
OSKAR BELATEGUI
Miércoles, 6 de abril 2016, 00:56
Martin Scorsese, que le dirigió en 'El cabo del miedo', resumió a la perfección el carisma de Gregory Peck: «Cuando aparece en la pantalla se le acepta como tal, como en un teorema de geometría». Para el magnate de la Fox Darryl Zanuck, que le dio el papel del rey David en 'David y Betsabé', Peck tenía «cara bíblica». Poco antes de morir en 2003, una encuesta del American Film Institute constató que, por encima de todos los héroes de ficción, un personaje representaba la integridad en la cultura popular estadounidense mejor que nadie: el abogado Atticus Finch de 'Matar a un ruiseñor'.
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Hace cien años que vino al mundo en La Jolla (California) un mito del cine que representó mejor que nadie la caballerosidad y la decencia. El hombre que llevó en Vespa a Audrey Hepburn en 'Vacaciones en Roma', combatió a la gigantesca ballena blanca de 'Moby Dick' y murió bajo un cielo llameante en 'Duelo al sol' nunca dio un escándalo fuera de la pantalla. Todo aquel que trabajó con él solo tuvo buenas palabras. En 1986, el Festival de San Sebastián entregó el primero de los Premios Donostia al protagonista de 'Horizontes de grandeza'. Su director por entonces, Diego Galán, recuerda su elegante estampa. «Era todo un caballero, con una cortesía extraordinaria. Y parecía mucho más alto y grande que en sus películas». El actor quedó tan encantado de su visita a San Sebastián que, desde entonces, se convirtió en su mejor embajador y convenció a Glenn Ford y Bette Davis para que vinieran a La Concha en años posteriores.
Peck tocó todos los géneros y casi siempre fue el héroe, lo que para él tenía más mérito que hacer de villano. Nacido el 5 de abril de 1916, sufrió una infancia difícil a causa del divorcio de sus padres y fue criado por su abuela. A los seis años vendía periódicos por las calles. Abandonó sus estudios de Medicina para conducir camiones y probó el veneno de la actuación en un grupo de teatro amateur en Berkeley. Con 26 años ya figuraba en las marquesinas de Broadway.
Una prueba con el todopoderoso productor David O. Selznick fue su pasaporte al estrellato. En 1944 consigue su primera nominación por 'Las llaves del reino'. Declarado no apto para el Ejército, en su ascenso al estrellato tuvo mucho que ver que las estrellas masculinas de la época fueran reclutadas para la guerra.
Suicidio de su hijo mayor
Gregory Peck simbolizó las virtudes y valores de América, aunque en ocasiones -'El pistolero', 'El hidalgo de los mares'- se permitía mostrar debilidades. Tampoco le hizo ascos a temas escabrosos como el antisemitismo -'La barrera invisible'-, el racismo -'Matar a un ruiseñor', su película favorita y su único Oscar- y el nazismo -'Los niños del Brasil', uno de sus raros villanos-. Celoso de su vida privada, estuvo casado en dos ocasiones: con la finesa Greta Kukkonen y con la periodista francesa Veronique Passani, 16 años menor que él, de quien se enamoró en una entrevista. Hasta su divorcio fue civilizado.
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El protagonista de 'Recuerda' era un liberal nato que encabezó un sinfín de movimientos políticos y obras de caridad. Presidió la Academia del Cine y retrasó la gala de los Oscar en solidaridad con la comunidad negra por el asesinato de Martin Luther King. Pidió el control de las armas de fuego tras la matanza de Columbine, participó en galas contra el sida y hasta el Partido Demócrata trató de convencerle para que se presentara a gobernador de California tratando de frenar a Ronald Reagan. Padre de cinco hijos con sus dos mujeres, la gran tragedia de Gregory Peck fue el suicidio de su primogénito Jonathan en 1975, víctima de una depresión. Durante dos años fue incapaz de actuar. «El suicidio de Jonathan fue insuperable. Sus continuas depresiones le habían abocado a la autodestrucción y nos vimos impotentes para salvarlo», reconocía un caballero que siempre tuvo claros sus principios: «Mi abuela era un prodigio de bondad que me dio normas muy claras sobre lo que tendría que ser mi comportamiento futuro: honradez, prudencia y sentido de la amistad. Esas enseñanzas fueron la mejor filosofía que pude aprender».
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