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claudia san martín
Domingo, 20 de septiembre 2020, 01:10
Aparece en escena iluminada por un haz de luz blanca. Las lentejuelas de su vestido comienzan a brillar como lo hará ella segundos después. Julia ... Martín tiene su 'looper' preparado para hacer la magia mientras sus músicos, guitarra, bajo y batería, esperan pacientes en la sombra. Una base de 'beatbox' que ella misma hace en el momento es el caramelo que lanza al público para explosionar poco después.
Sus ritmos, de su último y nuevo proyecto, calan y su puesta en escena deja embobado: «¿A qué botones le está dando para sonar así?», piensa uno.
La malagueña llegaba en la tarde de ayer al Teatro Cervantes dentro del ciclo Terral para hacer vibrar 'loopeando' a un público muy reducido. Su estilo es más que particular; puede mezclar en un mismo tema algo de hip hop, pop, rhythm and blues y soul, llevándonos a otro espacio con sus variadas texturas vocales.
'Not time for love', de su primer disco 'S.U.P.E.R.R.E.A.L.', lanzado en 2018, nos catapulta al proceso de producción de este álbum en el que la artista afirma que «no tenía tiempo ni para el amor», refiriéndose a la traducción más literal de este tema.
Emocionada y moviéndose por el escenario con soltura y mucho baile mientras cantaba y 'loopeaba' al mismo tiempo, Martín quiso ver a su público. Un sonoro «¡Guapa!» se escuchó cuando se acercó al filo del escenario y se encendieron las luces: «Os veo porque la mayoría de las macarillas son blancas», bromeaba con la mirada atenta a los valientes que se acercaron a disfrutar de su música. Entre ellos, Nieves y Conchi Cervera explicaron a SUR que ya vieron a la malagueña años atrás en Torremolinos y no querían perderse esta cita porque para uno de los últimos conciertos de la artista, en el Pompidou, se quedaron sin entradas: «Quisimos venir también para darle un apoyo a la cultura. Cremos que es muy importante en estos momentos», apuntaron estas hermanas.
Lo cierto es que Julia Martín parece que haya nacido encima de un escenario. Comunicativa y mostrándose alegre en todo momento reconoció ante el público que estaba algo nerviosa, pero lo calificó como «un nerviosismo guay»: «Llevamos mucho sin tocar y tenemos muchas ganas», comentó para justificar lo mucho que disfrutaron sobre el escenario del Cervantes.
Tal fue la conexión con los que fueron a verla que se sentó en la escalera del escenario y les cantó desde allí uno de sus temas. Se vieron algunos mecheros encendidos en alto, aunque pronto apagaron su luz para dejarla a ella brillar en su noche de Terral.
Con la canción que le da nombre a su primer álbum, apareció de pronto el pequeño Pedro Urbano para rapear con Martín, ataviado con leggins dorados y gafas llamativas, algo que levantó los fervorosos aplausos del público para ese momento de complicidad.
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