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Retrato de Josefa Ugarte-Barrientos, por Rodríguez Orive. SUR
A la sombra de la historia

El verdadero retrato de Josefa Ugarte-Barrientos

Víctor Heredia

Lunes, 29 de julio 2024

De todas las escritoras malagueñas del siglo XIX, la que mejor trato ha recibido de la crítica y del paso del tiempo ha sido, sin duda, Josefa Ugarte-Barrientos, condesa consorte de Parcent y de la Contamina. Mujer de convicciones católicas, monárquica y conservadora, desarrolló su obra literaria sin salirse del papel que se esperaba de una mujer de la aristocracia.

Pepita Barrientos, como fue conocida, nació en Málaga el 5 de septiembre de 1854 en el seno de una ilustre familia local y contó con una esmerada educación, como apuntan sus biógrafas María Isabel Jiménez y Amparo Quiles. Su madre, Teresa Casaus Galwey, falleció en 1858, a la edad de 24 años, cuando Josefa aún no había cumplido los cuatro. Bajo la tutela de su padre, Fernando Ugarte-Barrientos y Méndez de Sotomayor, adquirió una sólida formación literaria. Con solo quince años estrenó en el Teatro Principal una pieza dramática de carácter romántico y ambiente medieval, titulada 'Margarita'. El éxito de esta obra hizo que escribiera otra, 'El cautivo', que fue representada en 1871 en el recién estrenado Teatro Cervantes.

En los años siguientes centró su atención en la poesía. En su obra lírica, de una notable calidad, destacan los poemas de inspiración patriótica y las leyendas medievales en las que hacía gala de su erudición histórica. Obtuvo varios premios de la Academia de Ciencias y Literatura del Liceo y otros galardones en certámenes literarios nacionales y extranjeros. Publicó varios poemarios: 'Recuerdos de Andalucía' (1874), 'Páginas en versos' (1882) y 'La estatua yacente' (1889), que cimentaron su reputación literaria y le abrieron las puertas de las veladas poéticas más importantes de Madrid, en las que fue habitual su presencia en la década de 1880. Los beneficios por la representación y venta de sus obras los dedicó a actividades caritativas.

Josefa Ugarte contrajo matrimonio el 30 de mayo de 1887 con Fernando de la Cerda, conde de Parcent y de Contamina y grande de España. La pareja tuvo un hijo, llamado Fernando, que nació al año siguiente. Pero la vida de la aristócrata se truncó demasiado pronto. La condesa falleció en su residencia de la calle Granada el 14 de marzo de 1891, a causa del agravamiento de una pulmonía de la que enfermó cuando visitaba la tumba de su padre. Ella tenía 36 años y su hijo apenas tres. En el cortejo fúnebre participaron representantes de la nobleza y artistas como los pintores Moreno Carbonero y Gartner. Sus restos descansan en la cripta de la capilla que la familia Méndez de Sotomayor poseía en la iglesia de la Victoria. Años más tarde, en 1905 se editó una recopilación de su obra poética con el título de 'Poesías selectas', por iniciativa de su hijo, el cual, como si fuera víctima de una maldición familiar, murió en París a la edad de 20 años.

Lápida en memoria de la condesa de Parcent. SUR

La imagen de Josefa Ugarte se ha mantenido esquiva durante mucho tiempo. A pesar de existir numerosas referencias a su vida y su obra en todo tipo de publicaciones, no se conocía ningún retrato suyo. Cuando Antonio Bueno escribió su libro 'Cien malagueños notables' ilustró su biografía con un dibujo idealizado, que posteriormente ha sido ampliamente utilizado para representar a nuestra autora.

Sin embargo, desde hace poco tiempo se ha recuperado un retrato de Josefa Ugarte de Barrientos Méndez de Sotomayor, como reza al pie. Pertenece a una serie de litografías titulada 'Colección de retratos de mujeres de la nobleza', editada por Aquiles Ronchi en una fecha indeterminada, pero que puede establecerse entre 1871 y 1873. Una parte de las láminas se conserva en la Biblioteca Nacional y otra en el Museo del Romanticismo de Madrid, en cuyos fondos está la de Josefa Ugarte, aparte de alguna estampa que ha salido a la venta en Internet y que el autor de estas líneas tuvo la posibilidad de comprar.

La imagen de Pepita está dibujada por el pintor malagueño José Rodríguez Orive y la litografía está tirada en el taller madrileño de Julio Donon. Representa a la joven, que debería tener en ese momento alrededor de 18 años, de medio cuerpo, con un vestido de gala con escote a los hombros, manga corta y encajes en el pecho con un gran lazo en el centro. En el cuello lleva una cinta de la que cuelga una cruz y el cabello cuelga a la espalda largo y ondulado. El retrato está inscrito en un marco ovalado coronado por un escudo nobiliario. Gracias a la red disponemos ahora del verdadero retrato de una de las mejores escritoras españolas del siglo XIX, la malagueña Josefa Ugarte-Barrientos.

El palacete de Pepita Ugarte

La residencia familiar de los Ugarte-Barrientos estaba en la calle Granada número 36, en un palacete desaparecido. En 1880 Fernando Ugarte-Barrientos y su hija Josefa inauguraron la casa después de una reforma con una velada dramática a la que asistió un selecto público formado por casi doscientas personas de la alta sociedad local. El escritor José Carlos Bruna describió así el aspecto del interior de la vivienda: «Los grandes salones, los graciosos gabinetes, la rica biblioteca y el severo comedor, todo resplandecía como ante un sol sin nubes». La anfitriona fue una de las actrices y además leyó algunos de sus poemas. Al final de la velada hubo un baile y se sirvieron dulces y helados. En 1906 la Academia de Letras Humanas colocó en la fachada lateral una lápida, la primera que reconocía públicamente la labor de una mujer en la ciudad. A la calle Panaderos se le dio el nombre de Josefa Ugarte-Barrientos, hasta que recuperó su denominación primitiva en 1937. En la actualidad la calle Pepita Barrientos está en la zona de La Concha.

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