Carguero Fjord

Hundido el 21 de diciembre de 1941 (II Guerra Mundial) en la costa de Estepona.
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La localización del torpedo alemán que hundió el submarino republicano C-3, que ha publicado SUR al cumplirse el aniversario del desastre, ha rescatado la atracción por los naufragios en Málaga. Y no solo por ser la crónica de un fracaso y una tragedia, sino porque todos esos barcos y submarinos se van a pique con una historia que se empeña en salir a flote. A ellas ha dedicado su vida el marino mercante, perito e investigador Fernando J. García Echegoyen, que con paciencia y rigor ha ido marcando en una carta náutica los barcos malditos de la costa malagueña hasta reunir más de un centenar. «Pero esos son solo los que están documentados, porque cuando hablamos de Málaga hablamos del Mar de Alborán que es donde se han producido más naufragios en la historia desde época fenicia», sostiene el especialista y colaborador de 'Cuarto Milenio', que ha reunido los hundimientos desde el siglo XVIII a la actualidad en el último número de 'Cuadernos del Rebalaje'.
Uno de los cuadernos originales del
investigador donde apunta la localización
de los naufragios
Fernando J.
García Echegoyen
Uno de los cuadernos originales del
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de los naufragios
Fernando J.
García Echegoyen
Fernando
J. García
Echegoyen
Uno de los cuadernos originales del
investigador donde apunta la localización
de los naufragios
Uno de los cuadernos originales del
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Fernando
J. García
Echegoyen
Varias son las causas de la larga lista de hundimientos en nuestras costas. Por aquí han navegado todas las grandes civilizaciones, es una zona de influencia del estrecho con temporales de poniente y levante, el tráfico marítimo y el comercio ha sido intenso y sus aguas han sido escenario de hasta cuatro grandes conflictos: la Guerra de África, la Gran Guerra, la Guerra Civil y la II Guerra Mundial. «Aunque España no participó en las contiendas europeas, aquí se libraron muchas batallas navales que la gente desconoce», asegura este lobo de mar en tierra firme ya que nació en Zaragoza y vive en Antequera. «Tiene una explicación porque mi principal actividad es peritar barcos y viviendo en el centro geográfico de Andalucía me desplazo siempre con rapidez y comodidad a cualquier zona costera», afirma el investigador que, dejando fuera los populares hundimientos del Gneisenau y del Submarino C-3, nos habla de los diez grandes naufragios de Málaga. Cada uno con su historia emergente:
Siguiendo la carta náutica de naufragios de oeste a este, el primer desastre naval con consecuencias internacionales nos lleva a la II Guerra Mundial con el carguero noruego Fjord y su hundimiento a dos millas y medio del puerto de Estepona. Camino de Gibraltar con 6.000 toneladas de mineral de hierro, el submarino alemán U-557 lo torpedeó a finales de 1941 por navegar para el Gobierno inglés. El buque se hundió en unos instantes por su pesada carga, sin tiempo para arriar los botes salvavidas. De sus 36 tripulantes murieron 14, entre ellos su capitán, Halfdan Tønder. «El hundimiento se produjo muy cerca de la costa y provocó una gran crisis diplomática ya que el cónsul británico elevó una protesta a las autoridades por dejar que un submarino alemán operase dentro de la jurisdicción española y atacase un barco cuando nuestro país era neutral», explica García Echegoyen, que añade que este hundimiento se produjo apenas dos semanas después del ataque japonés a Pearl Harbour.
Entre las inmersiones preferidas por los buceadores deportivos se encuentra el pecio del mercante Menapier, que se fue a pique el 11 de noviembre de 1917 a unas dos millas al sur de la punta de Calaburras cuando colisionó con el buque Iddesleigh. Su escasa profundidad lo ha convertido en un pecio muy visitado, lo que mantiene muy viva la historia de este buque de la naviera británica Lloyd Royal Belge que, tras ser abordado por otro buque, se hundió con su cubierta de torreta ('turret deck'), un tipo de embarcación que se popularizó en aquella época para pagar menos tasas al cruzar el canal de Suez. Al igual que el posterior hundimiento del Fjord, el Menapier también iba camino de Gibraltar con esa misma carga de mineral de hierro, aunque la causa de su naufragio fue un accidente.
Muy cerca del anterior se encuentran los restos de una batalla naval de la Guerra Civil: la que libraron el destructor republicano Almirante Ferrándiz y el crucero franquista Canarias en los primeros meses de la contienda. El buque de guerra hundido estaba patrullando el estrecho cuando su rival de más envergadura comenzó a bombardearlo. «Una superviviente me contó que subió a cubierta tras el primer ataque y me contó que se hundieron sin poder ver quien les disparaba», explica Fernando García Echegoyen sobre la capacidad del Canarias para dejar tocados a sus enemigos desde once millas de distancia. Murieron casi un centenar de marineros y una placa en el paseo por La Cala de Mijas les rinde homenaje. «Fue un hecho muy relevante en la batalla naval y cuando un asesor soviético de la Armada se enteró, sentenció: 'Hoy la República ha perdido la guerra'», relata el investigador, que añade que con esta acción el bando de Franco ganó la batalla por el control del estrecho y pudo «estrangular el tráfico republicano por el Mediterráneo».
Una de las novedades que aporta la publicación del último número de 'Cuadernos del Rebalaje' es el lugar del hundimiento del portaaviones inglés Ark Royal. Aunque en principio se había situado en la zona de Estepona, García Echegoyen calcula que se encuentra en un foso a mil metros de profundidad frente a Mijas, donde colapsó sin poder llegar a Gibraltar después de ser torpedeado por el submarino nazi U-81 en el Mar de Alborán. El lugar de su hundimiento frente a las costas de Málaga se mantuvo en secreto durante décadas, lo que hizo que fuera un episodio muy desconocido, además de un gran revés para la Armada británica ya que ese moderno portaaviones era un emblema de su flota. Por fortuna, solo falleció una persona y toda la tripulación pudo ser evacuada, aunque su naufragio hizo historia: «Es el mayor pecio de las costas andaluzas y probablemente de las costas españolas», dice el investigador.
Antes de que el Gneisenau naufragara en el puerto de Málaga, la tragedia más sonada fue la del vapor italiano Génova que sufrió una explosión con posterior incendio y desastre. Aunque de bandera italiana, el Génova fue un buque fletado por el gobierno español para el transporte de tropas y material bélico a Marruecos a mediados del siglo XIX. A bordo iban 12 oficiales del ejército, 50 zapadores, mulos, material de guerra y explosivos con la mala fortuna de que una granada explotó en las bodegas a primera hora de la mañana. Numerosos malagueños ayudaron en la tragedia, aunque su hundimiento fue inevitable. Paradójicamente, aquel naufragio volvería a los titulares un siglo después cuando el primer gran crucero, Cristóforo Colombo, hizo escala en Málaga y pasó apuros para salir del puerto para no 'tropezar' con el Génova. La naviera italiana dijo que no volvería a Málaga, lo que obligó a la autoridad portuaria a rescatar el navío del fondo y poner el cartel de 'bienvenidos los trasatlánticos'.
Apenas dos días después del hundimiento del Ark Royal, los británicos se cobraron una buena pieza al hundir el submarino U-433, que se fue a pique casi sin estrenarse: en su segunda misión. El u-boot acechaba en Gibraltar a un convoy cuando fue descubierto y atacado por la corbeta HMS Marigold. Tras sumergirse en una maniobra de escape, el barco inglés lo persiguió con cargas de profundidad, lo que obligó al submarino a subir, donde fue rematado a cañonazos. Seis tripulantes alemanes murieron y 38 fueron hechos prisioneros, antes de que el breve U-433 se hundiera a 30 millas al sur de Málaga. Otro episodio de la II Guerra Mundial muy desconocido que sitúa la batalla naval entre aliados y nazis en aguas malagueñas.
Málaga también está en la mira de los cazatesoros y tiene su capítulo tipo Odyssey. El codiciado barco se llama Namur y fue un trasatlántico mixto de carga y pasajeros de P&O, la naviera oficial británica para el transporte de correo y fondos entre Gran Bretaña, España, Portugal y el lejano Oriente. Durante la I Guerra Mundial, el mítico lobo de mar alemán Lothar Von Arnauld de la Perière le puso la proa de su submarino U-35 al Namur y lo alcanzó. Tocado y hundido. Llevándose a mil metros de profundidad una preciada carga de oro, diamantes y rubíes. Hace años, unos cazatesoros italianos ofrecieron a García Echegoyen visitar el pecio del submarino U-433. «Me pregunté cómo podían gastar tanto dinero en una misión a un barco de guerra cuando me di cuenta de que, muy cerca de donde estábamos, se hundió el Namur», recuerda el investigador, que añade que un buque de la armada española detuvo en 2013 el buque cazatesoros Endeavour que también buscaba el pecio. Y su preciada carga.
De los hundimientos históricos, el Septentrión fue todo un revés para la armada española en el siglo XVIII. Con 64 cañones por banda viento en popa a toda vela -que diría Espronceda-, este navío de línea llegó a Málaga comandado por Diego Quevedo, donde se desató un temporal que varó el barco entre la Cala del Moral y el Peñón del Cuervo. Allí, sin gobierno y a merced del viento y las olas, la embarcación quedó desahuciada. Gracias a la ayuda de otros barcos que vinieron de Málaga se salvó a toda la tripulación, «los pertrechos, su artillería, 6 morteros de a placa y 120 pedreros que conducía de transporte, y mucha parte de herraje y otros metales», según las crónicas. No obstante, García Echegoyen afirma que en esta zona ha sido visible un cañón a escasos cinco metros de profundidad que bien pudo pertenecer al Septentrión. El capitán Quevedo fue sometido a un consejo de guerra pero fue absuelto.
No solo de buques de guerra y grandes barcos viven los naufragios malagueños. También de pequeñas historias como la que vivió el yate británico Yubean, que según el especialista en naufragios es probablemente la primera pérdida de una embarcación de recreo en las costas malagueñas. Ya en las primeras décadas del siglo XX el turismo comenzaba a despuntar en Málaga por tierra y por mar, lo que trajo a aguas mediterráneas este lujoso bote que, en el mes de enero, embarrancó en el faro de Torrox el 26 de enero de 1917. El informe del naufragio contaba que, además de los propietarios del barco, entre los pasajeros también se encontraba el chófer de los señores.
Y para terminar, en el extremo oriental de la provincia descansa el vapor correo Delfín, más conocido por el dicho 'estás más perdido que el barco del arroz'. Propiedad de la compañía Transmediterránea, a este barco le sorprendió la Guerra Civil en el puerto de Málaga, por lo que en un primer momento se usó como prisión. Absuelto de su destino carcelario, se hizo a la mar para el transporte de víveres por los puertos republicanos del Mediterráneo cuando el 30 de enero de 1937 fue atacado por el submarino General Sanjurjo y rematado por hidroaviones del bando nacional, embarrancando entre Torrox y Nerja. Pese a su fama de perdido, es fácil encontrarlo, ya que como explica García Echegoyen «desde la carretera de la costa se ve la sombra de sus restos y es un sitio muy popular entre los buceadores».
Además de estos diez pecios, el investigador ha recopilado la ubicación e información de otros cuarenta naufragios en el mar de Alborán. Clasificados en seis grupos, se pueden consultar los 50 en el siguiente mapa, con botones seleccionables para ocultar y volver a mostrarlos por categorías:
El notario de todos estos hundimientos, Fernando J. García Echegoyen, concluye su lista advirtiendo que esta selección es solo la punta del iceberg de nuestro 'Titanic'. Solo hay que ver el mapa que acompaña este reportaje que recupera la memoria náutica de los naufragios documentados. Y cada uno con su propia historia que daría, en muchos casos, para su propio libro. «Y estos son solo los que conocemos, porque bajo el mar hay desastres todavía desconocidos».
Para la realización del mapa digital se ha cogido como base el mapa de Fernando J. Garcia Echegoyen publicado en 'Cuadernos del Rebalaje'. Por lo tanto, las ubicaciones no son cartográficamente exactas.
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Los diez grandes naufragios de Málaga: del portaaviones Ark Royal al tesoro del Namur
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