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Aquel día fue la anfitriona. Christine Ruiz-Picasso Recibió a los Reyes a pie de museo, donde los monarcas entraron rápido para evitar la lluvia ... que caía como chuzos de punta y los acompañó sala por sala explicando que 'Olga Koklohva con mantilla' tenía truco porque lo que llevaba en la cabeza su suegra era en realidad un mantel, mientras que ese niño encantador con cara de Paulo era su marido cuando todavía solo era el hijo de Picasso. Ese mismo 27 de octubre pero 20 años después y cambio climático mediante, la lluvia no asomó en el acto institucional celebrado este viernes por el vigésimo aniversario de la inauguración del Museo Picasso Málaga ni tampoco estuvo presente Christine, aunque su nombre fue el más repetido en esta conmemoración como gran promotora, donante y legataria que hizo posible el nacimiento del MPM. Y como reconocimiento, desde ahora, el auditorio del museo llevará su nombre. Un rótulo bajo el que su hijo Bernard no se ha resistido a hacerse una foto con su teléfono móvil. Pero por si el 'selfie' no salía bien, un fotógrafo improvisado que se veía con experiencia, el consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Arturo Bernal, se ofreció a retratarlo.
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El nieto primogénito del artista malagueño no pudo disimular su sonrisa por este visible gesto hacia su madre en un acto que fue un homenaje a la mujer que se empeñó en conseguir el sueño incumplido de Pablo Picasso de que su obra se exhibiera de forma permanente en su ciudad natal. De hecho, Christine Ruiz-Picasso fue la que personalmente eligió el Palacio de Buenavista y lo imaginó como la sede del MPM que es actualmente. «Este museo en Málaga representa muy bien el deseo de mi madre de reconocer a su suegro y a mi padre que también lo perdí joven», aseguró Bernard, que añadió que por la mañana habló con su madre y, al recordarle que la pinacoteca que ella inició ya cumple dos décadas, exclamó: «¡Hace ya veinte años!».
El hijo de Christine y patrono del Museo Picasso explicó que precisamente este sábado su madre cumple 95 años, razón por la que no pudo volar a Málaga. Por eso aprovechó la llamada de ayer para contarle que el museo tiene cada vez más asistencia –este año espera alcanzar los 9 millones de visitas desde su inauguración– y que la institución expositiva vive «un momento alegre». «A su edad no puede viajar, pero su corazón está con nosotros», manifestó Bernard Ruiz-Picasso, que también puso la nota de humor al recordar la exposición pionera en Málaga en 1994 'Picasso, primera mirada', en el entonces Palacio Episcopal: «La gente decía: 'que no sea la última'». Un mensaje que su madre se tomó al pie de la letra.
El patrono de la fundación que rige el museo también se acordó de los trabajadores del MPM –«algunos me decían esta mañana que llevan aquí 23 años trabajando y les tengo cariño en el corazón»– y también quiso agradecer a «todos los que han hecho posible este proyecto». El coleccionista puso a la pinacoteca como ejemplo de la colaboración y la gestión público-privada y recordó el «esfuerzo» de la Junta de Andalucía y la Consejería de Cultura, que invirtió los 66 millones de euros de la construcción y rehabilitación del Palacio de Buenavista, además de sufragar cada año el proyecto con más de cuatro millones de euros. Además, tuvo palabras para el Ayuntamiento y el talante de su «famoso» alcalde, Francisco de la Torre, al que felicitó por su actitud «constructiva» pese a las diferencias políticas.
El nieto de Picasso también apeló a la defensa de la libertad y recordó el espíritu del 'Guernica' que «defiende valores importantes en este momentos en los que no sabemos a donde va el mundo con el extremismo, la violencia y la muerte de madres y de niños. Cualquiera que sea al país siempre es lo mismo». Ese dramatismo que reflejo el malagueño en su icónico cuadro tenía un personaje central que es el caballo, una representación simbólica muy presente en la obra de Picasso y que Bernard reveló que procede de la época infantil del artista: «Mi abuelo decía que aquí, en la Málaga del siglo XIX, los caballos por las calles le daban miedo a los niños».
En su discurso, el patrono del museo también hizo bandera de la «potencia» del museo por lo que quiso mandar un «mensaje de optimismo» y de «unidad para seguir adelante». Aunque no lo citó, sus palabras recordaron el conflicto laboral de los trabajadores del MPM por la falta de acuerdo para el nuevo convenio y que ha provocado varias jornadas de huelga en los últimos meses. Bernard Ruiz-Picasso se despidió agradeciendo de nuevo el esfuerzo a «todas las personas que trabajan» en el museo.
El nieto del artista malagueño puso la emoción y el acento personal en el acto institucional del XX aniversario, que estuvo deslucido por el escaso público que apenas llenaba cinco filas del recién bautizado Auditorio Christine Ruiz-Picasso. El turno de intervenciones lo abrió el director del MPM, José Lebrero, que homenajeó a la patrona legataria de la colección del Museo Picasso e hizo un repaso a la trayectoria de la pinacoteca recordando que «el fascinante universo visual de Picasso es el motivo por el que más de 2.000 personas cruzan cada día las puertas del museo».
El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, también se subió al escenario y se sumó al reconocimiento a los impulsores del museo. «Poner el nombre de Christine a este auditorio es un acierto porque fue decisiva en la creación de este museo como lo son ahora Bernard y Almine Ruiz-Picasso», consideró el regidor que también tuvo un recuerdo para Juan Temboury, que en los años 50 del pasado siglo estableció los primeros contactos con Picasso para crear un museo, y para la primera directora de la institución, Carmen Giménez, que puso en marcha un centro expositivo llamado a revolucionar culturalmente la capital. «Ya que estamos en una ciudad marinera, diré que el Picasso es el buque insignia de toda la flota de museos de Málaga», consideró.
El acto lo cerró el consejero de Cultura, Arturo Bernal, que rememoró el agua que caía este mismo día de hace veinte años y que consideró un símbolo de la «fertilidad cultural» de la ciudad. Esa lluvia fina caló así hasta convertir el Museo Picasso en «marca de Málaga, de Andalucía y del arte contemporáneo en el mundo» y la ciudad en un destino cultural. No obstante, afirmó que la transformación no solo es lo que se ve. «También ha habido un cambio menos evidente y es el de la mentalidad y la modernidad que tiene mucho que ver con el Museo Picasso», abrochó.
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