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Inés Sevilla y su hijo Nánder colaboran con Nathalie en las actividades de clase.
El español se enseña en familia

El español se enseña en familia

Fuengiroleños acogen en casa a alumnos suecos que se preparan para la universidad

Mari Carmen Jaime

Miércoles, 18 de marzo 2015, 00:35

«Cuando tu hijo estudia en el extranjero esperas que le traten bien y hacer lo mismo con otra persona de su edad reconforta, no solo porque te sientes partícipe de una experiencia de vida en un joven, también porque sabes que transmites seguridad a su familia». Con este argumento resume Inés Sevilla porqué acoge desde el pasado mes de septiembre a Nathalie Hjort, una sueca de 18 años que decidió cursar su tercer grado de bachillerato en Fuengirola para mejorar su español. La ciudad es, junto a Barcelona y Mallorca, la única de España con un colegio escandinavo en el que ofrecen residencia en una familia nativa para que los preuniversitarios mejoren su español.

«El sistema educativo del país facilita que todos sus alumnos cursen un año en cualquier centro que siga la programación oficial, esté donde esté», explica Elvira Herrador, coordinadora del programa Cultura para la Integración, que promueve estas experiencias desde hace más de 15 años en la ciudad.

Hjort es uno de las 70 alumnos que este año estudia en la localidad costasoleña a través de un método, en el que «es esencial la colaboración con las familias», 30 en la presente edición. Y es que el objetivo final de esta asistencia busca que el joven aprenda español -uno de los seis idiomas a los que tiene acceso en la escuela- y para ello «la mejor forma es practicarlo en situaciones de andar por casa», consideran Herrador y Sevilla.

«En la escuela hablan sueco y una localidad turística como Fuengirola les permite hablar inglés y es en casa, conviviendo con la familia cuando practican y aprenden». Atraida por el buen tiempo, la estudiante asegura que ha aprendido mucho «de la cultura y la forma de vida de España». Reconoce entre risas que las dos cosas que más le han sorprendido, dentro de una experiencia que acabará en junio, han sido «darme cuenta que dormir la siesta es un mito» y también «vivir en primera persona» una feria: Inés la vistió de faralaes para la del Rosario.

Lazos en el tiempo

La responsable de la actividad forma parte de estos intercambios desde sus inicios. «La programación cultural, que incluye visitas a ciudades monumentales, jornadas de convivencia fuera del horario de clases, charlas didácticas y trabajos sobre la historia y la evolución social de España es el eje principal de un programa» que, gracias a la colaboración de las familias que forman parte del proyecto «acaba enriqueciendo a los jóvenes casi más que la oportunidad de conocer Granada o pasar un día en la playa».

De esta afirmación puede dar fe Josefa Parejo, que acoge a jóvenes desde hace más de 15 años. «Mis hijos se fueron independizando y la casa se quedaba muy grande». Una amiga trabajadora en el colegio le habló del programa «y me insistió mucho en que buscaban familias españolas, lo hablé con mi marido y los dos estuvimos de acuerdo». Este año son tres las estudiantes que hacen vida en la casa de esta pareja de jubilados. «A nosotros nos da la vida». Y no solo a estos papis españoles, «la mayoría de los chicos que han vivido siguen manteniendo el contacto y son uno más de la familia».

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