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Francisco Jiménez
Jueves, 2 de febrero 2017, 01:07
La llegada del frío y los picos de infecciones respiratorias que en las últimas semanas han llenado las urgencias de los hospitales también han traído un más que considerable aumento de las defunciones en Málaga, sobre todo personas mayores con dolencias crónicas que se agravan por las bajas temperaturas. Tanto que en el cementerio de San Gabriel no recuerdan un mes de enero tan virulento como el que acaba de terminar, con familias teniendo que soportar a diario más de cinco horas de espera para disponer de una tanatosala en la que velar a su ser querido. Si, por regla general, se realizan una media de 13 servicios diarios, en las últimas jornadas se han llegado a contabilizar hasta 34, cifra alcanzada el martes de la semana pasada, para lo que resultan a todas luces insuficientes las 22 salas del camposanto malagueño. «Por esta época del año siempre suele aumentar la actividad, pero lo de este año es una barbaridad», asegura un representante de los trabajadores, quien explica que para que los familiares no tengan que permanecer esperando se suele contactar con las funerarias para que les vayan advirtiendo del panorama.
La situación se ha ido normalizando en los últimos días (ayer al mediodía estaban ocupadas 16 dependencias), pero cuando los trabajadores hablan de «barbaridad», «colapso» y «overbooking» lo hacen con razón, puesto que el número de fallecimientos ha experimentado una subida del 40% respecto al año anterior.
Si en enero de 2016 se registraron 452 servicios (incineraciones, entierros, traslados y reasignación de salas), el pasado mes fueron 632, según los datos facilitados por Parcemasa, la empresa municipal que gestiona los cementerios de la capital. «Diciembre ya fue fuerte, pero enero ha sido muy superior y no sólo en Málaga. Son situaciones puntuales que se repiten cuando bajan las temperaturas y, en verano, con los días fuertes de terral, pero mi impresión es que es de los meses más fuertes de la historia», afirma el gerente de la entidad, Federico Souvirón, quien resalta «el esfuerzo de los trabajadores para garantizar la prestación de todos los servicios con la mayor agilidad posible».
Próxima ampliación
El responsable de Parcemasa reconoce que los días más intensos ha habido esperas, pero sin llegar al punto de tener que pedir a los familiares que dejaran al difunto en casa porque no había espacio. «Se ha rebajado la presión utilizando las cámaras, que ahora son más con el edificio nuevo y posibilitan tener el cuerpo mientras la familia espera unas horas, y también ordenando el tráfico de forma que en cuanto la sala queda desocupada para el funeral se activa la reubicación», detalla.
Una actividad frenética que se acrecienta por el deseo de las familias de usar las instalaciones más amplias y, sobre todo, las que disponen de aseo interior (11 pequeñas, 9 medianas y 2 grandes), por lo que normalmente se les asigna una de las pequeñas y en cuanto queda alguna libre, se trasladan. Unas incomodidades que empezarán a solucionarse antes del verano con las seis tanatosalas que se están construyendo, unas obras a las que seguirán otras para reordenar 8 habitaciones pequeñas para reconvertirlas en cuatro medianas. De este modo, serían 24 las tanatosalas existentes, de las que tres seguirían siendo pequeñas, dos grandes y las 19 restantes medianas.
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