Isabel Oyarzábal vuelve del exilio de la memoria
Homenaje ·
Escritora, periodista, diplomática y comprometida con la lucha feminista en la Segunda República, la malagueña sufrió un doble destierro: de su tierra y de la historia. El Centro Andaluz de las Letras reivindica su figura y su obra en unas jornadasFueron 96 años de una vida «de epopeya». Fue escritora, periodista, traductora, diplomática e incluso actriz. Su nombre está entre las pionera del movimiento feminista en España: la primera mujer inspectora de trabajo y la primera embajadora del país. Representó a España en la Liga de Naciones y, además, hablaba tres idiomas, firmó crónicas en importantes periódicos nacionales e internacionales y escribió ensayos, novelas y obras de teatro. Pero la dictadura primero y su condición de mujer después la hicieron invisible para la historia. La malagueña Isabel Oyarzábal (1878-1974) sufrió un doble exilio: de su tierra, obligada a pasar sus últimos años en México, y de la memoria. El Centro Andaluz de las Letras quiere reparar este último destierro con unas jornadas que rescatan su figura y su obra a modo de «investigación en marcha». Porque, como resaltó la directora Eva Díaz Pérez, «aún falta mucho» por descubrir.
Uno de los últimos hallazgos se dará a conocer hoy en este mismo congreso, coordinado por Aurora Luque, Andrés Arenas y Enrique Girón. Entre los fondos no editados de la autora que se conservan en el Archivo Nacional de Cataluña, un manuscrito titulado 'Amellali' había pasado inadvertido. Una reciente revisión por parte de Arenas y Girón, traductores de cuatro de sus libros escritos en inglés, desveló que esos textos eran en realidad la tercera parte de sus memorias. Frente a 'I must have liberty' (1940) y 'Smouldering freedom: The story of spanish republicans in exile' (encargos de una editorial americana al poco de iniciar su exilio mexicano), 'Amellali' retrata a una Isabel anciana «más tranquila y sosegada». A sus 80 años ya no tiene el «espíritu combativo» de otros tiempos.
'Amellali' tiene el enorme valor de aportar información de los últimos años de su vida, de los que poco se sabía. El título responde al nombre del rancho en el estado de Michoacán donde vivía por temporadas y de él habla: de sus habitantes humanos (como su nieto Jan) y animales. Tiene un discurso «ecologista» defendiendo el buen trato a los animales e incluso los pone a hablar entre ellos como en una especie de fábula. Es un texto sereno e incluso «zen». «Nunca dejó de ser religiosa, pero aquí se aprecia ese trasfondo cristiano por la forma que tiene de hablar, alabando la paz y la concordia», señala Girón. Oyarzábal era una mujer con muchísimas amistades y eso se refleja en este manuscrito, donde da cuenta del paso por el rancho de Cantinflas y Juan Ramón Jiménez. Y la Málaga de su infancia y primera juventud sigue presente en sus recuerdos.

Arenas y Girón encuentran en 'Amellali' una evolución de su lenguaje, al que ya incorpora mexicanismos, como carro en lugar de coche. Además, acostumbrados a traducir sus palabras del inglés, se sorprenden de las expresiones arcaicas y barrocas que usa en español. El objetivo es hacer una edición anotada de esta obra y al mismo tiempo reeditar uno de sus libros más destacados, también traducido por Arenas y Girón: 'Alejandra Kollontai. Biografía'.
De su amistad con la revolucionaria Kollontai, la primera mujer de la historia en ocupar un puesto de ministra en el Gobierno de una nación, habló en un vídeo María Luisa Balaguer, magistrada del Tribunal Constitucional. Ambas «mujeres extraordinariamente originales para su época compartieron tres años de su vida en Suecia, donde Oyarzábal era diplomática. »Desapareció durante muchísimo tiempo la posibilidad de que se llegase a reproducir una situación de este tipo. La herencia que nos puede quedar de ese momento es que hubo en la Segunda República y principios de siglo en Europa un florecimiento de actitudes del feminismo, de pioneras que habría que dar a conocer«, apuntó.

Fue precisamente Kollontai quien la animó en 1939, ante la victoria definitiva de Franco, a marcharse a México. Como comentó el filólogo y catedrático Miguel Ángel Moreta, Oyarzábal pertenecía a la «aristocracia del exilio», ella pudo elegir destino. Pero allí las cosas no eran tan fáciles como se creen. Aunque los exiliados republicanos contaban con el apoyo del general Lázaro Cárdenas, antes que ellos había llegado la inmigración económica, lo que llamaban la colonia española, y esos eran profundamente profranquistas. «Sobre sus hombros famélicos descansaba una triple tacha: ser herederos de los conquistadores, ser igual que los explotadores 'gachupines' y ser maduritos rojos comunistas», detalló.
Aún así se abrió paso en México, como hizo en cada lugar al que le llevó la vida. Javier La Beira fue el encargado de trazar su biografía, como guionista del documental 'Isabel Oyarzábal (Retratos)', que ayer se proyectó. Y resaltó dos rasgos: «Desde joven, pese al ambiente burgués elevado en el que se crió, tomó conciencia de la injusticia y se puso del lado del desfavorecido« y siempre tuvo una »encomiable lucidez analítica«.
El documental descubre a una mujer, a la que cariñosamente llamaban Ella, marcada por la doble educación que recibió de sus padres: de padre malagueño católico y madre escocesa protestante. Sus años de juventud como actriz, su pasión por el folclore, la militancia feminista, sus cientos de artículos periodísticos, su obra literaria, su papel en la Segunda República... Su trayectoria vital es inabarcable. Estas jornadas, hasta el jueves en el CAL y en directo desde Youtube, son una magnífica (y necesaria) aproximación. Una mirada al pasado que concluirá con un reconocimiento al presente: la entrega a Aurora Luque del primer premio Isabel Oyarzábal, creado por la Asociación para la Defensa de la Imagen Pública de las Mujeres (ADIPM) por su trabajo a favor de la igualdad entre mujeres y hombres a través de la comunicación y la cultura.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.