Los microrrelatos de SUR del domingo 9 de agosto de 2020

Envía tus microrrelatos a microrrelatos.su@diariosur.es. No existe límite de edad ni ninguna temática obligatoria, sólo hay que cumplir un requisito: no superar las 150 palabras

Domingo, 9 de agosto 2020, 00:41

María Asunción García

Anhelada inocencia

Lluvia torrencial. Un niño y una niña vagabundean por las calles. No tienen nada. Es de noche y el frío arrecia. Las gotas de lluvia resbalan sin piedad sobre sus rostros macilentos. De repente, encuentran abandonada en un charco lleno de barro una sombrilla desvencijada. Ríen y ríen y saltan y chapotean sin cesar, porque para ellos supone un maravilloso y mágico hallazgo. Y aunque dos varillas están dobladas, y la sombrilla está muy sucia y empapada, se disponen a anudarla con su cinta, la colocan cerrada entre sus piernecitas y se elevan al cielo. Siempre habían creído en las escobas voladoras...

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Lucía Márquez

El principio y el final de todo

Una composición fotográfica para religión por hacer y solo tenía un puñado de fotos sinsentido. Si no fuera por ver más a Carla, no estaría en aquella tediosa clase de religión.

Empezó por el título: El principio y final de todo. Para el fondo, usó la catedral de Santiago de Compostela. Luego, colocó las transparencias de los símbolos alfa y omega. Su padre le contó que vio ese símbolo tatuado en la muñeca de su madre biológica el día que la cogió de sus brazos. Su exposición sería sobre si Dios perdonaría a una madre que abandonó a su hija.

Al día siguiente, expuso sin nervios ni ganas, pero a su profesora pareció gustarle, puesto que sus mejillas se inundaron. Julia miraba desconcertada a su profesora quien, inconscientemente, deslizó la manga de su blusa. Allí estaba, el símbolo omega detallado por su padre.

Carlos M. Corchado

Desequilibrio

Aquellos días tuve la sensación de que los pies se habían desmembrado del cuerpo. Caminaba pero sentía que ellos rozaban violentamente el suelo. Daba un paso y el siguiente masticaba la ebullición sanguinea que recorría las pantorrillas. Con frecuencia tenía la sensación horrible, de que mi cuerpo daría de bruces en el suelo y trataba de encontrar un sitio donde sentarme. Al iniciar de nuevo la caminata, tenía la percepción de que serían pocos pasos los que lograría dar y me aterrorizaba. No sabía más, que para dominar el caos, debía tener la virtud de la paciencia para esperar que todo se calmara.

Celia Ortiz

Amor a primera distancia

Desde la primera distancia lo supe. Él me miraba como si me desnudara. Me quitaba la camisa con los ojos, me acariciaba y temblaba solo con su primer parpadeo. Cuando habló, la distancia se convirtió en un campo magnético y los dos sentimos la conexión y nos dio igual que los guardias nos impidieran acercarnos. Él me habló de una forma tan dulce que sucumbí a él y la distancia se convirtió en la anfitriona de nuestro amor.

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Carmen Becerra

Perdidos en la memoria

Recuerdo que había noches en las que el sonido de la lluvia golpeaba contra el cristal de la ventana y la tormenta iluminaba las paredes de mi habitación. Entonces los miedos acechaban mis sueños. Por un instante, anhelaba perseguir con la espada a malvados piratas, rescatar hermosas princesas y desenterrar tesoros en islas perdidas. Y otras, de seguir mi sombra, perdiéndome en mis propios delirios de atardeceres metálicos y plateados destellos colgados de una nube en el cielo.

A la mañana siguiente, intentaba plasmar sobre papeles los sueños vividos que con la llegada de la luz del sol quedaban difuminados entre las cortinas de mi lúgubre habitación.

Marga Gil

Nostalgia

Unas voces en la calle me despiertan en la noche, rebotan en las paredes de las casas señoriales del centro de Málaga. Cuento las campanadas que da la catedral, una, dos, tres... siete... Un revoloteo de metal anunciando un enlace. Los músicos callejeros piden unas monedas: un anciano chino acaricia un instrumento milenario, que evoca películas antiguas de oriente; una chica toca el acordeón y lanza una mirada melancólica... Las palomas picotean migajas olvidadas y los perros huyen en busca de su vergel soñado. Miro a través de la ventana un balcón cuyas cortinas ocultan el dormitorio de una niña, una princesita de su papá y de su mamá y me acuerdo de mi niña, tan cerca y tan lejos de mí. Y mis ojos se bañan de tiernos recuerdos y anhelo verla tan solo unos pocos minutos. Desde la ventana de una clínica sueño con llegar a casa.

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Rafa Nuñez

Despedidas

Ella se fue, llevándose mi universo. Sí, ese de estrellas fugaces y planetas rojos. El de auroras boreales con aroma a café. Me quedé con la arrogancia que solía manar de mi boca, esa que se mimetizaba con todos los poros de mi piel. Sí, esa que alejó al cielo de la tierra. Se llevó hasta el anafe con el que solía calentar mi corazón. Solo me queda un miedo visceral a los silencios eternos, a las risas que se olvidaron de mis oídos. Y soñar con los efímeros recuerdos de sus parpadeos alumbrando la noche, reflejos de una vida y el zigzag de sus dedos tatuados en mi piel. Ella se fue, llevándose mi universo.

Rosa María García

Anacronismos literarios

He tenido un sueño muy extraño. La 'señá' Benina andaba, como siempre presurosa, por los arrabales de Madrid, acompañada del ciego Almudena. De repente se cruzaron con Doña Emilia Pardo Bazán que iba pedaleando, no sin esfuerzo, sobre una bicicleta con sillín azulado. Un grupo de rateros aparece en escena y Roque 'el Moñigo' roba la cartera a la buena señora en su décima pedalada. El ciego Almudena no deja de repetir: « Milana bonita, milana bonita...»

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( En homenaje a Miguel Delibes y a Benito Pérez Galdós)

Fernando del Valle

Día de playa

- ¡Vaya por Dios, Antonio! esa memoria de pez, además que no pones atención a nada; te hecho la lista de lo que hay que llevar para la playa, que con tanta gente tendremos que salir temprano, si queremos encontrar un sitio donde poner las toallas. No te despistes otra vez: las sillas plegables, la sombrilla, la neverita portátil con los bocadillos y los zumos, pones el hielo al último momento, las toallas, protección solar, las revistas, tapones de oídos, que luego me entra la migraña con el agua fría de mar, gafas de sol y de leer; aquí está, todo bien anotado. Nada más desayunar salimos, son solo ocho calles hasta la playa. Y organízate bien, tú puedes con todo, yo con mi artritis no puedo casi coger nada. ¡Y nada de caras de circunstancia!

- Descuida Pilar – (con lo bien que se está en casa, me cachis…)

Robin Albarracín

Telón

Lo mismo el telón ya se ha subido.

Lo mismo este segundo sin importancia que nos tomamos como un ensayo, es la representación final de una obra que solo interpretaremos una vez.

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