Borrar
Un brigada forestal se retira ante el avance del incendio de junio en L'Olleria (Valencia)
Año negro
Sociedad

Año negro

Imaginen un titular: 'Arden todo Aragón y la Comunidad Valenciana'. No es ciencia ficción, es la superficie forestal quemada desde 1975. Y tarda un siglo en revivir

Arturo Checa

Jueves, 6 de septiembre 2012, 14:56

Hace siglos había un dicho en España que enorgullecía a todos los oriundos: «Una ardilla podría recorrer el país de norte a sur sin pisar el suelo, saltando de árbol en árbol». Hoy, la ardilla va camino de tener que quedarse quieta a orillas del Cantábrico. Desde 1975, según los datos del Ministerio de Medio Ambiente, en el país han ardido 6,6 millones de hectáreas de superficie forestal, sin contar el reciente incendio en Málaga que ha sumado 8.225 hectáreas más. Si se compara con la extensión total de España, algo más de 50 millones de hectáreas, la cifra parece un vaso de agua en un inmenso océano virgen. Pero hagamos otro ejercicio de abstracción. Imaginen que mañana se encuentran en el periódico este titular: Arden por completo la Comunidad Valenciana y Aragón. A eso equivalen los 6,6 millones de hectáreas quemadas en estos 37 años. O lo que es lo mismo, casi una tercera parte de las 18 millones de hectáreas catalogadas como forestales en España reducidas a cenizas.

Y la puntilla ardiente ha llegado en 2012. El año del fuego. Jamás en la última década un año resultó tan funesto para nuestros bosques. El ministro Miguel Arias Cañete no se anduvo el 3 de septiembre con paños húmedos en rueda de prensa para definir lo vivido: «El peor año en cuanto a incendios forestales. Terrible. Habrá muchas dificultades para recuperar todo el patrimonio natural arrasado». Desde enero han sido pasto de las llamas 165.000 hectáreas. Como si ardiera algo más de la isla de Gran Canaria. Cuatro veces la superficie arrasada por el fuego en el mismo periodo del año pasado. Casi el doble de la media de hectáreas siniestradas en la última década. Y las comparaciones infernales podrían ser infinitas...

¿Por qué?¿Qué ha pasado este año para que el monte español se haya convertido en una gigantesca y descontrolada yesca? Los expertos señalan a la catastrófica combinación de tres elementos, tres Jinetes del Apocalipsis que han encendido la mecha del polvorín: la sequía más extrema en décadas (de octubre a junio llovió un 35% por debajo de la media de los últimos 35 años, según la Agencia Estatal de Meteorología), los recortes administrativos en la prevención de incendios (y lo que está por venir, como un ERE con casi 700 despidos en la empresa de Castilla-La Mancha encargada de la gestión ambiental; y Cuenca es la tercera provincia española con más extensión de arbolado) y una acumulación de biomasa en los bosques: vegetación y monte bajo. Lo que en el sector se llama combustible. En palabras llanas, como pasearse con un zippo abierto por una gasolinera.

Un pueblo en llamas

Claro que alguien tiene que abrir la puerta a los apocalípticos jinetes. Y aquí, la mano del hombre nunca falla... «El clima no genera incendios por sí solo. La mecha la enciende el ser humano con actitudes a veces negligentes y otras delictivas. Si a ello añadimos que, en épocas de crisis, las partidas de lucha contra el fuego sufren restricciones, tenemos el panorama más propicio para incendios como los de este año», explica Jorge Olcina, responsable del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.

El propio ministro Cañete destacó ayer que solo el 5% de los incendios tienen causas naturales. Muchos empiezan de noche, «cuando los medios aéreos no pueden actuar, y eso no es casualidad». Es la sombra de los pirómanos. Solo entre 2007 y 2010 han sido condenadas una media de 88 personas al año en España por estar detrás de incendios forestales. La pena puede llegar a los 20 años de prisión. Y Miguel Arias Cañete ya anunció ayer un endurecimiento. «Nuestro Código Penal es muy permisivo. Si se viera que una persona que intencionadamente ha quemado un monte entra en la cárcel, los pirómanos se lo pensarían dos veces antes de prender la mecha», apoya Olcina.

Que se lo digan a los algo más de 200 habitantes del pequeño pueblo de Vilopriu, en Gerona. Allí casi salen a un incendio por lugareño: en dos décadas han sufrido 194 incendios forestales. Todos con la sombra de haber sido intencionados y con supuestas disputas vecinales por las lindes de tierras como telón de fondo.

Aunque los estragos causados por los pirómanos este año han sido ciertamente menores. Basta cotejar los datos de los agentes del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de la Guardia Civil. El año pasado, de los 1.386 incendios esclarecidos por los investigadores, 667 fueron intencionados y 344 negligentes. En lo que va de 2012 ya han esclarecido 1.020 siniestros forestales. Ahora, los negligentes (457) doblan a los intencionados (284). Aunque eso no quita para que la mano del hombre siga siendo criminal para nuestra naturaleza. De enero a julio de este año, el Seprona ha detenido a 83 personas e imputado a 223 en España por estos siniestros: el doble que en el mismo periodo de 2011.

Ecologistas y expertos esgrimen la falta de limpieza de los montes españoles como el cáncer que incendia nuestra naturaleza. «Los cortafuegos están abandonados y no se limpia el monte con la periodicidad necesaria», lamentan desde la Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales.

Muchos recuerdan que hace décadas esta labor era tan sencilla como dejar pastar a las ovejas, el mejor cortafuegos natural. Pero los rebaños cada vez son menos. E incluso hay voces que niegan que esta limpieza sea incluso tal maná. «Para que no hubiera riesgo habría que tener el monte pelado. ¡No vamos a asfaltarlo! La limpieza de los montes es algo difícil de conseguir. Hace 50 años, el campo más que limpio estaba sobreexplotado. La gente pastoreaba, cortaba leña, sacaba carbón... Pensar en volver al pasado no sirve de mucho, y cubrir esa limpieza mediante subvenciones del Gobierno no es fácil, porque es carísimo...», explica Ramón Vallejo, subdirector del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) y responsable del departamento de Investigación Forestal.

Como quemar deuda...

Casi una tercera parte del botín que se ha cobrado el fuego este año en España cayó en los incendios que en julio dejaron un doloroso agujero negro en el interior de Valencia. 50.000 hectáreas arrasadas en Cortes de Pallás y Andilla. Según Medio Ambiente, la mitad de incendios se concentran en el noroeste (Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco). Pero la mitad de la superficie arbolada calcinada está en el Mediterráneo. ¿Hay pólvora en esos montes? Casi. «La vegetación del Mediterráneo es pirófila, favorece la propagación de los incendios, junto a veranos muy calurosos. En la fachada cantábrica, las condiciones climáticas de humedad lo dificultan», puntualiza el climatólogo Olcina.

Junto a la pérdida de lo que por sí es un tesoro natural, la desaparición de millones de hectáreas de bosque va mucho más allá del final de un escenario de comida campestre o estampa digna de postal. Un incendio supone una hecatombe económica para la zona. «Hablamos de pérdidas no tanto por la madera quemada, que eso es lo menos, sino por el impacto que el bosque quemado tiene en la atracción turística y de turismo rural», detalla Vallejo. Hagan cuentas: se calcula que las 50.000 hectáreas calcinadas en Valencia suponen unas pérdidas de 1.000 millones de euros (según los ingenieros de montes valencianos). Así que hemos quemado este año unos 3.000 millones de euros. ¿Comparamos? Es la misma cantidad que España intentó captar en la subasta de deuda pública del pasado 24 de julio...

Ylo que es más triste: harán falta hasta dos generaciones para que el panorama boscoso vuelva a ser el mismo... si es que ningún otro bárbaro vuelve a impedirlo. Desde el Colegio de Ingenieros de Montes de Valencia cifran en un siglo el tiempo de recuperación de un monte quemado. El subdirector del CEAM lo reduce a 30 años. A este paso igual no nos queda otra que rezar para que la ardilla que un día soñó con viajar de norte a sur, al menos tenga un árbol en el que quedarse quieta.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Año negro