Álvaro Pombo y los Reyes de España EFE

Un Cervantes frágil y jocoso en un país de «influencers y mercachifles» y «sin honor»

El humor cervantino de Álvaro Pombo ilumina una sobria ceremonia marcada por el luto

Miguel Lorenci

Alcalá de Henares

Miércoles, 23 de abril 2025, 10:17

Como «el más alto honor literario y social que me ha concedido nunca España o el mundo». Así recibía Álvaro Pombo (Santander, 1939) el Premio Cervantes en Alcalá de Henares. Sin apenas voz, muy debilitado, no pudo leer su discurso de agradecimiento. Lo hizo su asistente, el historiador Mario Crespo. En silla de ruedas, un Cervantes frágil, jocoso y bienhumorado, ataviado con el preceptivo chaqué y su ya habitual gorro de lana, se sonreía como un pajarillo asustado ante su propia glosa de un país de «influencers y mercachifles» y «sin honor» antes de recibir el galardón de manos de Rey.

Publicidad

'Una fenomenología de la fragilidad' se tituló la divertida y breve alocución pombiana en la que alabó al padre de la novela. «Dios bendiga a Cervantes para que Dios y el propio Cervantes nos bendigan en las múltiples fragilidades y tarumbancias de nuestro descabalado siglo XX y XXI», comenzó. Quiso expresar «toda una fenomenología de la fragilidad hispana y de la fragilidad del mundo y de la fragilidad mía también», según aclaró el laureado escritor cántabro, que estuvo a punto de no acudir a la solemne ceremonia que se celebra cada año en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. «La fragilidad es el gran tema que va con nosotros en toda nuestra vida y en todo nuestro día a día», resumió en escritor que sacó fuerzas de flaqueza.

Los reyes a su llegada a Alcalá de Henares. Óscar Chamorro

Fue una ceremonia mucho más sobria que otros años. Ante el luto oficial de tres días impuesto por la muerte del Papa Francisco, se renunció a la pompa militar y a la festiva actuación de la tuna que recibe y despide al galardonado y a los reyes en la centenaria Universidad de Alcalá, esta vez con las banderas a media asta. Tanto el galardonado como el rey guardaron el luto con negras corbatas. No estuvo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

A punto de cumplir 86 años, delgadísmo y demacrado, Pombo desplegó su vitriólico humor de palabra, quitando hierro con su discurso a un acto con tintes luctuosos y su propia debilidad plantando cara a la muerte, como hizo Sancho Panza en el lecho de muerte de su hidalgo señor: «No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía», se recomendó a sí mismo.

«Ni por el tato»

Anunció Pombo que prepara una novela sobre la liquidación del colonialismo español y la fragilidad de un país en el que «ahora nadie se bate en duelo por su honor ni por el honor de España, ni por el del tato». «Nos hemos convertido en un país de influencers y mercachifles», lamentó.

Publicidad

Dedicó al 'Licenciado Vidriera' buena parte de una alocución que tenía escrita desde hace «muchos años por si caía del cielo este maravilloso premio» y en la que el humor pombiano se mezcló con el cervantino. «Cervantes eIige la imagen poética exacta: el vidrio (..) lo rompible, lo frágil, lo opuesto al Escorial, lo opuesto a la victoria», dijo sobre la ejemplar novela cervantina.

Trazó, además, un paralelo entre los últimos años de vida de Cervantes y su frágil situación actual. «Tenía Cervantes quizá, según los médicos, arteriosclerosis o cirrosis hepática o diabetes o insuficiencia cardíaca. Con todo esto encima, con setenta años afronta el final, ha escrito ya todo lo que tenía que escribir pero está llegando al final con un relativo y admirable buen humor», se felicitó Pombo.

Publicidad

«Cervantes fue un hombre profundo y pobre, al decir de Ortega y Gasset -recordó- y es muy posible que para alcanzar la grandeza en España, para superar la fragilidad, tengamos todos que llegar a la profundidad y a la pobreza». «Ahí se desharán los encantamientos. Ahí se romperá por fin el cristal. Ahí se hará fuerte lo frágil. Y los héroes seguirán recorriendo el imperio de su palabra incesante», concluyó Pombo que, abrumado y risueño, recibió una cerrada y larga ovación.

El Rey recordó a Mario Vagas antes de celebrar la «verdad, la claridad y la bondad» como pilares de la obra de Pombo y faros sociales en tiempos inciertos. «En este afán de encontrar la verdad narrativamente, hallamos la lección más profunda de la obra de Álvaro Pombo, la que deberíamos aprender todos. Lo importante es comprender lo que pasa y lo que nos pasa», dijo don Felipe. «Después podremos juzgar, pero antes tenemos que comprender. Y para ello, dice Pombo, la Filosofía suele subir demasiado aprisa a la abstracción. La novela es más humilde», agregó.

Publicidad

«En los tiempos que vivimos, los valores citados ─claridad, bondad, verdad─ son como faros que han de guiarnos en una búsqueda incesante. Vivimos días inciertos que piden claridad; días duros –y para muchos, aciagos─ que demandan bondad; días de confusión que reclaman verdad», agregó el Rey celebrado que la edad hubiera concedido a Pombo «un noble aspecto quijotesco».

«Con la claridad del maestro, del buen maestro, Álvaro Pombo nos habla, en su obra, de la bondad y la verdad. Por ese motivo, este premio Cervantes, el más alto galardón de las letras españolas, es, además de merecido, beneficioso para la sociedad en su conjunto», concluyó el Rey.

Publicidad

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun. También recordó a Vargas Llosa, fallecido hace una semana, antes de glosar la obra de Pombo: «Un verso único y excepcional y una paradoja gozosa, para todas y todos los que amamos la literatura», dijo. «Pombo es el autor excéntrico, en el sentido literal de la palabra, que regresa al centro, si es que el centro existe más allá de la utopía, como él mismo se pregunta», agregó Urtasun.

Óscar Chamorro

Genio y figura

Acurrucado sobre mismo en su silla de ruedas, buscando la calidez del sol primaveral, con chaqué, gorro de estibador, gafas de John Lenon y mirada de aguilucho, Álvaro Pombo transmitía una imagen de gran fragilidad tras recibir su medalla y su diploma como Premio Cervantes. Pero él mismo se encargó de desmentir cuando el poeta Luis Antonio de Villena le dijo que se le veía «estupendo». «Genio y figura...» dijo Pombo con un hilo de Voz, haciendo de la debilidad virtud y eludiendo el mal fario del final de la lapidaria frase.

Lo hizo sin dejar de comer canapés, croquetas y otras delicias, regadas con abundante zumo de naranja en un cóctel 'académico' que no contravenía el luto oficial decretado por la muerte del Papa Francisco. «He dormido bien. Me levanto mejor que me acuesto. El Cervantes no me quita ni el humor, ni el apetito ni el sueño», confesó con cara de pillo y voz casi inaudible, tras haber amagado en la víspera con no acudir a la ceremonia.

Se acababa de hacer la foto de familia con los reyes, las autoridades locales y académicas, con su prima Marieta Pombo y su sobrina Flavia Márquez Pombo, y con su ayudante Iñaki Laguna a quien dicta sus novelas y con quien ultimó el discurso que leyó Mario Crespo.

¿Qué tal se ve con el chaqué, don Álvaro?, le preguntamos. «No me veo, pero he sido siempre de traje formales», explicaba diluyendo la incongruencia de vestir la formal prenda protocolaria con negra corbata de luto y tocarse con un ajado gorro marinero «que llevo desde hace muchísimos años»

También de negro riguroso vestía la Reina Letizia, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. No así María José Sáenz de Buruaga, presidenta de Cantabría y que prefirió el blanco.

No hubo muchos escritores ni académicos entre los asistentes. No faltó Luis Mateo Díez, compañero en la RAE y presidente del jurado que premió a Pombo. Tampoco el director de la Docta Casa, Santiago Muñoz Machado, los escritores Manuel Rico, Joaquín Pérez Azaustre, Luis Antonio de Villena y Marta Sanz, y la editora de Anagrama, Silvia Sesé.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad