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La figuración onírica de Gabriel Alberca
TERRITORIOS

La figuración onírica de Gabriel Alberca

ENRIQUE CASTAÑOS

Sábado, 7 de mayo 2011, 04:11

Con esta pequeña y apresurada pero encantadora exposición el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga rinde un merecido homenaje al recientemente fallecido Gabriel Alberca (Argel, 1934-Benalmádena, 2011), uno de los artistas más destacados de la pintura de vanguardia en nuestra ciudad durante los decenios de 1960 y 1970, y también uno de sus más precoces y entusiastas protagonistas, en aquel lejano año de 1954 cuando se fundó la llamada Peña Montmartre. Ha sido probablemente el pintor José Guevara Castro quien mejor ha relatado los avatares de la constitución de aquella peculiar tertulia en la zona alta de la taberna El Pimpi, conocida como El Palomar, en la calle Granada, gracias a la buena disposición de la dueña del local, la señora Beurlin de Rueda, y cuyos primeros tertulianos fueron, además de Guevara, Virgilio Galán, Alfonso de Ramón y Manuel Bono Jiménez. Uno de los primeros socios fue precisamente Gabriel Alberca, junto con Eugenio Chicano, Jorge Lindell, Enrique Godino, Vicente Ricardo Serra, Enrique Brinkmann, Revello de Toro, Manuel Díaz Mena y Rodrigo Vivar.

Nunca podrá faltar en una biografía de Alberca el rocambolesco viaje que, acompañado de Ricardo Serra, Alfonso de Ramón, José Guevara, Virgilio Galán, el conductor Francisco Ramos y el hijo de este último, emprendió hacia Cannes para visitar a Picasso. Salieron de Málaga el 6 de noviembre de 1957 de la plaza de la Constitución y Picasso los recibió junto con Jacqueline Roque en La Californie los días 16 y 17, quedando la visita inmortalizada por la cámara de Douglas Duncan. El único que sobrevive de aquel grupo de pintores amigos es Guevara. Como el segundo día de la visita Picasso bautizara espontáneamente a la heterogénea troupe como Grupo Picasso, al regresar los jóvenes amigos a Málaga a principios de 1958, la Peña Montmartre se reorganizó convirtiéndose en Grupo Picasso, de efímera existencia.

En el año 2006 el MUPAM le dedicó a Alberca una hermosa retrospectiva, momento que aprovechó el pintor para donar al Ayuntamiento 16 obras, mientras que el organismo municipal le compró 52. A partir de esos fondos, la profesora Teresa Sauret ha hecho una magnífica selección de 17 piezas, entre las que sobresalen los cuadros adscritos a una personalísima figuración onírica que Alberca realizó entre 1966 y 1969, una etapa particularmente brillante de su producción, y que son los que se reproducen en una preciosa publicación de la Librería Anticuaria El Guadalhorce de 1969, edición de Ángel Caffarena y nota preliminar de Luiso Torres, cuyo título 'Invariablemente el sueño' recoge perfectamente ese espíritu surrealizante y de un cierto realismo mágico que por entonces caracterizaba a Alberca, que además presentaba algunas concomitancias con la pintura que hacía José Díaz Oliva.

En algunos de estos cuadros, sobre todo en los titulados 'Desplazamiento', '«La ventana' y 'Actitud de observación', como ya expresé con motivo de la muestra retrospectiva, se advierten ecos de la distribución formal del cuadro adoptada por esa misma época por Juan Genovés, como en su célebre 'Cuatro fases en torno a una prohibición', de 1966, donde, para que visualicemos la dispersión de una manifestación por una carga policial, juega con los espacios vacíos y con los llenos. Lo mismo Alberca, dividiendo la tabla en cuatro zonas, en realidad una ventana, y dejando una zona sin figura alguna. La producción de estos años, con innegables referencias a Magritte o a Delvaux, aunque con un simbolismo más depurado que en el caso de los dos pintores belgas, es al tiempo onírica y literaria, en el buen sentido de la palabra, esto es, atendiendo a la carga imaginativa del discurso poético.

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