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Antonio Luque. Antonio J. Guerrero

El profeta del aceite que triunfa en su tierra

Vidas con huella ·

Agricultor e ingeniero, Antonio Luque levantó hace 30 años la primera bandera del aceite español en Bruselas. Era ya un visionario en un sector que hoy lidera al frente de Dcoop, un gigante en crecimiento con dieta variada más allá del aceite. Tiene a su favor las ideas claras, la fuerza de 75.000 socios y un aliado sólido en EE UU

Domingo, 11 de marzo 2018, 01:01

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Al principio fueron sólo trece cooperativas, cuatro de ellas de Villanueva de Algaidas –donde están sus raíces de hijo y nieto de olivareros– las ... que embarcó en 1987 en Hojiblanca, apenas un brote y tres personas en una oficina alquilada en Antequera, la ciudad que Dcoop ha convertido en la capital mundial del aceite y de la aceituna de mesa. ‘Las Hazuelas’, la finca familiar de los cuatro hermanos, le mantiene en un máster permanente de entusiasmo sin sequía como agricultor –además de ganadero de ibérico– que inició antes de terminar la carrera de agrónomo en Córdoba y de rodarse como dirigente de cooperativas agrarias en Andalucía. Ese papel ha sido clave para fajarse en fusiones y absorciones, un trabajo sin tregua de tres décadas sembrando argumentos más allá de Despeñaperros y que ha cosechado ya 150 cooperativas y Pompeian, un poderoso socio americano. Antonio Luque es de los que prefiere que premien los productos que salen de sus cooperativas y no a él, uno de los andaluces más influyentes con hilo directo con consejeros y ministros del ramo. Cultiva la distancia con la política y es de los que prefiere clamar en el desierto con una propuesta –«con una buena política de agua, el paro se reduciría a la mitad en los pueblos de Andalucía»– antes que criticar al poder fuera del perímetro agropecuario. Los 75.000 socios atentos a sus pasos arman el tejido social y económico de una mayoría de los 300 pueblos olivareros de Andalucía, una diversidad política y catastral donde el socio tipo de Dcoop es un pequeño productor con diez toneladas de media. Al presidente de Dcoop lo conocen de cerca grandes y pequeños, a los que les une más un precio «dulce» del aceite como el actual que las buenas palabras. Practica siempre que puede la tertulia de sobremesa, algo así como un toreo de salón cara a las duras faenas siempre pendientes de rematar localismos y personalismos, las dos bestias negras con las que ha lidiado este andaluz que mira más allá del estricto mojón que marca cada cooperativa de cada pueblo a la hora de buscar mercado y buen precio al aceite. Sabe que habrá un futuro difícil, con años escasos de ayudas y generosos en cosecha y los precios exigirán otros costes para seguir siendo un cultivo rentable. Sus mensajes y el trabajo de su equipo calan, y ya ha pasado el tiempo en que era sólo Dcoop quien tocaba puertas. La primera cooperativa del campo español nació del aceite, pero ha sumado ingredientes en todas las grandes salsas agroganaderas: aceituna de mesa, vino, frutos secos, cereales, vacuno, suministros, cárnicas, lácteos.

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