juan de Borbón, su hijo Juan Carlos –entonces príncipe y hoy monarca emérito- y el general Franco, además del golfista Severiano Ballesteros, el visionario José Banús –creador del puerto que lleva su nombre-, el doctor sudafricano Christiaan Neethling Barnard –el primero en realizar un trasplante de corazón-, el empresario saudí Adnan Khashoggi, o el noble, actor y, fundamentalmente, ‘bon vivant’ Jaime de Mora y Aragón. Y entre todos ellos, como artífice y nexo de unión de todas las personalidades que se alojaron y disfrutaron en aquella época, destaca la continua presencia del príncipe Alfonso de Hohenlohe. Por eso la retrospectiva constituye también un homenaje al creador de un hotel que se ha convertido en icono y referente del turístico internacional.

La retrospectiva constituye también un homenaje al príncipe Alfonso de Hohenlohe
Imagen principal - La retrospectiva constituye también un homenaje al príncipe Alfonso de Hohenlohe
Imagen secundaria 1 - La retrospectiva constituye también un homenaje al príncipe Alfonso de Hohenlohe
Imagen secundaria 2 - La retrospectiva constituye también un homenaje al príncipe Alfonso de Hohenlohe

Cuenta la leyenda, que transmiten desde el propio resort, que en 1946 el príncipe Maximiliano von Hohenlohe puso en marcha su Rolls Royce Phantom, con motor de carbón, y salió de su palacio en las cercanías de Madrid para visitar a un excéntrico primo, Ricardo Soriano, marqués de Ivanrey, que se había instalado en una localidad costera del sur de España y hablaba de ella maravillas. Al llegar a su destino se encontró que Soriano se había ido de pesca y le esperó descansando en un pinar que llegaba hasta la orilla del mar. Cuando su pariente regresó, además de disfrutar de un picnic bajo los pinos, le animó a adquirir una residencia allí, en una tierra idílica junto al Mediterráneo, donde huir de los rigores del invierno. El dinero que se ahorraría en calentar su enorme palacio, cuentan que le dijo Soriano, le bastaría para comprar la propiedad. Un año después, el príncipe Max envió a su hijo Alfonso a Marbella para realizar la operación y éste adquirió la Finca Santa Margarita, la misma en la que su padre había parado a descansar en su visita a estas tierras.

En la primavera de 1954 abría sus puertas el Marbella Club. Contaba entonces con 18 habitaciones, repartidas en dos alas, una más en la torre y una suite. El príncipe Alfonso diseñó un exuberante jardín tropical, habilitó un aparcamiento para los escasos automóviles que circulaban por aquella época en la hoy conocida como Milla de Oro y convirtió el hotel en un refugio donde descansaran y se divirtieran sus amigos. Jóvenes de la aristocracia que esquiaban en St. Moritz, jugaban en el Casino de Montecarlo y estaban cansados de los anticuados y excesivamente formales hoteles de Biarritz, Deauville o Cannes. “A Alfonso le maravillaba y aprovechaba cualquier ocasión para hablar de Marbella a sus conocidos y amistades. Quería que vinieran a toda costa y no era tanto por negocio como por compartir con ellos este rincón que él consideraba único en el mundo”, afirma el conde Rudolf –Rudy- von Schönburg , otro de los grandes protagonistas de la historia del Marbella Club y, por tanto, también de la exposición fotográfica.

Pronto el hotel se convirtió en lugar de encuentro de lo más granado de la sociedad internacional. La personalidad del príncipe de Hohenlohe, que captaba futuros visitantes en las fiestas a la que asistía, propició la continua presencia en el Marbella Club de miembros de las dinastías reales, estrellas de Hollywood y personalidades de los más variopinto, creando en algunas ocasiones mezcolanzas de lo más singulares. La modestia de las instalaciones en relación con otros establecimientos europeos se compensaba con un microclima que despertaba admiración, la cercanía del mar y un ambiente festivo del que dan buena cuenta las fotografías que componen la muestra y que se exhiben en ‘El Patio’, un espacio al aire libre que en temporada estival se convierte en un lounge donde disfrutar de la música, degustar unos cócteles o divertirse con las distintas fiestas temáticas. Un tributo a aquellas que hace décadas se organizaban en el hotel, vestidas con mucho glamour y una pizca de locura. Como aquella en que, según recoge una de las imágenes de la exposición fotográfica, se colocó en medio de la piscina una barca con más de 400 kilos de caviar.

Magrit de Mora, Lamia Khashoggi, Jaime de Mora y el príncipe Alfonso

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