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Jenny Albarracín Hoffman, en la clase de segundo de la ESO en el IES Concha Méndez Cuesta. ÑITO SALAS

Jenny, la fuerza de la superación

Ciega desde nacimiento, ha estudiado Traducción e Interpretación en la UMA y es auxiliar de conversación en el instituto Concha Méndez Cuesta de Torremolinos

Miércoles, 25 de mayo 2022, 00:37

Jenny no ha conocido la luz del día. Vive en una permanente oscuridad. Su 'hándicap', como ella dice, es una ceguera que la acompaña desde que nació. Una discapacidad visual que no le ha impedido estudiar en el colegio, hacer la Secundaria y el Bachillerato en el IES Capellanía y terminar una carrera universitaria, Traducción e Interpretación, en la UMA. Ahora, con 23 años, está realizando funciones de auxiliar de conversación en el IES Concha Méndez Cuesta de Torremolinos en un programa pionero de voluntariado educativo que ha puesto en marcha el departamento de Francés, una iniciativa que incorpora una auxiliar de conversación cuya función principal es fomentar las destrezas orales del alumnado.

Una labor que ella ha emprendido con la mayor de las ilusiones. Un interés que demuestra en las clases y en la relación con los profesores. «Rápidamente se ha hecho querer. Para nosotros es ya imprescindible», asegura la directora, Virginia Rodríguez.

Por los pasillos del instituto Jenny se desenvuelve con soltura. En la ONCE ha recibido clases sobre el manejo del bastón. Pero aquí siempre encuentra una mano amiga, de una profesora o personal de administración. Los chicos y chicas se apartan para facilitarle el paso, al tiempo que la saludan con un cariñoso 'seño'. A la clase de segundo E la acompaña Amanda, la profesora de Francés, que se muestra encantada de la ayuda que le proporciona Jenny, centrada sobre todo en conversar con los niños y niñas. En un francés claro y con una cuidada pronunciación, que los chicos se esfuerzan por repetir. «Los idiomas se aprenden así, hablando», dice la joven.

Jenny Albarracín Hoffman tiene 23 años, nació en Málaga, de padre español y madre belga. Fue una niña prematura y un desprendimiento de retina la dejó ciega. En su familia y en su hermana melliza Robin ha tenido unos apoyos fundamentales para salir adelante. Estudió en un colegio e instituto públicos, «con los demás niños y niñas», y no en centros especiales, algo que ella agradece a sus padres.

Su empeño y decisión por ser una más en clase se topó con alguna que otra incomprensión. «Encontré a algún profesor que pensaba que no podía hacer las cosas, o que no me adaptaba los exámenes, pero han sido casos excepcionales. En términos generales, he encontrado mucha ayuda y comprensión», dice la joven.

En el IES Capellanía de Alhaurín de la Torre estudió Secundaria y Bachillerato. «He tenido la misma educación que cualquier otra chica o chico», afirma, orgullosa. Un profesor de apoyo le ayudaba en tareas concretas, como imprimirle trabajos o exámenes. Y su hermana melliza fue en este periodo una ayuda esencial.

Tres idiomas

En selectividad le dolió «no tener más que un 6,1», pero fue suficiente para poder estudiar Traducción e Interpretación por el cupo reservado a personas con algún hándicap, según sus palabras (o discapacidad). Los idiomas siempre le han gustado y además del inglés estudiado en la carrera habla francés y neerlandés, que ha aprendido con su madre y que practica con su abuela. Jenny también pensó en las salidas profesionales de esta carrera a la hora de la elección.

Jenny aún recuerda los nervios del primer curso de carrera, el miedo a lo desconocido, a tener que hacer nuevos amigos. En este punto cita a Silvia, una chica granadina con la que entabló una buena amistad y que le ayudó mucho durante los años de carrera.

Isabel Sarmiento, profesora de Lengua Castellana y Literatura en el Concha Méndez Cuesta, vive también en Alhaurín de la Torre y su hija es amiga de Jenny. Le ayudó durante el instituto y la carrera y una vez graduada en la UMA pensó en la posibilidad de incorporarla al centro. «Más del 99 por ciento del alumnado con discapacidad visual se escolariza en centros ordinarios, siguiendo el currículo escolar oficial. Pero, ¿sería posible la presencia en las aulas de un docente con discapacidad visual?», se preguntó Isabel. La respuesta ha sido el programa de voluntariado educativo que ha puesto en marcha el departamento de Francés del instituto, una iniciativa que incorpora una auxiliar de conversación cuya función principal es fomentar las destrezas orales del alumnado. En este caso, además, se da la circunstancia de que la auxiliar de conversación es una joven ciega.

Según la profesora Sarmiento, Jenny ha sido muy bien recibida por el alumnado, a los que también ha hablado de su experiencia, de ella misma, de los retos y obstáculos que ha ido superando a raíz de su discapacidad. «Una charla de carácter motivacional que ha sido muy positiva tanto para los alumnos que suelen desconocer la realidad de una persona discapacitada, como para ella misma, que ha sentido el interés, respeto y cariño de todo el alumnado», afirma la docente.

Acudir dos días a la semana al instituto ha sido una inyección de optimismo para Jenny, un tanto desanimada tras acabar la carrera y no encontrar un futuro profesional. Ahora se ve capacitada para enseñar inglés o francés en la ONCE a personas invidentes, algo que también sería una iniciativa pionera. O realizar traducciones. Ella no se pone límites y su único objetivo es sentirse útil. Como una más. Sin ningún 'hándicap'.

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