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Antonio Calvo, profesor de CRÓNICA
Antonio Calvo, profesor de Historia Moderna

«El oxígeno que alimenta el chiste es la risa»

El libro 'El humor y su sentido', en el que han colaborado varios docentes de la UMA, realiza un repaso del humor durante los últimos cuatro siglos a través de varias vertientes

ANABEL NIÑO

Martes, 8 de noviembre 2022, 10:42

Se dice que la risa es la mejor medicina y que reír mucho a lo largo de nuestra vida puede traer consigo numerosos beneficios tanto para la salud física como la mental, llegándose incluso a incrementar nuestra longevidad. Sin embargo, existen otros casos en los que una carcajada puede provocar el efecto contrario al anteriormente mencionado, como le ocurrió al filósofo griego Crisipo, quien acabó falleciendo de un ataque de risa producido por su propio chiste. Y es que existen muchas anécdotas e historias que giran en torno al concepto del humor y que muchas veces ayudan a comprender gran parte de nuestra forma de ser como sociedad, porque a fin de cuentas no podemos dejar de conocer nuestro pasado para entender el presente. De esto sabe mucho el profesor de Historia Moderna de la Universidad de Málaga (UMA) Antonio Calvo, quien junto a otros 17 docentes ha publicado el libro 'El humor y su sentido', una aproximación cultural e interdisciplinar del humor en España en los últimos cuatro siglos. Con el humor como columna vertebral de esta publicación, en ella pueden encontrarse varios capítulos centrados en la temática humorística pero enfocado a través de la propia historia, el arte, la literatura o la propia sociología. Desde su despacho de la UMA, Antonio Calvo atiende a Crónica Universitaria para dialogar sobre este libro, la historia y evolución del humor, además de los límites del mismo en la actualidad.

–¿Cómo definiría el término 'humor'?

–Como una forma de plantear o de recibir un mensaje. Al final no deja de ser un registro dentro de nuestra forma de comunicarnos. Nosotros somos conscientes a la hora de emitir un mensaje de que lo estamos haciendo dentro de ese código humorístico que le da una forma y un contenido distinto, y que lo presenta de una forma diferente. Sin dejar de tener en cuenta que no deja de ser una forma de emitir información. En definitiva, el humor forma parte de nuestra manera de comunicar.

–Es un concepto que engloba más que una gracia o un simple chiste, ¿no?

–No, no. El humor en realidad no es neutro. Creo que siempre que hacemos un chiste, aunque tendamos a decir que es una broma o algo que no debe molestarte, no es así, siempre pretendemos algo. Normalmente detrás de un chiste o una broma existe una intención de transmitir un mensaje o si no como mínimo tenemos la intencionalidad de ser simpáticos o caer bien, dejar algún tipo de marca dentro del colectivo, grupo o persona al que nos dirigimos. Siempre hay una intencionalidad detrás de cualquier tipo de mensaje humorístico.

–Ya lo dice el dicho, 'entre broma y broma, la verdad asoma'.

–(Risas). Así es, nos camuflamos detrás del humor. Es verdad que el humor tiene muchísimas formas de comunicación que creo que son apasionantes. Por ejemplo, el uso de la ironía es particularmente llamativo, porque cuando se es irónico se está diciendo lo contrario a lo que se piensa, y esperas que el interlocutor o interlocutora entienda que lo que se dice es lo contrario de lo que se quiere expresar. Pero claro, para eso hace falta contexto y por eso hay que tener tanto cuidado con la ironía, y no siempre funciona.

–Y no todo el mundo maneja ni entiende la ironía, y es ahí cuando entran en juego las confusiones y malentendidos.

–Para que el humor funcione requiere de un contexto compartido, es decir, si no has pillado el chiste es porque no tienes el mismo contexto que yo, y entonces la broma ha fallado. O por otra parte, y ya es desde el punto de vista histórico, cuando no entiendo el chiste y veo que me falta un contexto, eso me sirve para hacer una búsqueda. Detecto algo que no entiendo y hago una pequeña investigación, que al final es algo que hacemos todos, por ejemplo, cuando vemos un 'meme' que no entendemos. Diariamente todos y todas investigamos el humor porque muchas veces es la broma la que nos lleva a la noticia y no al revés.

«Para que el humor funcione requiere de un contexto compartido. Si no pillas el chiste es porque no tenemos el mismo contexto y la broma falla»

«Ahora empezamos a debatir de una manera muy profunda sobre qué se puede bromear y sobre qué no»

–Ha mencionado el término 'meme', tan de moda y actual. Si el humor ha cambiado en los últimos años, la diferencia con respecto a hace cuatro siglos debe de ser abismal.

–Sí, porque el humor por una parte nos conecta con nuestros antepasados, por el hecho de que siempre hemos bromeado y también porque hay ciertos temas que no dejan de ser constantes, como los chistes que nos encontramos sobre suegras, chistes escatológicos, sexuales o sobre borrachos. Eso siempre ha estado ahí. Pero es verdad que el contexto es muy importante, porque si muchas veces tenemos chistes privados con nuestra pareja o con un solo amigo de nuestro grupo y que los demás no entienden, si nos vamos 400 años para atrás hay muchas veces que seguramente estamos obviando cosas que no somos conscientes de que son chistes o al revés, cosas que nos chocan mucho y pensamos que es un chiste y resulta que no lo es.

–¿En quién o quiénes han profundizado y trabajado durante la investigación de esta publicación?

–En este libro han trabajado 17 autores y autoras, yo soy el editor. En él se estudia el humor en España con 17 casos concretos de los últimos siglos –desde el XVIII hasta el XXI–. Intentamos tratar el humor en historia del arte, en literatura, en episodios políticos y, en mi caso específico, desde varias vertientes. Una de ellas es la época de la Europa del siglo XVIII, donde los ilustrados europeos se reían de los españoles por ser demasiado serios y barrocos, al ir siempre de negro, con gafas para parecer más intelectuales y por presumir de no reírse. Esa imagen fue ridiculizada en el extranjero, y uno de los puntos que estudio es ese, cómo los españoles intentaron adaptarse a la risa europea, criticar la gravedad y entender que la risa forma parte de nuestra personalidad y que es algo permisible en el espacio público.

–¿Se puede estudiar o conocer mejor la historia de un país a través de la vertiente del humor?

–Estoy convencido de que sí. Nuestro libro no deja de ser un estudio cultural sobre la España contemporánea. El humor es un reflejo de su época, y al final el humor es un fin en sí mismo. No hacemos humor por el hecho de hacerlo gratuitamente sino que siempre queremos transmitir algo. Y precisamente esa relación que tiene el humor con el contexto nos ayuda a conocer mucho mejor la España de la época contemporánea, igual que si hablamos de la época moderna, antigua o medieval. Nosotros no estudiamos el chiste en sí mismo sino el chiste como medio para conocer el contexto.

–Los temas humorísticos no han variado tanto en los últimos 400 años. ¿Ha encontrado diferencias significativas entre ese humor que se hacía en el siglo XVIII con el que se hace a día de hoy?

–El gran cambio con respecto a ahora en relación con los últimos 2.000 años es en la sensibilidad. Empezamos a debatir de una manera muy profunda sobre qué se puede bromear y sobre qué no. Hay mucha gente que está muy perdida y no sabe por qué no se puede bromear sobre algo y en qué medida el derecho al honor está por encima o no de la libertad de expresión. Para mí ese es el gran cambio, la sensibilización que hay cada vez mayor hacia colectivos marginados, sobre los que comenzamos a plantearnos si debemos hacer bromas o no, porque a lo largo de la historia ha habido bromas muy crueles que hoy nos tocan. Hemos escuchado chistes machistas, chistes sobre gangosos, sobre colectivos étnicos y minoritarios, y eso lo veíamos como lo más normal y ahora estamos intentando resituarnos como sociedad más ética e integradora, pero que eso por otra parte no vulnere nuestra libertad de expresión.

–Depende de cómo se mire, podemos decir que tenemos la piel más sensible o la mente más abierta.

–Claro, ahora se utiliza mucho el término del 'ofendidito' ya que ya no se puede bromear de nada, pero creo que es positivo que como sociedad nos hagamos esas preguntas de sobre qué se puede bromear y en qué contexto. Para mí, en definitiva, no creo que haya que perseguir a nadie por hacer un chiste porque si no ¿dónde pones el límite? Pero por otra parte también hay que tener en cuenta que el humor no es solo humor y que hay gente que se puede sentir ofendida. Ya lo decía Platón: el humor practicado de arriba a abajo no es ético o algo bueno en absoluto, porque cuando el poderoso se ríe del pobre nos parece algo negativo. Tenemos que plantearnos que el humor también duele y puedes estar sacando a relucir una realidad que es desigual o dura para la persona que la esté sufriendo.

«Tenemos que plantearnos que el humor también duele y puedes estar sacando a relucir una realidad desigual»

–El punto de partida de su libro es que el humor se ha convertido en un instrumento para expresar ideas serias. Con todos estos eventos históricos que hemos estado viviendo en los últimos años parece que incluso esas ideas serias dejan de serlo por el humor, sobre todo en redes sociales como Twitter.

–Sí, por una parte porque el humor en una situación grave o dura nos puede servir hasta de alivio, ya que también funciona como bálsamo. Y por otra parte porque, precisamente, uno de los puntos de partida del periodo cronológico del libro tiene que ver con el momento en el que, en mi opinión, el humor empieza a ser aceptado en la esfera pública. En la España barroca o incluso en la época medieval, hay autores que decían que el humor era algo pecaminoso o malo, como si nos hiciese bestias o poco civilizados. En cambio, a partir del siglo XVIII esto cambia y la risa es bienvenida en las reuniones y en la sociabilidad. Hoy en día, si nos fijamos en nuestra clase política, incluso en la docencia o en los periodistas, parece que siempre hay que tener algo de sentido del humor. Entendemos que eso da personalidad y carisma al individuo que lo tiene, y ya es un cambio, algo que hace 300 años no era así porque estaba mal visto, y una persona educada y civilizada normalmente no se reía. Por eso es muy raro ver cuadros de gente riéndose, porque enseñar los dientes era algo propio de los simios y de los animales, y ahora es muy típico que cuando te haces una foto digas '¡enseña los dientes!' O que si sales muy serio en una foto se vuelva a repetir. Ese paradigma ha cambiado muchísimo en los últimos 250 años.

–El paradigma ha cambiado pero aún así, siguen existiendo lugares donde reírse no está bien visto, como puede ser una iglesia, un hospital o un cementerio.

–Pero en el fondo cada vez somos más conscientes de que reírse en un funeral es un alivio de la tensión y precisamente porque es un tabú, está presente. Y eso lo decía hasta Freud, que el humor es un alivio de la tensión, y un momento tenso es estar en un funeral, donde tendríamos que estar serios, pero el cuerpo nos pide aliviar esa tensión a través de la risa. Incluso es fascinante que tengamos la capacidad de estar llorando y riendo a la vez. Y es ahí cuando entra la tercera teoría del humor. La primera es la de la superioridad de Platón y Hobbes –que el humor se ejerce de arriba a abajo y por eso es poco ético–, la segunda es la de Freud con el alivio, y hay una tercera que es la de la contradicción. Esto ocurre cuando el humor funciona en un momento que no te esperas que pase. La diferencia entre la expectativa y la realidad suelta un chispazo que nos hace reír.

–Al final, esa capacidad de poder reír y llorar a la vez nos hace ser unos seres vivos únicos.

–Hay debates de si eso es algo que nos caracteriza como seres humanos, porque hay estudios que sí que nos hacen ver que los primates también hacen bromas e incluso otros animales, no solo los primates, que son lo más cercanos familiarmente. También hay un amplio debate sobre en qué medida el humor caracteriza a colectivos o incluso a especies o no, pero está claro que es muy propio del Homo Ridens –el hombre risueño–, y que nos caracteriza bastante como especie porque somos más inteligentes y racionales y el humor forma parte de nuestra racionalidad.

–En la publicación aparece el término 'legítimo'. Actualmente vamos de puntillas sobre qué se puede hacer o no en lo que se refiere al humor. ¿Se está quedando obsoleto la frase de que en el humor todo vale?

–Veo cómo la sociedad está cada vez más sensibilizada con el respeto a todos los colectivos y todas las identidades. Esto choca directamente con el humor, que muchas veces puede ser muy irrespetuoso, entonces estamos ahí, ¿vale todo o no vale todo? Hemos vivido procesos de judicialización del humor, con los que yo no estoy de acuerdo y en los que se han citado a personas que forman parte del mundo del humor, de la música o incluso una tuitera que no era un personaje público. Un chiste puedes llevarlo delante de un juez, y eso es algo complicado porque tenemos que tener en cuenta que, aunque para mí no todo vale desde el punto de vista ético, lo que puede ofenderme a mí puede no ofenderte a ti y que en cambio te ofendan otras cosas. Es muy difícil ponerle puertas al campo, por lo que si empezamos a limitar lo que nos ofende a cada uno, no se puede decir nada. Creo que el oxígeno que alimenta al chiste es la risa, y si yo cuento un chiste y la gente se ríe, voy a contarlo de nuevo. En cambio si la gente no se ríe, no lo voy a contar otra vez. Cuento el chiste con la intención de buscar esa risa, para que mi mensaje cale de alguna manera o para agradar. En todo caso lo que habría que cambiar es la sensibilización de las personas y es la propia sociedad la que va a ir modelando su propio humor. Hay un humor que ya está descatalogado y hay otros que se irán descatalogando según vaya cambiando la sociedad. Y ese para mí es el camino: una pedagogía social que va a ir marcando que haya un humor que sobreviva y otro que muera.

–Para terminar, ¿la risa es entonces la mejor medicina?

–(Risas). ¡Yo creo que sí! Desde luego sin la risa, la vida sería bastante peor. La risa es una muestra de inteligencia, ingenio, es un alivio ante situaciones de tristeza y creo que es un elemento fundamental en nuestro día a día. Y es que si pensamos la de veces que hemos bromeado y nos hemos reído a lo largo del día, nos damos cuenta de que no es nada anecdótica. El humor, la risa y lo cómico forman parte de nuestras vidas, no es una cosa exótica, folclórica, anecdótica o frívola que tenemos que estudiar sino que está presente en el debate público actual y tenemos que entenderla y comprenderla para vivir con ella. No podemos mirar a otro lado, tenemos que empezar a ver que forma parte de nuestro día a día y que hay que conocerla mucho mejor.

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