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Los cinco actores sorprenden por su naturalidad y su calidad vocal. Francis Silva
'The Opera Locos', carcajadas para dar el do de pecho

'The Opera Locos', carcajadas para dar el do de pecho

La compañía Yllana llega al Teatro Cervantes con un espectáculo musical sin diálogos en el que la acción transcurre a base de gestos y onomatopeyas

Martes, 28 de enero 2020

Es prácticamente inevitable reírse ante el fallo ajeno. La comedia, desde su concepción más primitiva de tartazo en la cara y accidente forzado, ha estado poblada de golpes, caídas, tropezones escandalosos y personajes que aligeran cualquier diálogo con su carismática torpeza. Con esa premisa arranca 'The Opera Locos', obra ganadora del Premio MAX a mejor musical de 2019 y que ayer puso a bailar vals al Teatro Cervantes en la primera de sus dos noches en escena (hoy a las 20.00 hay una nueva función). La obra plantea un recorrido por los grandes clásicos de la ópera en busca de la risa y el aplauso a partes iguales para dar el do de pecho a base de carcajadas. La receta está basada en el sorprendente talento de los intérpretes, que se metieron en el bolsillo desde el primer minuto a los asistentes.

La obra, creada y dirigida por Yllana, plantea un retorno al origen de la comedia que va más allá del arquetípico personaje errante –que desde el primer momento se equivoca de coreografía, de notas y de posición en el escenario, todo por la carcajada–. El planteamiento está también ambientado en la estética circense y burlesque, con trajes de colores, pinturas en la cara y una atmósfera rococó que desnuda a la escena de cualquier eje temporal, dando paso a una serie de pequeños actos basados en el humor y, como no, en la música.

El argumento es brillantemente sencillo: cinco cantantes (cada uno de su padre y de su madre) se disponen a dar un concierto. Pese a que en ningún momento hablan –la obra avanza a base de onomatopeya, mímica, gestos y canto–, bastan cinco segundo para que el espectador identifique a cada uno de los personajes. El veterano, la talentosa cabra loca que se equivoca en la coreografía, la soberbia, el alocado cantante que quiere romper los límites de la ópera y el disciplinado, estricto y perfeccionista divo del escenario.

Los cinco elementos, perfectamente sintetizados, van compareciendo ante el público para mostrar sus inquietudes y desvelar de forma sutil algunas claves de su personalidad. Pero la magia llega cuando los compañeros coinciden en la escena para montar algún número: coreografías accidentadas, choques buscados y una constate lucha de egos mantienen al espectador pegado a su respaldo, no solo por lo divertido de cada uno de los sketches, también (y principalmente) por las imponente voces del elenco.

Los enamoramientos entre los personajes no tardan en llegar, propiciando escenas cada vez más enrevesadas pero dando paso también a soliloquios menos humorísticos y más centrados en el lucimiento de las emociones de los personajes y en las cualidades musicales de los actores. Ayer el Cervantes se dejó seducir por la propuesta de Yllana, y aplaudió con frenesí los dos de pecho y rió sin freno.

Pero la verdadera magia llegó cuando el divo ofrece a los asistentes una «opera masterclass». Basándose en 'Rigoletto' y su universalmente conocido 'La dona è mobile'. El Cervantes se dejó embelesar por la interacción con los actores y se sintió, por un momento, un miembro más de esta loca y entrañable compañía de ópera. Pero ese no fue el único momento de interacción. ¿Qué haría si, tras sentarse en primera fila, una de las cantantes se enamorase de usted?

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