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Ha hecho el camino inverso al de la mayor parte de las empresas: primero nació en Internet y luego se asentó a pie de calle. Y ahora, con el confinamiento de la población decretado por el estado de alarma sanitaria y todos los comercios «no esenciales» (entre ellos, las librerías) cerrados a cal y canto, Agapea ha regresado a sus 'cuarteles de invierno' en plena primavera con un aumento del 50% en su volumen de ventas 'on line', tal y como detallan desde la librería malagueña.
«En una época en la que la venta en librería física supone más del 60% de la facturación total, con éstas cerradas, sólo tenemos la venta 'on line'. Los primeros días de incertidumbre las ventas no sufrieron cambios significativos, no obstante, en los últimos días hemos tenido un aumento en la venta 'on line' del 50%, en comparación con el mismo período del año anterior, que aunque no compensa la caída por el cierre de las tiendas, nos muestra la confianza de nuestros clientes en nuestro servicio 'on line'», sostiene la responsable de Gestión Cultural de Agapea, Rocío Rivera Ocaña.
Nacida en 2002 como una librería 'on line' especializada en libros técnicos y de oposiciones, en estas dos décadas Agapea ha pasado a facturar 19 millones de euros (datos de 2018) con una plantilla de 95 empleados, seis tiendas físicas y 155.000 envíos 'on line' al año. Apenas tres años después de su alumbramiento, Agapea abría su primera tienda en Teatinos, a las que seguirían otras en Tenerife, San Fernando (Cádiz), Mallorca, un punto de recogida en Barcelona y la librería del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga.
«La expansión de nuestras librerías ha ido en paralelo a la de nuestros fondos; poco a poco hemos ido aumentando nuestro 'stock' y actualmente somos una librería generalista, especializada en libros difíciles de encontrar y con un catálogo de más de 17 millones de títulos», remata Rivera.
Ese inmenso muestrario se gestiona a través de dos centros logísticos en Málaga (con más de 250.000 títulos en 'stock') y Tenerife (con capacidad para otras 90.000 referencias). De su volumen de negocio, Rivera concreta que el 33% de los pedidos son para clientes internacionales. «Gran parte de esos envíos se hacen a México, Estados Unidos, Reino Unido y Alemania», concreta la representante de la librería malagueña.
De regreso al incierto escenario actual, Rivera comparte: «La situación actual de cierre temporal por el estado de emergencia afecta a un sector, el del libro, que todavía sufre los coletazos de la crisis de 2008 y la entrada en escena de grandes competidores internacionales como es Amazon. En España, en estos momentos, recibimos un importante volumen de pedidos de ciudades donde tenemos librerías físicas».
«Los mismos clientes –sigue Rivera– que habitualmente encargan libros por la web para recoger en las librerías, están comprando con normalidad con la opción de recibir en domicilio, decisión que hemos acogido y agradecido con una campaña promocional de gastos de envío gratis durante este confinamiento», detalla Rivera sobre la promoción que ofrece ese envío sin coste para pedidos de más de 18 euros para la España peninsular y pagados con tarjeta o a través de Paypal.
«El perfil de nuestros lectores es bastante generalista, lo bueno de haber nacido como librería especializada, que ha ido creciendo paulatinamente, es que nuestros lectores abarcan muchos ámbitos», ofrece Rivera sobre su clientela. Una audiencia que, ahora que debe permanecer en casa, parece decantarse por la ficción para ver pasar las horas de confinamiento.
«Los libros más vendidos son las últimas novedades de autores ya consagrados como 'Y Julia retó a los dioses' de Santiago Posteguillo, 'La madre de Frankenstein' de Almudena Grandes, 'La chica de nieve' del malagueño Javier Castillo o 'Un cuento perfecto' de Elisabet Benavent», prosigue la responsable de Gestión Cultural de Agapea.
Y una curiosidad: «Cabe destacar el repunte en ventas de 'El jinete pálido', de Laura Spinney, un ensayo de hace un par de años que habla sobre la epidemia de 1918, llamada 'la gripe española'». Quizá por aquello de que la Historia se repite.
Sus voces suenan entre cansadas, preocupadas y recias al otro lado del teléfono. José Antonio Ruiz, responsable de la Librería Luces, y Jesús Otaola, capitán del barco libresco de Proteo-Prometeo, confirman que siguen suministrando a sus clientes los pedidos que llegan a través del teléfono o de Internet, si bien coinciden en que no resulta un buen negocio.
No en vano, otras librerías independientes de la capital malagueña como Rayuela o Áncora han decidido echar el cierre hasta que pase el estado de alarma. «Lo hacemos, sobre todo, por seguir prestado el servicio, por fidelidad y compromiso con nuestros clientes», resume Ruiz, que en muchos casos lleva él mismo los encargos si el destino está en la capital, mientras que en otras ocasiones echa mano de empresas de mensajería que siguen operando por el momento.
Tanto Luces como Proteo han aplicado un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) en sus respectivas plantillas ante el cierre decretado por el Gobierno durante el estado de alarma. Y en ambos casos intentan capear el temporal económico y sanitario redoblando esfuerzos y entusiasmos.
«A la semana tenemos unos diez o doce pedidos. Atenderlos resulta complejo, porque nuestra capacidad es limitada, sobre todo ahora, pero lo asumimos como un servicio a la comunidad, como una manera de contribuir también a que la gente se quede en casa», defiende Otaola.
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