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borja olaizola
Lunes, 16 de enero 2017, 00:27
La subasta del primer atún rojo del año es una tradición que despierta una gran expectación en Japón y, por extensión, en buena parte de Asia. El país más ictiófago del mundo se ha acostumbrado a saludar el nuevo año con una reñida puja por la primera captura de la especie que reina en sus mesas. La magnitud de las cifras que se manejan da una idea de la ingente cantidad de dinero que mueve el atún rojo en la economía del país del sol naciente: el primer ejemplar, que pesó 212 kilos, ha sido adjudicado por 74,2 millones de yenes, es decir, 605.000 euros.
Desembolsar cien millones de las antiguas pesetas por un simple pescado no deja de ser una extravagancia. Kiyoshi Kimura, propietario de la cadena de restaurantes Sushi Zanmai, es un tipo avispado que sabe que su prodigalidad a la hora de hacerse con la pieza le reporta una publicidad que sería difícil de conseguir a través de otros medios. Las decenas de cámaras y periodista que se dan cita todos los principios de año para cubrir la subasta en la lonja de pescado de Tokio se encargan de hacer llegar hasta el último rincón del planeta las imágenes del atún y, de paso, del generoso postor que lo ha adquirido y del negocio que regenta.
Kimura ha debido de llegar a la conclusión de que la estrategia vale la pena porque lleva ya seis años consecutivos pujando fuerte para hacerse con el primer ejemplar de la temporada. Los 605.000 euros que ha pagado ahora son la mitad de los que tuvo que desembolsar para hacerse con el de 2013. Entonces la puja subió hasta alcanzar los 1,26 millones de euros, una cifra que marca el tope en los más de 80 años de subastas en el célebre mercado de Tsukijii. La feroz rivalidad con el dueño de un restaurante de Hong Kong que se había hecho con los primeros atunes de 2009, 2010 y 2011 estuvo detrás de la espectacular subida de precio.
Como es tradición, el primer atún de 2017 se pescó en aguas próximas a la localidad de Oma, en la prefectura de Amori, al norte de Japón. Es una zona que ha recuperado parte de su riqueza piscícola gracias a las paradas biológicas decretadas en los últimos años. El atún rojo es una especie que estuvo en la lista de especies amenazadas pero que ha empezado a recuperarse gracias a las limitaciones que se introdujeron en las capturas. Aunque los ecologistas aseguran que la población continúa en estado crítico, el organismo internacional encargado de su regulación ha incrementado las cuotas de pesca en los últimos años después de asegurar que se había producido una recuperación de la biomasa.
El atún rojo es el rey absoluto de la gastronomía japonesa. Su protagonismo en platos tan emblemáticos como el sushi o el sashimi lo convierten en el pescado más demandado en los mercados de todo el país. Su cotización es tan elevada que la práctica totalidad de los ejemplares que se capturan en los diferentes mares del planeta terminan siendo vendidos en Japón. Además de ser uno de los principales centros de pesca de la especie, el Mediterráneo es también uno de los mejores hábitats para las granjas de cría y engorde que han proliferado al socaire del dinero de los japoneses. Son instalaciones que han recibido severas críticas por su impacto ambiental pero que han contribuido a alegrar la maltrecha economía de unas cuantas poblaciones costeras españolas.
Repartido. El atún rojo será troceado y repartido entre los 51 establecimientos de la cadena de restaurantes Sushi Zanmai, entre ellos los que están en los aledaños del célebre mercado de Tsukijii de Tokio.
Ración. Si el precio pagado por el ejemplar repercutiese en el cliente, cada pieza de sushi debería costar cerca de 80 euros y no los 3,5 euros que se pagan por término medio.
El campanu. La subasta del campanu, el primer salmón de la temporada que se captura en Asturias, es el referente más próximo. El del año pasado, de 4,1 kilos, fue adjudicado por 3.700 euros.
Destino turístico
Además de desempeñar un papel relevante en la gastronomía japonesa, el atún rojo ha adquirido también un creciente protagonismo turístico. La subasta de túnidos que se celebra todos los días laborables a primera hora en el histórico mercado de Tsukijii, a orillas del río Sumida, se ha convertido en uno de los principales atractivos para los visitantes que llegan a Tokio. El mercado, la mayor lonja de pescado del mundo, se ha transformado en un destino turístico de primer orden y los contados permisos que se conceden para presenciar en directo la subasta se disputan casi más que los ejemplares que se venden en ella.
Tsukijii, no obstante, tiene sus días contados, ya que su vetusta estructura no es capaz de superar las estrictas medidas antisísmicas vigentes hoy en día. La subasta del primer atún rojo del año será probablemente la última que se celebre en ese escenario. Los edificios llamados a sustituirlo están ya listos en otro punto de la bahía de Tokio y el traslado se realizará a lo largo de este año. La mudanza tenía que haberse completado el pasado mes de noviembre, pero la logística es tan complicada que se ha ido retrasando. El mercado acoge a unas 40.000 personas todos los días, entre ellos los responsables de los principales restaurantes de Tokio. El volumen de negocio anual de Tsukijii se aproxima a los 6.000 millones de euros.
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