Deporte junto al mar por temor al Covid
Los malagueños se aficionan a participar en clases dirigidas al aire libre por el temor a sufrir contagios en sitios cerrados
A Ana Bermúdez le encanta empezar la semana haciendo deporte en la playa. Desde hace unos meses participa en las clases colectivas de pilates y yoga que organiza la entrenadora Ana Rivas en la Carihuela, una actividad que le da la vida y le aporta energías para el resto de la semana. «Hacer deporte al aire libre, a la sombra de una palmera y escuchando las olas del mar, es algo que no tiene precio», confiesa. Como ella, cientos de malagueños se han aficionado a participar en actividades grupales en la calle, una práctica que ha aumentado de forma exponencial por culpa del coronavirus y el temor de muchos a entrenar en sitios cerrados. Este cambio de mentalidad ha provocado que ya no sólo se vea a personas corriendo o paseando de forma individual, sino a grupos más o menos numerosos haciendo musculación, pilates o incluso zumba.
En el mismo grupo de Ana también entrena Laura, una joven que se ha acostumbrado a ponerse en forma junto al mar y prácticamente lo hace todos los días de la semana. Tras varios meses asistiendo a las clases, considera que la libertad que se vive junto al litoral no se puede conseguir en ningún otro sitio. «Desde luego que se ha notado el coronavirus; ahora nadie quiere estar en un sitio cerrado», apunta.
Y no sólo por el temor a contraer el virus. Las limitaciones de aforo impuestas en las clases cerradas no son comparables con la libertad que hay en la calle, en donde se pueden formar grupos bastante numerosos. En la última sesión participaban 15 personas, cuando en muchas salas pequeñas apenas se pueden superar los cuatro deportistas al mismo tiempo.

La organizadora de este grupo es Ana Rivas, propietaria de la sala Respira Pilates, también en Torremolinos. Aunque ella cuenta con un centro físico, le gusta organizar algunas clases semanales en la playa porque «aportan algo diferente a los participantes». Además, a nivel empresarial, al aire libre no tiene las limitaciones de aforo que en el interior. «La gente está recelosa de ir a un sitio cerrado, y entrenar aquí (en la playa) es un placer», resume.
En otro grupo, en la capital, entrena Nacho Pérez. En su caso suele hacerlo en la playa de La Malagueta y con un entrenador personal. Aunque él ya lo practicaba antes del confinamiento, es consciente de que los grupos se han multiplicado, sobre todo en el entorno de Malagueta-Muelle Uno-Palmeral de las Sorpresas. Este deportista entiende que el coronavirus ha dañado especialmente a los gimnasios tradicionales en beneficio del deporte al aire libre. De hecho, en su caso particular también estaba apuntado a uno pero se ha borrado. «Es más relajante entrenar al lado del mar; y en las circunstancias actuales nadie se quiere meter en un sitio cerrado».
Por eso le sorprende que los centros deportivos no hayan apostado por tomar la calle. «En el gimnasio en el que yo estaba sólo salían para correr, pero muchas actividades se podrían hacer en la calle como la zumba o el yoga».
A otro que también le gusta entrenar al aire libre es a Julio Pérez, a quien no le faltan parques y playas de la capital por descubrir. «Me gusta entrenar al aire libre porque te da libertad y permite descubrir sitios nuevos de la ciudad», confiesa. A él le apasiona hacer deporte en grupo y de forma individual, ya que cada sesión le aporta cosas diferentes. «Se nota que ahora hay más gente haciendo deporte al aire libre».
El entrenador de los dos últimos es Gastón Márquez, quien valora que hacer ejercicio al aire libre «es un privilegio en Málaga» dado el clima de la ciudad y la posibilidad de cambiar de localizaciones. Además, considera que «produce en la gente una sensación de bienestar diferente a un sitio cerrado, generando más alegría, vitalidad y energía, además de ayudar a nivel psicológico».
Fuerte caída de los gimnasios
El auge del deporte al aire libre contrasta con la importante caída que han experimentado los gimnasios tradicionales desde que comenzó la crisis del coronavirus. Según los datos aportados por el sector, los centros deportivos apenas han recuperado un 50% de su actividad y cientos de profesionales siguen afectados por un ERTE.
El director de Forus Trinidad, Coke Caba, reconoce que el coronavirus le ha sentado especialmente mal a su gremio. Y eso que han invertido numerosos recursos en adaptar las salas para que los usuarios se encuentren seguros en todo momento. «El rechazo a meterse en sitios cerrados se debe al desconocimiento de las medidas que se han tomado en los centros deportivos», considera.
Pese a ello, explica que en su grupo también han comenzado a organizar algunas clases al aire libre aprovechando salas múltiples. «Salir a la calle es más complicado porque la policía te puede llamar la atención; pero es importante que los usuarios tengan la posibilidad de elegir». La salud de todos está en juego.
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