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Susana Guerrero es profesora de Lengua Española en Ciencias de la Comunicación desde hace más de 20 años. E. S. N.
El adjetivo que se ha convertido en insulto

El adjetivo que se ha convertido en insulto

Filología. La catedrática en Lengua Española Susana Guerrero Salazar ha estudiado el uso de la palabra gordo y sus variantes en los distintos discursos

EVA SÁNCHEZ NAVARRO

Martes, 11 de mayo 2021, 00:03

Existe todo un mercado multimillonario destinado a la belleza, los estereotipos y los cuidados del aspecto físico, todo ello por encima del cuidado de la propia salud. Actualmente, los medios de comunicación y la publicidad normalizan ciertos cánones de belleza idealizados y relacionados con la delgadez que, principalmente, se asocian a la mujer. La psicología define la gordofobia como un sesgo, normalmente inconsciente, que lleva a discriminar a las personas gordas. Esta situación es lo que ha llevado a la catedrática en Lengua Española y profesora de la UMA Susana Guerrero a realizar un estudio sobre como se usan la palabra gordo y sus variantes eufemísticas en distintos discursos mediáticos, concretamente, cincuenta textos del discurso tradicional y otros cincuenta del discurso feminista.

«Este tema tiene que ver con una llamada de atención personal. Me he dado cuenta de que todas mis amigas estamos hablando constantemente del peso y empecé a preguntarme porqué nos importaba tanto cuando no era un problema de salud, es simplemente porque hay que tener una determinada medida que viene impuesta por una serie de factores como la publicidad o la moda», planteó Guerrero.

Esa imposición acerca de los cánones de belleza y la delgadez es lo que ha hecho que se excluya o se menosprecie a las personas que no encajan, personas gordas. Y eso ha convertido el adjetivo 'gordo' en un insulto fácil. El atributo peyorativo que se le ha asignado ha llevado a que los discursos mediáticos tradicionales eviten la palabra 'gordo' o 'gorda', para reemplazarla por ciertos eufemismos, anglicismos, perífrasis o diminutivos. Es ahí donde aparecen expresiones como 'mujeres de talla grande', 'kilos de más' o 'regordeta'. «También se habla de 'mujeres reales' o 'cuerpos reales', es muy gracioso porque parece que hubiera mujeres irreales», apuntó la investigadora.

«Se habla de 'mujeres reales' o 'cuerpos reales', es muy gracioso porque parece que hubiera mujeres irreales»

«Se convierte en una frustración cumplir años, en vez de tener la garantía de ganar sabiduría»

Ese tipo de calificativos ha nacido para no herir la sensibilidad de las mujeres, que han asumido que estar gorda te excluye de la sociedad y por ello hay que evitarlo a toda costa, en ocasiones, arriesgando la propia salud, pero con un fin muy claro, ser como las mujeres que se muestran en los medios, el mundo de la moda o la publicidad.

Pero para contrarrestar esta posición de negación, que le da más poder al adjetivo 'gordo' o 'gorda' como insulto, nacieron importantes movimientos feministas en los años 60 en Estados Unidos y que aparecieron en España en 2012. Este pensamiento o ideología reclama el uso de esta palabra con el fin de dejar de calificar la gordura como lo peor que le puede ocurrir a una mujer. «Una mujer igual que es alta o baja, rubia o morena, pues también es gorda. Si nos apropiamos de la palabra y la usamos normalmente pierde el sentido como insulto», destacó Guerrero.

Estos nuevos discursos, que han surgido en las redes sociales y en las webs, apuestan por esta palabra existente y totalmente natural. Pero, además, critican la creación de múltiples palabras o expresiones eufemísticas que se hacen virales y acaban siendo implantadas en la sociedad como algo que nos ayuda a evitar una situación normal del cuerpo humano.

«La palabra 'gordibuena' se critica muchísimo desde el feminismo. En principio, parece que es una palabra que viene a empoderar a la mujer, pero después se ve que para ser gordibuena hay que cumplir un canon de belleza, hay que ser guapa, joven, estar maquillada, saber sacarse partido, tener determinadas proporciones. Con lo cual, desde este discurso feminista, se dice que esto viene a imponer un canon de nuevo. Y, además, si inventamos una palabra que es 'gordibuena', se presupone la existencia de la palabra 'gordimala', que es la que no entra en ese perfil», explicó la catedrática.

Gordafobia

Durante toda la historia, este problema ha afectado más a mujeres que a hombres, para ellos el peso no es un tema recurrente. Pero en el caso femenino este problema es tan destacado que ha acabado empleándose la palabra 'gordafobia', refiriéndose en exclusiva al género femenino. En cambio, para ellos no es necesaria la creación de tantos eufemismos que requieran tapar que un hombre es gordo, y cuando surgen estas creaciones suelen ser para destacar aspectos positivos del hombre y en casos puntuales.

«El 'mom body' es como se califica a una mujer con estrías, la barriga caída o michelines. Pero también surgió el 'dad body' que apareció a partir de una foto de Leonardo di Caprio en la que se le veía barriguita. Se ha traducido como 'fofisano', el hombre de la barriguita cervecera. Pero es curioso como hubo todo un discurso a favor de que parecía sexy porque parecía un buen padre, discurso a favor del michelín masculino, cosa que nunca pasa con el femenino. El michelín femenino hay que ocultarlo, existe un discurso publicitario cuando llega la campaña de verano, 'La operación bikini', a la que tienen que acatarse las mujeres, que parece que somos las únicas que tenemos que ocultar nuestro cuerpo y el michelín», comentó Susana Guerrero.

Esta situación tiene un origen histórico, la mujer siempre ha sido el objeto y la representación del deseo, mientras que el hombre ocupa el papel del sujeto, eso deja a la mujer con una obligación social de mostrarse bella y cumplir con los estereotipos que exige la sociedad en ese momento. Además, esos cánones de belleza cambian según los intereses económicos. Actualmente, la situación está dirigida por un mercado que promueve las dietas, los gimnasios y las operaciones o retoques estéticos.

Es más, las grandes empresas en vez de luchar contra esta situación están atrayendo a los hombres a ella. «Empezó en los años 90, cuando se creó la imagen del hombre metrosexual para sacar dinero. Las empresas vieron que el hombre no invertía en productos de belleza y lo convencieron para que se depilara, se echara crema y se maquillara. Aunque tradicionalmente se presumía que el chico que se arreglaba era homosexual, los incitaron para que lo hicieran, demostrándoles que por ello no iban a caer en ese estereotipo. Para ello, utilizaron a David Beckham, que era futbolista, y claro, en el fútbol, supuestamente, no hay homosexuales. Él era un 'macho' que servía de ejemplo a seguir», analizó la investigadora.

Redes sociales

Las redes sociales han creado un gran problema en la sociedad, muchos adolescentes se encuentran totalmente expuestos en un mundo ficticio en el que los cuerpos que ven no son naturales y eso los hace buscar metas inalcanzables. Además, aún no han desarrollado un pensamiento crítico, por lo que su autoestima depende de la opinión que tengan de la sociedad en esas redes o fotografías, es decir, de los 'likes'.

«Hay un movimiento general que se llama 'body shaming', que es el avergonzar a las personas en general por su aspecto físico, pero también está el 'fat shaming', dedicado a las personas gordas. Y ahora hay todo un movimiento en contra, que se ha denominado 'body positive', que es mostrar los cuerpos tal y como son, y al que se están uniendo personas famosas que van rompiendo los estereotipos y salen de forma más natural y sin maquillar. Si normalizáramos los cuerpos y los efectos de la edad no nos sentiríamos extraños, pero si todas las imágenes externas que recibimos son mujeres jóvenes, guapas y delgadas, eso nos hace pensar que para tener éxito hay que cumplir esos tres requisitos. Se convierte en una frustración cumplir años, en vez de tener la garantía de ganar sabiduría, se vive como que pierdes algo importante, la juventud y la belleza, que es por lo que se nos mide. Se ve como una pérdida, en vez de como una ganancia de todo lo que te ha aportado ese año de vida», explicó la investigadora.

Es por ello que es de vital importancia la formación sobre esa exposición pública de ese cuerpo idealizado. Una educación que les permita hacer una autocrítica sobre lo que publican en las redes sociales y las consecuencias que tienen en su autoestima. El discurso que obtenemos de los medios acaba provocando que las mujeres busquen un ideal, algo inalcanzable sin cirugía o retoques en las fotografías, algo que las acaba frustrando. Ninguna es lo suficiente delgada y eso hace bajar nuestra autoestima, lo que, finalmente, sí acaba teniendo repercusiones en la salud física y mental.

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