
Su propio nombre ya despierta recelos. Chinche apestosa marrón. Su origen es asiático y su primera aparición en nuestro país está fechada en 2016, cuando generó una plaga en Gerona. Desde entonces, este peculiar insecto se ha ido extendiendo por diversos municipios, especialmente del litoral catalán o del País Vasco, donde estos días han detectado una explosión poblacional. Y ¡ojo! porque Andalucía no se libra. Como advierte Anecpla, la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental, esta chinche -que se caracteriza por el molesto hedor que desprende cuando se siente amenazada- ya está en circulación en nuestra comunidad autónoma. «Como ocurre con algunas especies invasoras, probablemente haya llegado por algún transporte de mercancías, en forma de huevos o ninfas, y se ha acabado de desarrollar aquí», advierte Jorge Galván, director general de Anecpla.
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Otro efecto más del calentamiento global. «El cambio climático está provocando que un hábitat que hasta ahora no era idóneo para la vida de ciertas especies ahora sí lo sea. El clima subtropical del sur de España cada vez es más tropical y dicho aumento de temperaturas convierte la zona en válida para ejemplares que antes no venían. Además, ello abre la ventana temporal de reproducción: se reproducen durante más meses y más veces, lo que conlleva un incremento exponencial de su población», explica Galván.
Durante el otoño, el chinche apestoso marrón (Halyomorpha halys) busca rincones donde esconderse y pasar los meses más fríos del año hasta que llegue la primavera y vuelva a salir para alimentarse y reproducirse. Es por ello que estos días son cuando más fácilmente pueden dejarse ver en el ámbito urbano, entrando en casas, terrazas, jardines o parcelas agrícolas.
¿Cómo identificarlas? Su forma de escudo aplastado y su color marrón dan la primera pista. «Como las demás chinches de tierra, tienen tres pares de patas -seis en total- y dos antenas por segmentos en diferentes colores pardos y beiges muy características», revelan desde Anecpla. Ante una situación de peligro, en la que se sienta amenazada, esta chinche desprende hedor de sus glándulas interiores, lo que la hace muy molesta para los humanos aunque no represente un peligro de salud pública (no transmiten enfermedades).
Sí que es dañina para la agricultura. Al ser fitófaga y polífaga se alimenta de una gran variedad de plantas y puede causar pérdidas en numerosos cultivos, además de vivir a costa de muchas otras especies. Para evitar su impacto, desde Anecpla insisten en la importancia de los métodos preventivos donde se haya detectado su presencia, «que son siempre más eficaces y de menos impacto biológico».
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