FRANCISCO JIMÉNEZ pjimenez@diariosur.es
Domingo, 18 de julio 2010, 12:37
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El esplendor que siempre se le ha presumido al turismo náutico poco o nada tiene que ver con la situación que están atravesando buena parte de los puertos deportivos de la provincia. Proyectos de ampliación que no acaban de llegar, la necesidad de mejorar y modernizar algunas instalaciones, y el fuerte tirón que están experimentando otras marinas del Levante español, El Algarve portugués o incluso Marruecos merced a unos precios más bajos están propiciando un ligero descenso de las embarcaciones de paso e incluso que propietarios de barcos que utilizaban los recintos andaluces hayan puesto rumbo hacia otros puertos. Una competencia que avanza a toda vela y que pone en jaque no sólo a los puertos en sí, también a todos los negocios cuya viabilidad gira en torno a ellos, ya sean establecimientos relacionados con la actividad marítima o, en su mayoría, locales de ocio y restauración.
«El panorama es bastante malo y desolador, la ocupación está bajando en la mayoría de puertos». Quien pronuncia estas palabras no es ningún profano en la materia. Se trata de José Carlos Martín, presidente de la Asociación de Puertos Deportivos Marinas de Andalucía, que en Málaga agrupa a ocho recintos que suman 3.842 de los 4.571 puntos de atraque existentes. Una cifra que hace tiempo que se quedó pequeña para satisfacer la demanda de amarres y que, pese a que con la crisis económica se ha visto suavizada hasta el punto de haber huecos libres en puertos como el de Capobino -algo impensable hace apenas un año-, aún mantiene una lista de espera superior a la 3.000 peticiones. Destacan sobremanera el millar de inscritos en La Bajadilla (Marbella) y los 1.452 en Caleta de Vélez, las dos únicas marinas de la provincia que gestiona la Junta a través de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía (APPA). Esta diferencia entre unos y otros tiene una fácil explicación dentro del sector, y es que al no pagar el canon que deben abonar los concesionarios del resto de puertos, sus precios son mucho más competitivos.
Este histórico déficit de plazas podría quedarse en nada siempre y cuando vean la luz las ampliaciones previstas en Fuengirola, La Bajadilla, Caleta de Vélez, Benalmádena y Estepona -ninguna de las cuales acaba de levar anclas tras años de trámites-, así como los nuevos puertos deportivos proyectados: el de San Andrés, en la capital, cuya construcción ha sido adjudicada recientemente por 24,2 millones y que aportará 626 nuevos atraques; y el que se levantará entre Nerja y Torrox, cuya ubicación aún no está definida y que rondará el medio millar de puntos. En total, habría sitio para 4.067 embarcaciones más. Otra cosa es que las administraciones tomen conciencia del papel que juega este sector como motor económico y turístico y den un golpe de timón poniendo fin a la parálisis en el desarrollo de puertos deportivos que ha marcado la última década en la Costa del Sol, provocando la saturación de los pantalanes y que se alcancen cifras desorbitadas en el alquiler o traspaso de los preciados amarres.
«Durante años no se ha hecho nada», denuncia Martín. Un parón que contradictoriamente ha coincidido con tiempos de bonanza en los que la náutica se ha alejado de la exclusividad y el elitismo para abrir sus puertas a las clases medias, y que ahora tiene complicado coger velocidad de crucero en medio de una crisis económica en la que se antoja difícil acometer inversiones de calado que en casos como Benalmádena, Fuengirola o La Bajadilla rondan los 70 millones.
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El de Fuengirola, anclado
Una fotografía nítida de esta situación es Fuengirola. Casi dos décadas llevan esperando en esta localidad la ampliación del puerto deportivo, sobre la que están puestas muchas esperanzas como posible revulsivo de la economía local ya que incluso permitirá la llegada de cruceros de hasta 60 metros de eslora. El proyecto ya ha superado todos los trámites administrativos, por lo que el único fleco pendiente es que la Consejería de Obras Públicas y Transportes saque a concurso las obras, con la intención de que sea la iniciativa privada la que se haga cargo de su ejecución, valorada en 68 millones, a cambio de mantener la gestión del recinto durante 60 años. La actuación consiste en ganarle al mar 28 hectáreas de superficie para construir un nuevo dique y 23 pantanales para embarcaciones de recreo, alcanzándose los 901 puntos de amarre frente a los escasos 226 que tiene ahora. Además, el proyecto inicial contempla una serie de actuaciones encaminadas a la integración del puerto en la ciudad, con la creación de nuevos espacios comerciales, un 'parking' subterráneo, la ampliación del paseo marítimo y una pasarela peatonal concebida como mirador. En definitiva, un impulso que esperan como agua de mayo los negocios que a duras penas logran mantenerse a flote. «De los 120, apenas quedan abiertos una treintena», asegura Juan Cortés, vicepresidente de la asociación de comerciantes del puerto, quien tilda de «desesperante» la situación que están atravesando «ante la nulidad de actuaciones por parte de la Junta, pero también del Ayuntamiento que, aunque tiene la concesión, no gasta ni en bombillas», relata. Una visión que también comparten en el PA, que llevan años reclamando mejoras en el recinto. «La sociedad municipal Puerto Deportivo es la empresa más rentable del Ayuntamiento con unos beneficios anuales de 200.000 euros, pero en cambio, la inversión en el puerto es igual a cero», denuncia el secretario andalucista, Pedro Morgado.
Más optimista en cuanto al futuro se muestra el presidente de la patronal de los empresarios de Benalmádena, aunque más influenciado por el tirón de Puerto Marina como zona de ocio que por la ampliación del puerto, que sigue en el dique seco. «Hemos pasado un invierno duro, pero confiamos en que el verano vaya bien y nos permita remontar el vuelo», comenta Jesús Peinado. Sobre el recrecimiento del puerto hay pocos avances, por no decir ninguno, puesto que incluso ha caducado el estudio de impacto ambiental aprobado en 2002. Desde entonces no se ha movido ficha debido a cuestiones técnicas como la dificultad de habilitar nuevos accesos y, fundamentalmente, económicas, ya que la inversión rondaría los 72 millones de euros y el Ayuntamiento, como concesionario, no está en la mejor disposición para afrontarla. De llevarse a cabo la ampliación, Benalmádena pasaría a contar con el puerto deportivo más importante de Andalucía con 1.925 atraques (ahora tiene 1.100) y nuevos espacios comerciales destinados exclusivamente a la actividad marítima y la restauración. Nada de pubs y discotecas.
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Recuperando el esplendor
Donde sí que está resurgiendo la actividad comercial es en los complejos náuticos de Marbella y Estepona. En el primer caso, el interés de los empresarios y las obras de reforma que se están acometiendo han dado un nuevo aire a la zona, destacando la remodelación de sus terrazas permitiendo recuperar para la ciudad 7.000 metros cuadrados que los viandantes pueden disfrutar desde el paseo marítimo. Todo este compendio se ha traducido en la apertura de nuevos negocios, a pesar de que aún tienen el candado echado 25 de los 70 locales.
En Estepona, donde están pendientes de un proyecto para crear 600 nuevos amarres, la ocupación media anual es del 75% y la cuarta parte de los atraques pequeños están vacíos la mayor parte del año. En cambio, hay lista de espera para albergar grandes embarcaciones, aunque desde la empresa concesionaria no pudieron precisar su alcance. Esta falta de espacio convive con un centenar de negocios que reclama inversiones y actuaciones para potenciar y dinamizar la zona. «Los negocios de hostelería del puerto constituyen la principal oferta turística de ocio que existe en el municipio», recuerda el presidente de la asociación de empresarios, Ludario Ocaña, quien reclama un mayor impulso por parte de las administraciones. Uno de los proyectos estrella es la ampliación del puerto deportivo hasta duplicar la capacidad (ahora tiene 447 atraques). La actuación sigue sólo sobre el papel. En 2007, la APPA sacó a concurso el proyecto básico y el estudio de impacto ambiental. Es lo último que se supo al respecto.
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A la espera de que se decida la nueva ubicación de la marina prevista entre Nerja y Torrox (Costas ha rechazado la playa torroxeña de Vílchez), el único recinto náutico-pesquero del litoral oriental es el de Caleta de Vélez. Su actividad comercial se reduce a un restaurante y a cuatro naves industriales, un espacio que se multiplicará con los nuevos locales previstos en el proyecto de ampliación, que sigue pendiente de que la Junta decida la fórmula de financiación.
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