Borrar
Inga Finsen, a la izquierda, atiende a una paciente danesa.
Inga Finsen, políglota y solidaria en Mijas desde hace 19 años

Inga Finsen, políglota y solidaria en Mijas desde hace 19 años

Esta danesa de 82 años, que habla seis idiomas, ayuda en Mijas como traductora a la Guardia Civil y en el Centro de Salud de Las Lagunas

Miguel Gámez

Lunes, 22 de febrero 2016, 00:04

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Inga Finsen es un ejemplo de voluntad, solidaridad y servicio a los demás. A sus 82 años, esta danesa, afincada en la Costa del Sol desde 1986, lleva colaborando como voluntaria en Mijas desde 1997. Su facilidad para hablar idiomas, unido a su gran corazón y a su deseo de ayudar a los demás, le ha servido para ganarse la amistad de una población numerosa, sobre todo entre los residentes escandinavos, el personal sanitario y las fuerzas de seguridad, amén de otras personas debido a su simpatía. Inga habla seis idiomas (danés, español, inglés, sueco, noruego e italiano), y se defiende en alemán y griego. Los lunes ayuda con la traducción a la Guardia Civil en La Cala, mientras que los viernes hace lo propio con pacientes escandinavos y médicos españoles en el Centro de Salud de Las Lagunas. Cuando llegó a la Costa del Sol también trabajó diez años en una herboristería de Los Boliches y dio clases de Español a los daneses.

Su labor en el ambulatorio consiste en coger citas, rellenar formularios y traducir las dolencias de los enfermos y las indicaciones de los doctores. Suele tener entre cinco y quince pacientes cada viernes. «Me gusta lo que hago. Me viene bien aprender palabras relacionadas con la medicina. Nunca he tenido problemas, salvo una vez, hace 10 años, cuando un sueco quiso pegarme porque no estaba contento con la cita que le dieron. Menos mal que un empleado actuó a tiempo», recuerda, mientras no para de atender a pacientes foráneos. El trabajo desinteresado que realiza es elogiable gracias a ese don que tiene para hablar tantas lenguas. Sin embargo, ella le resta importancia. «Dinamarca es un país pequeño y debemos hablar más idiomas. De pequeña se estudia inglés y alemán en el colegio. Parte de mi familia es sueca y el noruego es parecido al danés. Ya hablaba estos idiomas con 19 años, cuando acabé los estudios», dice.

De Helsingor a Roma

Con esa edad se marchó de Helsingor a Roma, donde se quedó con una familia italo-sueca seis meses y comenzó a trabajar en Escandinavian Airlines (como profesora de niños y más tarde en las oficinas). Vivió 10 años en la Ciudad Eterna, donde se casó con un italiano en 1958, pero se divorció y cuando volvió a su país (1962), se casó con un capitán de vuelo danés al que había conocido en Italia, con el que vivió tanto en Dinamarca, donde enseñó italiano a sus compatriotas, como dos años en Atenas, donde aprendió griego. El danés era el «hombre de su vida», el padre de sus dos hijos.

La vida le sonreía, pero le tenía reservada dos desgracias: la muerte de su marido en 1980 y muchos problemas de un hijo suyo con las drogas, motivo que le hizo venir a España en 1986. Ese hijo falleció cuando llevaba tres años en nuestro país. Pero lejos de venirse abajo en el asopecto anímico, ayudó a los demás con su mejor arma, comunicándose en varias lenguas.

Tarjeta de gasolina

«Llegué cuando España entró en el Mercado Común. Entonces ya hablaba español de cuando viví en Italia». Al comienzo residió dos años en Playamar (Torremolinos), pero enseguida se enamoró de Mijas. «Fui la primera danesa en colaborar como intérprete en el Ayuntamiento, gracias a Anette Skou (coordinadora del departamento de Extranjeros) tras ver un anuncio en el Mijas Semanal. Cuando empecé había unos ingleses de traductores, pero necesitaban a alguien que hablara danés. Siempre me ha gustado ayudar a la gente sin poner la mano». Lo único que recibe del Ayuntamiento es una tarjeta mensual de gasolina de 45 euros para ir de Alhaurín el Grande, donde reside ahora, a Mijas, aunque está encantada con esta labor.

«No me voy a quedar en casa. Tengo una parcela grande y dos perros. Me gusta caminar con ellos, hacer reflexoterapia y leer libros de historia o suspense», comenta vital y optimista. Salvo las cuatro semanas que viaja a Dinamarca (dos en verano y dos en Navidad) para visitar a su hijo Niels y a sus tres nietos, dedica todos los lunes y los viernes a los demás. Una generosidad que hace mucha falta hoy en día.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios