El Teatro Lara, un circo para una amazona: la baronesa Rahden
Verano 2020. A la sombra de la historia ·
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Verano 2020. A la sombra de la historia ·
Víctor heredia
Jueves, 16 de julio 2020, 23:38
Uno de los teatros y cines más populares de la ciudad durante la primera mitad del siglo XX fue el Lara, que ocupaba un amplio solar entre las calles Atarazanas, Panaderos y Torregorda, junto al Hoyo de Esparteros. Aunque la fachada exterior era de obra, toda su estructura estaba construida en madera y en su interior tenía una planta prácticamente circular. Según una guía de 1898 contaba con 398 sillas, 22 palcos, dos gradas y un amplio anfiteatro. El patio de butacas se podía convertir en pista de circo, con una rampa que lo conectaba con el escenario. Porque el Lara fue levantado para ser, realmente, un circo.
Su construcción fue promovida por los condes de Albercón para acoger el espectáculo circense de la Compañía Ecuestre, Gimnástica, Cómica y Mímica dirigida por la baronesa Rahden, famosa écuyère (amazona) de la época. El Circo Baronne de Rahden fue inaugurado el 23 de diciembre de 1892, pocos días antes de la visita a Málaga de la emperatriz Elisabeth de Austria-Hungría. En uno de los primeros espectáculos que ofreció, el 4 de enero de 1893, actuaron la amazona Mademoiselle Carmelita, la trapecista Geraldine, «reina del aire y de la hermosura», y las artistas Olivia y Emma. En las semanas siguientes los programas incluyeron también actuaciones de forzudos, acróbatas y «clowns». El local también estaba abierto a otro tipo de actos, como el mitin que ofreció el líder socialista Pablo Iglesias el 5 de febrero.
Francisco Bejarano relata que el público local quedó dividido entre los admiradores de la «hermosa» trapecista Geraldine, en su mayoría «aristocráticos» muchachos de la Alameda, y los seguidores de la funambulista Emma Gautier, jóvenes de clase media. La rivalidad entre ambas aficiones se enconó durante semanas y se disputó en el colorido terreno de las canastillas de flores, ya que unos y otros pugnaban por regalar la mayor cantidad de ellas a su artista preferida. Esta auténtica «batalla floral» entre «verdes» y «azules» concluyó abruptamente cuando la funambulista sufrió una caída que la retiró temporalmente del escenario. Un diario madrileño escribió que «la rivalidad de ambos bandos ha llegado á tal extremo, que no se habla en Málaga de otra cosa, y el circo se llena todas las noches para contemplar aquella batalla de flores y aplausos».
En realidad, el Circo de la baronesa Rahden era una auténtica aventura empresarial del mundo del espectáculo que apenas consiguió sobrevivir una temporada. Como escribió su promotora, en una ciudad de provincias la curiosidad se agota pronto. En 1894 la sala adoptó el nombre de Lara para ser utilizada como teatro de verano, siendo entonces el tercer edificio escénico de la ciudad después del Cervantes y del Principal.
El hecho de que se construyera expresamente un edificio para acoger un determinado espectáculo nos da idea de la importancia de la artista que propició tal empresa. La alemana Jenny von Rahden, nacida Eugenie Weiss en 1870 en Breslau (actual Wroclaw), pertenecía a una familia acaudalada venida a menos. Decidió formarse como domadora de caballos y comenzó trabajando en circos rusos. Se casó en San Petersburgo con el militar Oscar Rahden, a cuya familia no le agradó en absoluto este matrimonio. Los dos recorrieron toda Europa y recalaron en España, donde Jenny montó su propia compañía y actuó por temporadas en Madrid, Sevilla, Málaga y Barcelona. Más tarde marcharon a Francia y después a Alemania. La rubia Jenny era una artista que levantaba pasiones y en agosto de 1893 su celoso marido mató en la ciudad francesa de Clermont-Ferrand a un admirador danés que seguía sus pasos. Este fue uno de los hechos que contribuyó a cimentar la leyenda de esta extraordinaria amazona, cuyo número estrella era la 'cabrade', que consistía en que ella echaba su cuerpo para atrás hasta que su cabeza descansaba sobre el lomo del caballo, mientras éste permanecía erguido sobre sus patas traseras.
Después de la muerte de su marido continuó actuando hasta que sufrió un accidente en Niza, producido por una incipiente ceguera. La baronesa narró su amarga experiencia en su libro 'Le roman de l'ècuyére', publicado en 1902. Años más tarde reapareció como cantante y finalmente murió en la capital francesa en 1909, aunque otras fuentes retrasan su fallecimiento hasta 1921.
El Teatro-Circo Lara fue adquirido en 1899 por Antonio Pérez, contratista de las sillas de los paseos públicos. Ese mismo año ya anunciaba una proyección de cinematógrafo, uno de los múltiples usos que tuvo en el siguiente casi medio siglo. Como sala de espectáculos acogió zarzuelas, circo, teatro, actos políticos, cine, carnaval, boxeo, flamenco, etc. A pesar de la precariedad de sus instalaciones, que presentaban numerosas deficiencias, especialmente en lo que respecta a la higiene, fue uno de los espacios de ocio preferidos por los malagueños y las malagueñas, lo que llevó a uno de sus empresarios a separar el público por sexo. Las mujeres acudían en gran número porque había tiendas que entregaban con las compras bonos para asistir a este teatro al módico precio de diez céntimos, es decir, una 'perra gorda'. Su prolongada decadencia culminó en 1942, cuando fue clausurado por las malas condiciones del edificio, que seguía siendo de madera. Finalmente fue demolido en marzo de 1945.
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Óscar Beltrán de Otálora
Ivia Ugalde, Josemi Benítez e Isabel Toledo
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