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Manolo García
Lunes, 24 de agosto 2015, 00:25
El epílogo de la feria taurina de Málaga de 2015 culminó con el triunfo de Leonardo Hernández, que obtuvo una oreja en cada faena, mientras que Pablo Hermoso de Mendoza consiguió un apéndice en el quinto del festejo, en una tarde anodina con toros de la ganadería de Fermín Bohórquez reglamentariamente despuntados para rejones, sin raza y sin transmisión alguna.
El público que asistió ayer fue distinto al del resto de la semana. Los amantes del caballo disfrutaron de los equinos y del toreo de Leonardo Hernández, que transmitió a los tendidos con su vistosa puesta en escena. En su primera intervención, el extremeño mostró una gran plasticidad con Sol, caballo albino lusitano, en el tercio de banderillas, así como con Olé con las banderillas cortas al violín. El rejonazo bajo precedió al descabello. Una lidia muy rápida, del mismo modo que en la segunda, donde su conexión con el público fue palpable. La espectacularidad doma de Verdi y el regreso de Olé puso a la gente en pie, pese a que el burel estuvo muy parado. Tras las banderillas, el torero rodeó al toro con la mano en la testuz, antes de clavar de forma perpendicular un pinchazo hondo y un segundo rejonazo trasero.
Por su parte, Hermoso de Mendoza tapó en principio los defectos de su contrincante, que no tenía nobleza y marcaba continuamente su querencia a tablas, pero no tuvo suerte con el último rejón después de tres intentos, siendo el segundo un medio y el siguiente completo, aunque tuvo que ser apuntillado. Quizás en la siguiente actuación, si hubiera acertado a la primera con el rejón de muerte, hubiese obtenido el segundo apéndice, después de tres intentos fallidos, aunque llegó a los tendidos con una serie de recortes, hermosinas, piruetas y muletazos con los equinos que participaron.
En cambio, Bohórquez, que se despidió de La Malagueta en la temporada que abandona los ruedos como rejoneador, se fue de vacío al no acertar con el acero. En el primero de su lote, tras realizar una faena muy clásica con su cuadra, no alcanzó una media estocada, llegando a escupirla, y lo intentó en dos ocasiones más, consiguiendo una media, que precedió a las palmas. Con el segundo burel, que tuvo más celo pero también estuvo aquerenciado en tablas como muestra de mansedumbre, el torero jerezano alargó la lidia provocando la impaciencia del público. El primer intento no valió y en el siguiente clavó el último rejón entero, aunque no fue suficiente. Tras descabalgar, cogió la muleta y acertó finalmente con el verduguillo a la primera.
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