
PEDRO LUIS GÓMEZ
Sábado, 14 de agosto 2010, 03:49
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DE toda la vida de Dios, cuando uno ha ido de fiesta se ha puesto sus galas más presentables. En fin, que llega la feria y es difícil que con la que está cayendo (económica y meteorológicamente hablando) pidamos que la gente vaya vestida de gitana o de corto a la fiesta, pero tampoco es malo que cuidemos un poco el atuendo. La solicitud de comerciantes y feriantes pidiendo a la grey (en la cuarta acepción en la que define esta palabra la Real Academia, y que dice 'Conjunto de individuos que tienen algún carácter común, como los de una misma raza, región o nación' -en este caso tienen en común la feria-) fiestera que cuide sus hábitos, que hacen al monje en el feliz refranero patrio. Piden un calzado digno (difícil por el impulso de la horrorosa chancla) y una vestimenta propia, o sea no a los descamisados o a los que paseen sus cuerpos bajo el abrasador sol agosteño, algo que incluso comienza estar prohibido en ciudades españolas fuera de las fiestas incluso. No es bonito ver a un propio en bañador y generalmente medio pedo deambulando por las calles del centro en la feria de día o por el real por la noche. O sea, que uno coja el pedo si quiere (allá él y que aguante la resaca, que es horrorosa y el mal cuerpo que se te queda), pero al menos que lo haga con dignidad. Como decían nuestros abuelos, con estilo siempre, se pueda o no pueda. O como ese grupo de corredores que pasan cada mañana de los sábados y domingos por calle Larios y que lo hacen 'con la cabeza alta' aunque vayan ahogados hasta el extremo de necesitar la bombona de oxígeno. O sea, que cuidemos las formas exteriores de nuestro cuerpo, entre otras cosas porque hay quienes muestran lo que va debajo de la camiseta y uno se asombra de que se atrevan a hacerlo ante el repertorio no muy afortunado que exponen a la luz pública. Una buena y feliz idea esa de pedir compostura en los 'vestires' de cada uno, entre otras cosas porque eso dignifica la propia esencia de la fiesta, y no coarta la libertad de nadie, ni mucho menos.
En una época muy lejana se puso de moda eso de que la gente fuese a la feria de gitana o de corto, sobre todo en los 80, con el acicate además de los tirantes y la faja verde y morada, pero eso se ha ido perdiendo en el tiempo, conforme, coincidencia o no, con el estado de languidez en el que se dejó que entrara la feria del centro, el gran invento de la fiesta de Málaga, que sin embargo, y sin saber exactamente los motivos, no sólo no se potenció, sino que incluso se abandonó a la espera de una desaparición que ni llegó ni se producirá, por lo que no estaría mal un retome del tema para potenciarlo de nuevo, lo mismo que hacen otras muchas ciudades andaluzas que imitaron nuestro modelo y que ya lo han superado tanto en calidad como incluso en cantidad, y nada más que hay que ir a la Feria del Corpus de Granada para que nos demos cuenta de ello.
Los bares y restaurantes del centro de Málaga se han dado cuenta de que la afluencia de gente en paños menores ahuyenta a una clientela que no soporta estar tomando una cerveza al lado de un descamisado, y es así y punto. No es cuestión de prohibiciones ni de libertades, sino de pura y dura estética. Cada sitio tiene su vestimenta apropiada, y lo mismo que en la playa no pega alguien con sandalias y calcetines blancos o con camisa y corbata o jersey de cuello vuelto (aunque cosas más raras se ven en la Viña del Señor), en una caseta del centro o del real o en un restaurante no pega nadie en bañador y punto y pelotas, y el que no quiera verlo es que es bastante miope. En fin, que nos miremos al espejo antes de salir y que nos sintamos bien, que seguramente ése es el mejor examen para la vista de los demás, aunque más de uno tenga el gusto 'perdío', que tampoco hay que exigir título para ello, ni por supuesto ir de marca o de moda en concreto, sino simple y llanamente vestidos acorde con la ocasión, y uno recuerda, como dije al principio, que cuando se va de fiesta se pone las galas apropiadas para no desentonar si no echas mano del fondo del armario de lo mejor que tengas en el mismo. No es mal consejo: que cada uno vaya como le de la gana, pero con un cierto estilo y con pudor. Todos lo agradeceremos.
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