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BORJA OLAIZOLA
Viernes, 23 de octubre 2015, 00:40
La noticia corrió como la pólvora: a Johan Cruyff (Ámsterdam, 1947), una de las grandes leyendas del fútbol europeo, se le había detectado un cáncer de pulmón. 'Catalunya Radio', una emisora que suele manejar muy buena información de lo que ocurre en las entrañas del barcelonismo, la dio por la mañana y al mediodía ocupaba espacios destacados en los informativos de todo el continente. La emisora apenas proporcionó un par de detalles más: el tumor se le había descubierto en un reconocimiento que se le practicó el martes en Barcelona y su verdadero alcance estaba aún por determinar.
El impacto fue mayúsculo porque era de dominio público que Cruyff llevaba 24 años alejado del tabaco. Desde que en 1991 tuvo que ser operado a corazón abierto tras sufrir una insuficiencia coronaria aguda que le puso al borde de la muerte, el deportista holandés no solo había abandonado los cigarrillos sino que se había convertido en un militante de la causa antitabáquica. Cruyff, en aquella época entrenador del Barça, solía aprovechar sus comparecencias ante la prensa para intercalar mensajes contra el hábito de fumar. También accedió sin reparo a protagonizar una campaña publicitaria del departamento de Sanidad de la Generalitat.
En el anuncio, que se hizo muy popular, se le veía jugando con una cajetilla de cigarrillos como si fuese un balón hasta que acababa dándole una patada. Luego hablaba así ante la cámara: «Soy Johan Cruyff. En mi vida he tenido dos grandes vicios, fumar y jugar a fútbol. El fútbol me ha dado todo en la vida y, en cambio, fumar casi me la quita». Después de la crisis cardiaca de 1991, que se saldó con la colocación de un doble bypass, sustituyó el cigarrillo por el chupachups, una imagen que terminaría haciéndose muy popular durante su etapa de peregrinaje por los banquillos.
Colillas en el vestuario
Como tantos otros futbolistas de su época, Cruyff había sido un empedernido fumador. Hay quien le recuerda intentando deshacerse de una colilla antes de saltar al campo. Lo primero que hacía al acabar un partido era sentarse en el vestuario para echarse un pitillo. Fumaba rubio americano sin filtro, casi siempre Camel, Chester o Lucky. Mantuvo esa costumbre en sus primeros años como entrenador. Su mejor antídoto contra la tensión del banquillo era la nicotina. No era el único porque en aquellos años el tabaco estaba presente en todos los ámbitos y el deporte no podía ser una excepción. Otro genio futbolístico que triunfó en España, Alfredo Di Stefano, fue un fumador confeso en sus tiempos de jugador y llegó incluso a promocinar la marca Lucky Strike con un eslogan que decía: «Lucky Strike es mi cigarrillo irresistible».
Genio indiscutible del balón en su etapa como jugador en el Ajax y el Barcelona, Cruyff triunfó luego como entrenador y dio al barcelonismo su primera Copa de Europa en 1992. Apartado del banquillo cuatro años después, el holandés ha ejercido durante todos estos años una tutela moral sobre el club culé que va más allá de lo futbolístico. Su familia confirmó el diagnóstico en un comunicado en el que también reclamó respeto a su intimidad.
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