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Investigadoras de la UMA trabajan en el primer informe para evaluar la conducción tras sufrir un ictus

Investigadoras de la UMA trabajan en el primer informe para evaluar la conducción tras sufrir un ictus

Determina si un paciente que ha padecido un accidente cerebrovascular puede o no maniobrar un coche

TERESA R. DEL SOL

Martes, 17 de mayo 2022

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Cada año se producen 104.071 daños cerebrales en España según la Federación Española de Daño Cerebral. Cuando una persona sufre un accidente cerebrovascular, conocido también como ictus, y vuelve poco a poco a su rutina diaria hay que atender cuáles son sus dificultades y posibilidades, una de ellas y que puede suponer un peligro es volver a conducir un coche. Las secuelas que pueden quedar en los pacientes que han sufrido un ictus no son iguales ni de la misma gravedad en cada uno de ellos y pueden limitar ciertas actividades que anteriormente realizaban con normalidad. En España no existe ningún protocolo que determine si una persona que ha sufrido un ictus puede volver a conducir o no. Investigadoras de la Universidad de Málaga en colaboración con la Universidad de Granada están trabajando precisamente en elaborar este protocolo.

El proyecto de investigación está formado por expertas en terapia ocupacional, especializadas en evaluación de los procesos cognitivos alterados tras daño cerebral que impactan en las actividades de la vida diaria, investigadoras con formación en neuropsicología e investigadores especialistas en el ámbito de los procesos cognitivos relevantes para la conducción segura. El proceso arrancó en marzo aunque se empezó a trabajar en él dos años atrás, antes de la pandemia, poniéndose en contacto con los diferentes agentes que colaboran también: Torcal Fundación, la Unidad de Gestión Clínica Interniveles de Rehabilitación del Hospital Regional Universitario de Málaga y la Unidad de Gestión Clínica de Medicina Física y Rehabilitación Interniveles del Hospital Universitario Virgen de la Victoria y participa también la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de Málaga (ADACEMA).

Las personas que han sufrido un ictus pueden manifestar alteraciones cognitivas, como por ejemplo en los procesos de memoria, concentración, toma de decisiones y resolución de problemas, también es frecuente que tengan alteraciones en la personalidad mostrándose más irascibles o rígidos en sus planteamientos. Estas secuelas físicas y psicológicas pueden afectar a su habilidad para maniobrar de forma segura un coche, de ahí, señalan las expertas, la necesidad de un informe que apunte si una persona que ha sufrido un ictus está capacitada para conducir pues su vida como la de otros conductores puede correr peligro.

La conducción es una actividad que demandan mucho los pacientes porque les da independencia

El protocolo de evaluación se centra principalmente en los aspectos cognitivos. Los problemas motores que padezca la persona se van a minimizar con adaptaciones en el propio coche. «Hay diversas adaptaciones como por ejemplo el pomo en el volante que nos permite suplir o compensar estos problemas motores que tienen las personas. Entonces el protocolo se trata sobre todo de esa evaluación cognitiva, es decir, mental porque tras un sufrir un ictus las personas pueden tener muchos problemas atencionales, pueden obviar un lado del campo visual, pueden tener problemas de memoria o de planificación de toma de decisiones. Entonces la evaluación reside en saber si esa persona tiene esas capacidades cognitivas intactas para que pueda volver a conducir», explica la terapeuta ocupacional y coinvestigadora principal del proyecto, María Rodríguez. En la investigación se discute qué funciones cognitivas son determinantes para la tarea de la conducción, cómo se deben evaluar y, en especial, se debate acerca de qué aspectos son relevantes para llevar a cabo una conducción.

Fases de la evaluación

A la hora de realizar las pruebas a la persona que ha sufrido un ictus tiene que superar cuatro fases: una evaluación neuropsicológica -cognitiva- en la que han cogido diferentes pruebas clásicas que se encuentran estandarizadas; otra prueba de personalidad y de estilos de conducción, hay escalas que también tiene relación con la manera que tiene la persona de conducir o la impulsividad que pueden tener tras un ictus y puede influir a la hora de manejar el coche; la siguiente de ejecución directa, donde a través de una serie de vídeos que se les pone con escenas reales de conducción tienen que detectar cual es el peligro; y por último la ejecución directa de la conducción, una primera con un simulador, le plantean una ruta que tienen que realizar y dónde han diseñado una evaluación observacional de qué ítems van a ver y analizar cuando la persona esté conduciendo, y para finalizar, y lo más importante, la ejecución real en un coche de autoescuela con la profesora y las expertas.

Carta de interés de la DGT

«Esto está pasando por un comité de expertos para valorar bien que estemos midiendo lo que tenemos que medir para evaluar a una persona al volante. Tras todas esas pruebas, las neuropsicológicas, las de personalidad, la de los vídeos, el simulador..., queremos ver si predicen de alguna forma esta ejecución en la conducción real porque vamos a ver cuales son las mejores, las más sensibles para decidir qué camino tenemos que seguir cuando queremos evaluar y saber si una persona puede volver o no a conducir, seleccionar las pruebas de mayor predictibilidad», expresa María Rodríguez. Además, están evaluando la parte anterior a la conducción que es la de planificación al realizar un viaje, la ruta que tienes que seleccionar o los lugares por los que no puedes pasar. «Queremos tener una visión muy completa de la conducción antes, durante y después», cuenta la investigadora.

La evaluación es validada por un comité de expertos y se trata de la más completa de España

Desde el inicio del proyecto establecieron contacto con la Dirección General de Tráfico (DGT) y cuentan con una carta de expresión de interés por parte del organismo que pone en interés los resultados de los datos. Así, las investigadoras esperan que los resultados puedan trascender.

Prueba pionera en España

«En la actualidad, la conducción es una actividad que demandan muchísimo porque les da independencia y como no hay nada reglado, en el momento que consideran ellos que ya pueden conducir, si tienen el carnet en vigencia no hay nada que les diga que no lo puedan hacer. La realidad es que no lo informan, ellos en el momento que se ven capacitados lo hacen. Nosotros desde el hospital lo remarcamos, pero la realidad es que al cabo de los meses te dicen que han cogido el coche y eso es peligroso», cuenta la terapeuta ocupacional del Hospital Universitario Virgen de la Victoria, Raquel Navas.

Desde que una persona sufre un ictus hasta que puede realizar las pruebas tienen que pasar mínimo seis meses, aunque según cuentan las expertas se tiene que medir bien cada caso porque algunos pacientes pueden requerir más tiempo. El rango de edad con el que trabajan en la investigación es desde los 18 hasta los 70 años y esperan tener una muestra aproximada de 60 personas; sin embargo, creen muy probable que esta muestra se aumente para una validez mayor del estudio. «No hay ninguna prueba ni en España ni en otro país así de completa», asegura la coinvestigadora.

Las sesiones de evaluación comenzaron hace dos semanas y hasta ahora han contado con unos diez pacientes. Para reclutar a los pacientes lo hacen a través de los hospitales que colaboran y la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de Málaga. Las pruebas se realizan entre seis o siete sesiones dependiendo del nivel de funcionamiento de la persona. «Durante las sesiones hacemos evaluaciones de lápiz y papel y en el ordenador, el psicotécnico que se lo pasamos para ver los datos y en cada una de esas sesiones cuando acaban venimos al simulador del coche. Tenemos un protocolo establecido para que las personas se vayan habituando a este aparato, ya que realmente intentas simular el funcionamiento de un coche, pero no es un vehículo. Los mandos son diferentes, tienen una sensibilidad distinta, no tienes esa información que te de la vibración o el sonido de un coche. Poco a poco se va aumentando la dificultad. Finalmente, en la cuarta sesión le hacemos la evaluación del desempeño de la conducción en el simulador y ya en la quinta sesión y la sexta es donde entra el coche de autoescuela. Primero hacemos una primera prueba para retomar el contacto con un vehículo que probablemente tenga que estar adaptado. Y en la última sesión sí sería el examen en el coche con la profesora de autoescuela del Torcal», explica una de las técnicas de investigación del proyecto, Ana Clara Szot.

Las sensaciones que tienen los pacientes ahora son buenas. «Realmente se lo están pasando muy bien. Las pruebas neuropsicológicas se hacen un poco más duras porque están cansados de que se les evalúe, aunque lo hacen con motivación porque saben que el fin es algo que les va a venir muy bien y además son conscientes que pueden estar ayudando a otras personas. Ellos tienen la meta de conducir el coche», cuenta Szot.

Posible rehabilitación

Con vistas al futuro, una de sus intenciones es la rehabilitación en aquellos pacientes que estén cerca de poder conducir, aunque remarcan que es muy importante el nivel de afección. Identificar bien cuáles son los problemas cognitivos de las personas porque van a contar con un protocolo muy sensible para determinar si pueden rehabilitarlos. Uno de los principales objetivos del proyecto es visibilizar el problema, ya que muchas personas pueden no ser conscientes del peligro que supone conducir tras sufrir un ictus. El proyecto tiene una duración de dos años pero las investigadoras quieren que persista en el tiempo con la misma línea de investigación que han abierto.

La idea es, según cuenta María Rodríguez, que tanto en la evaluación cognitiva como en la del coche haya una decisión dicotómica y tanto el terapeuta como el profesor de autoescuela decidan si pueden conducir o no. Habrá otra tercera probablemente, que será si pueden conducir pero con adaptaciones. «Acogiéndonos a la carta de expresión de interés de la DGT, queremos que cuando tengamos el estudio completado elaborar un informe y ofrecerlo para ver si pueden cambiar algunos protocolos de evaluación. Nuestra idea también es poder difundirlo entre los profesionales, es muy importante ya no solo a nivel de social, queremos mejorar la calidad de vida de las personas, pero también ayudar a otros profesionales para usar nuestras pruebas y mejorar la vida de sus pacientes», explica Rodríguez.

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