Borrar
Sr. García .
Walter Tevis o lo que no sabías sobre 'Gambito de dama'
Jaques, cuentos y leyendas.

Walter Tevis o lo que no sabías sobre 'Gambito de dama'

Ajedrez ·

La azarosa vida del escritor californiano, un «perdedor nato», da sentido al universo de drogas y excesos que envuelve la figura de Beth Harmon

Manuel Azuaga Herrera

Sábado, 14 de septiembre 2024, 22:03

En 1956, Ray Russell, editor literario de la revista 'Playboy', compró los derechos de 'The actor', un cuento de ocho páginas escrito por un desconocido Walter Tevis. «Me atrajo su excelente redacción y la precisa descripción que hacía de un estafador de billar», reveló Russell. Antes de publicar el cuento, Russell recibió el visto bueno de su padre, un billarista que conocía bien el tapiz verde, las noches de marfil y el olor de las virolas despedazadas. Russell respetó el texto de Walter Tevis, pero decidió cambiar el título. Así surgió 'The hustler', que debería haberse traducido como 'El estafador', aunque en España se conoció como 'El buscavidas'. Poco tiempo después, Tevis se apropió de ese mismo título para dar nombre a su primera gran novela y, dos años más tarde, la historia de 'El buscavidas' (1961) se llevó al cine de la mano de Robert Rossen, quien la elevó a la categoría de obra maestra gracias a los golpes de efecto y al 'sex appeal' de Paul Newman.

En el rodaje, el galán de ojos azules coincidió con George C. Scott, un actor muy aficionado al ajedrez. Son famosas las partidas que Scott jugaba contra Stanley Kubrick en el set de '¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú' (1964). En este punto, abro una pequeña digresión. Se cuenta que, tras el éxito cosechado con 'El buscavidas', Paul Newman medraba para que sus películas tuvieran una «H» inicial en el título. Con 'Hud' (1963) lo consiguió. Y con 'Harper, investigador privado' (1966) la cosa fue a más, si damos por cierto lo que dicen, que Newman exigió convertir el nombre del personaje principal, Archer, en Harper. El propio Ray Russel bromeó sobre esta leyenda: «Cuando cambié el título del cuento de Walter Tevis, no podía sospechar que estaba creando una nueva superstición».

El mal trago de un perdedor

Tevis recibió 25.000 dólares por los derechos cinematográficos de 'El buscavidas'. En aquel momento, ya estaba casado con Jamie Lewis, su primera mujer, con quien tuvo dos hijos, William y Julie. Se subieron los cuatro a un viejo Chevrolet y pusieron rumbo a San Miguel de Allende, México, donde Tevis tenía previsto escribir su segunda novela, 'El hombre que cayó a la Tierra', una «autobiografía disfrazada» que fue llevada al cine en 1976 por Nicolas Roeg, con un David Bowie estelar, en todos los sentidos. Desde un principio, Tevis había imaginado a Peter O'Toole en el papel protagonista. Cuando transcendió que finalmente iba a ser Bowie, los hijos de Tevis pusieron una y otra vez sus discos en el salón de casa, de tan felices que estaban. Meses más tarde, una vez vio la película, Tevis quedó fascinado por el hipnótico trabajo del delgado Duque Blanco: «Bowie estuvo realmente maravilloso. Él es un hombre maravilloso».

En las noches mexicanas el licor era muy barato. Ochenta centavos la botella de ginebra. «Fue allí donde Walter empezó a beber en serio», confesó su mujer. Después de aquella aventura, Walter trabajó como profesor de inglés en la Universidad de Athens, en Ohio. Empezó a beber de madrugada, como el dios Sileno. Aunque, en el fondo, no hacía más que cumplir con un guion ancestral, toda vez que su padre también había sido alcohólico. Hasta 1963, Tevis había publicado dos novelas y diecinueve cuentos. A partir de entonces, estuvo 17 años sin escribir nada debido a su «grave problema con la bebida», como él mismo lo definió. En cierto modo, Walter Tevis se comportaba como el protagonista de uno de sus cuentos, como el perdedor nato de su propia vida. Al menos es lo que uno siente cuando lee a Tevis entre líneas: «Escribo sobre perdedores y solitarios».

La pasión ajedrezada de Tevis

Nacido en San Francisco, Walter aprendió a jugar al ajedrez alrededor de los siete años, como cualquier otro niño que se acerca por curiosidad al tablero. Desde una edad muy temprana, Tevis padeció una enfermedad cardíaca reumática. Los padres se marcharon a Kentucky para hacerse cargo de unas tierras que recibieron, pero dejaron al chico internado en el centro de convalecencia infantil de Stanford, donde Walter estuvo un año completo, hasta cumplir los once. En Stanford consumió fenobarbital, un sedante que tomaba hasta tres veces al día. Walter Tevis recordaba su etapa en el internado: «Me encantaba el fenobarbital. Esa puede ser una de las razones por las que me volví un borracho». Resulta indiscutible la conexión entre el orfanato de Beth Harmon, en 'Gambito de dama', y la experiencia vital de Walter Tevis.

Tras viajar a Kentucky y reunirse con su familia, Walter trabó amistad con Toby Kavanaugh, un compañero de secundaria. El padre de Toby había comprado una mesa de billar para que los chicos «no se metieran en líos». En la mansión de los Kavanaugh, Walter jugó al ajedrez y leyó sus primeras novelas de ciencia ficción. Pasados los años, Toby regentó su propia sala de billar, un espacio de juego y apuestas que perfiló el universo creativo de Tevis. 'El color del dinero' (1984), la primera novela de Tevis tras su largo paréntesis de abandono literario (secuela de 'El buscavidas', obra clásica del cine, de nuevo con Paul Newman), arranca con una dedicatoria: «Para Toby Kavanaugh, quien me enseñó a jugar al billar».

A lo largo de su vida, Walter Tevis siempre buscó un compañero de juego. En la Universidad de Athens hizo migas con el escritor Daniel Keyes, con quien se veía todo el tiempo para jugar al póker o al ajedrez. Con Don Richter, profesor de Historia, Tevis movía piezas tres o cuatro veces a la semana, en ocasiones hasta las tres de la madrugada. William, el hijo de Tevis, recuerda que su padre y Richter leyeron juntos 'Aperturas modernas de ajedrez', el mismo libro con el que Beth Harmon (en la novela y en la serie) estudia teoría y sus variantes. Richter, quien llegó a conocer muy bien el lado más íntimo de Walter Tevis, declaró: «Su verdadera pasión no fue el billar, fue el ajedrez».

Y, si juntamos todos los testimonios, así debió ser. Jamie, la primera mujer de Tevis, contó que una vez, en unos grandes almacenes de Columbus, vieron una mesa de ajedrez antigua a la que Walter «no pudo resistirse». La compraron, a pesar de su «alto precio», porque Tevis se lo había prometido a su hijo Will. La mesa, junto a dos sillas de cuero negro, lució en el salón de casa, al lado de la chimenea. Jamie también recordó la forma en la que Tevis jugaba cuando se concentraba, con un callo en el pulgar, de tanto morderse, «y una bebida en la otra mano».

«Soy muy bueno en ajedrez»

En varias entrevistas, Walter Tevis reconoció su amor por el ajedrez y por el juego deslumbrante de Bobby Fischer. En una de ellas, confesó que su ELO (puntuación que indica la fuerza de juego de un ajedrecista) era de 1423. Es esta una calificación modesta, pero también es cierto que demuestra que Tevis participó en torneos oficiales, lo que ya es un paso importante. «El ajedrez de torneo me pone demasiado nervioso», admitió. Aun así, Tevis se definía como un buen ajedrecista. En esta misma línea, su amigo Richter estimó que la fuerza real de ambos en el tablero (la de Walter y la suya) debía rondar los 1700 puntos ELO, un nivel nada desdeñable.

Fíjense en esto. En 'Gambito de dama', Beth Harmon se enfrenta en su primer torneo a un tal Cooke, «un hombre bajito y nervioso» que tiene 1520 puntos ELO. Walter describe a Cooke (o a él mismo) como alguien que «parecía muy tenso» y «no podía quedarse quieto». Y añade: «Era bastante bueno». Pero no crean por ello que Walter Tevis trataba de inflar su ego ajedrecista. Él siempre fue consciente de sus limitaciones en el tablero: «He perdido mucho más de lo que he ganado».

¿Quién fue Beth Harmon?

La pregunta que revolotea la lectura de 'Gambito de dama' es recurrente: ¿se inspiró Tevis en alguien para crear el personaje de Beth Harmon? Se ha escrito mucho sobre ello. Una de las hipótesis más aceptadas apunta a Diana Lanni, una jugadora que, a finales de los 70 y principios de los 80, estuvo en boca de todo el mundo, tanto por sus logros en el tablero como por su adicción a las drogas. Lanni frecuentaba en Nueva York la sala de juegos de Stuart Morden, amigo de Tevis. Para entonces, Walter se había divorciado de Jamie y se había instalado en Nueva York, así que es muy probable que se conocieran. Quién sabe si alguna vez jugaron… Sin embargo, no creo que Lanni supusiera una inspiración para Tevis.

Me explico. En mayo de 1983, con motivo del lanzamiento de 'Gambito de dama', Walter Tevis apareció en la portada de la revista 'Chess Life'. La entrevista que se incluye en las páginas interiores es reveladora. Tevis da algunas pistas autobiográficas: «Utilizo el ajedrez como una forma de retratar una personalidad algo neurótica, algo así como yo cuando tenía 20 años». Y confirma que no retrató a ninguna personalidad real del ajedrez en su novela.

Sea como fuere, les diré que llevo semanas investigando sobre Walter Tevis. He visto en internet la casa de los Kavanaugh, la mesa de billar donde Walter jugaba con Toby, al que (siento decirles) un desalmado asesinó en 1994. El caso, veinte años después, sigue siendo un misterio. He oído la voz de Tevis en una deliciosa conversación con el periodista Don Swain, he revisado la serie de Netflix. Hasta que, de repente, he puesto el foco en dos pequeños elementos. El primero es familiar: la madre y la hermana de Walter Tevis se llamaban Betty. El segundo es literario. Y premonitorio. Antes de la publicación de 'Gambito de dama', Tevis escribió un breve relato sobre ajedrez titulado 'El rey ha muerto'. La clave se esconde en este cuento. Me estremezco cuando, en uno de los pasajes, leo: «Estoy lista para seguir adelante. Quiero ser una niña. Quiero llamarme Beth».

Así que «Beth» ya estaba, quiero suponer, en la mente de Tevis, quizás desde su infancia. «Beth», con su «H» final, como la letra de la última columna de un tablero de ajedrez. Y después «Harmon», con su «H» inicial, como en la leyenda urbana de Paul Newman. Todo encaja.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Walter Tevis o lo que no sabías sobre 'Gambito de dama'