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Damián Quintero José Ramón Ladra
«Una vez que se aplazaron los Juegos, bajaba sin ganas al sótano a entrenarme»

«Una vez que se aplazaron los Juegos, bajaba sin ganas al sótano a entrenarme»

Damián Quintero ·

El torremolinense es uno de los fijos en las quinielas españolas para lograr medalla en Tokio 2020, pero le afecta sobremanera la duda de si habrá cita olímpica en julio, máxime con un kárate que se caerá del programa en París 2024

Domingo, 31 de enero 2021, 02:31

Si todo aquello para que lo te preparas durante cuatro años y medio pende de un hilo y no depende de ti, es normal que cunda la ansiedad. Con el edificio medio desmontado se encuentra estos días el karateca torremolinense Damián Quintero, que es el líder del 'ranking' mundial en katas –a diferencia del kumite, sin combate–. Pocos deportistas españoles se encuentran a hoy más afectados por la pandemia y la incertidumbre en torno a la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, aplazados al 22 de julio de 2021, pero sobre los que cada día surge una nueva noticia o rumor alertando de la posibilidad de una nueva suspensión.

«Desde luego no me imaginaba que esto podía llegar a tanto. Lo primero que pensé hace un año es que iba a ser una semana de descanso activo. Hay que recordar que los Juegos Olímpicos sólo se cancelaron con una Guerra Mundial. A día de hoy viendo lo que pasa ahora me recuerda a lo que tuvimos en marzo o en abril del año pasado. Creo que el próximo marzo quizás hable el primer ministro japonés y se pronuncie definitivamente«, reconoce el malagueño, que vive con su pareja en Madrid y se entrena en la Blume.

Para más inri, el kárate era una de las novedades en el programa de Tokio y desaparecerá cara a París 2024. A sus 36 años (llegaría a la cita olímpica en Japón ya con 37), podría ser su última oportunidad, y sus opciones de subir al podio son máximas, incluso a lo más alto de él, de ahí que el olimpismo español le sitúe entre los fijos en las quinielas de las medallas. Son demasiados elementos para sentir ansiedad. Por eso Quintero sigue una terapia con el psicólogo Pablo del Río. «Al final, tienes que pensar en que los factores externos no se pueden controlar», admite.

Quintero trató de capear el confinamiento de marzo y abril como pudo. «Tengo un sótano en casa con unos 15 o 20 metros cuadrados y me conectaba por videollamada con todo el grupo de entrenamiento. Seguimos el ritmo bastante bien de kárate en lo técnico, pero lo que más se me complicó fue lo físico, que es donde cogemos la carga y la potencia para transferirla al entrenamiento. Cuando no tengo carga de gimnasio pierdo peso y masa muscular. Al conectarnos para entrenar no perdimos el objetivo y la mente estaba ocupada por la mañana y la tarde, pero eso fue las dos primeras semanas, cuando pensaba que los Juegos iban a estar vivos. Incluso, en otros países había gente que no estaba confinada, pero una vez que se aplazan te relajas y se te hace más pesado. Bajaba sin ganas al sótano y veía que esto no tenía sentido«.

Quintero paró en julio y se concentró en el CAR de Sierra Nevada en agosto. Estas semanas está calcando en cada momento la preparación programada doce meses antes, pero con una salvedad importante: no está habiendo calendario internacional. «Me entreno al cien por cien, pero si ves que la Premier League de Lisboa se aplaza, que tendremos ocho semanas sin competición... y empiezas a ver lo que ocurrió hace un año... Entiendo que no podemos ir a los Juegos sin habernos probado antes«.

Quintero ha tratado de salvar este problema con su presencia en tres pruebas nacionales, en Toledo, Málaga y Alicante, pero como confiesa, «te sirve sólo de rodaje; con todos mis respetos a los deportistas nacionales, mi 'feedback' ha de ser con los rivales que tendré en Tokio«. Por eso se mantiene esperanzado de que la Premier League de Estambul, en marzo, no se cancele. Sería el primer examen un año después de competir en Salzburgo.

Las mascarillas para entrenarse y competir

Hay otro elemento asociado a la pandemia que le importuna, el uso de las mascarillas para entrenarse y la competición. «Todavía me fastidia», admite meses después del uso de la medida de protección. «No me llevo muy bien con ella por la nariz. Es obligatorio en las instalaciones de la Blume. Lo puedo llegar a entender en el gimnasio, pero ¿también en la sala de kárate, que es con el mismo grupo de entrenamiento...? Tampoco comparto que se compita con mascarillas, en un tatami de 8x8 metros, con distancia a los árbitros de cinco metros. En otros países el arbitro se protege y el competidor se la quita después de salir y antes de competir«, argumenta.

«No comparto que nos obliguen a llevar la mascarilla con mi grupo de entrenamiento o para competir en un tatami de 8x8 metros, con los árbitros a cinco de distancia»

La pandemia hace mella en su fortaleza mental. Como una gota malaya, día a día, hora a hora. «Antes seguía todo lo que se decía. Ahora los informativos ni los veo. Lo que suelo hacer mucho es ver las noticias en Twitter cuando desayuno por las mañanas. Lo mismo veo que gana el Málaga o que el ochenta por ciento de los japoneses no quieren que se desarrollen los Juegos...«, afirma, pero al menos se consuela con que el virus no atacó su entorno más cercano.

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