
CRISTINA GONZÁLEZ
Domingo, 19 de abril 2009, 03:59
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Cualquiera que esté acostumbrado a cubrir a diario el trayecto hacia Marbella, sea cual sea el punto de origen, está más que familiarizado con la imagen. Llegando a la curva de Río Real, toca mover el volante y mirar atentamente al frente, donde se divisa, entre palmeras y un enorme puente blanco de hormigón que sobrevuela la autovía, una de las torres que antaño fueron el único sistema de vigilancia a lo largo de la costa. Pero estos días, si el conductor es algo más observador, notará algo raro en la estampa cotidiana. Los andamios han tomado la atalaya esta misma semana y con ellos los trabajadores de la empresa que se encarga de la rehabilitación de estos pequeños grandes colosos provistos de chalecos reflectantes y cascos de obra, para no tentar a la antigüedad de las piedras.
Comienza así la fase más vistosa de la restauración emprendida por la Dirección General de Costas, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, hace ahora cuatro meses. Los trabajos se centran en la reparación de las partes más dañadas del exterior pero siempre respetando su singularidad. Ya lo advirtió el propio Gobierno central cuando arrancaron las obras el pasado mes de diciembre: sólo se emplearán piedras y morteros de características similares a las existentes. Eso en el exterior. En el interior igualmente se repondrán morteros así como la solería y los peldaños con piedra y pintura. También se realizarán movimientos de tierra en los aledaños y un cercamiento de madera para preservar la atalaya de las tentaciones de los vándalos o los expoliadores y se iluminará con cuatro proyectores exteriores y con otras luces en el interior.
El mismo ritual se seguirá en las otras seis torres vigías que se están poniendo en valor en el litoral malagueño, dos más en Marbella: la de Lance de Las Cañas y Las Bóvedas. El guión será el mismo. A los trabajos actuales, más visibles, a cargo de la empresa pública Tragsa y presupuestados en 907.000 euros, le precedieron concienzudos estudios de las patologías más acuciantes así como del origen y de los materiales con que se construyeron.
Tanto mimo no es casual. Todas las torres vigías están declaradas Bienes de Interés Cultural. Datan tanto del periodo andalusí como de la época de la reconquista cristiana. Tras recuperar la ciudad los cristianos se percataron de la valiosa utilidad de las torres almenaras que jalonan el litoral marbellí y añadieron nuevas construcciones similares. El catálogo de la Junta incluye siete torres protegidas en Marbella, una de ellas -Torre del Mar- ya desaparecida.
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