
Valverde anula a Freire en el ridículo español en Varese
Italia consiguió la victoria en la meta con Ballan, y en la táctica con la exhibición estratégica de Bettini
J. GÓMEZ PEÑA
Lunes, 29 de septiembre 2008, 03:20
Los restos de la selección española hubo que recogerlos con una pala en la meta de Varese. «La hemos cagado», resumió Quim Rodríguez, sexto y mejor español. «Hemos hecho el ridículo», cargó Paco Antequera, el seleccionador. Sus voces apenas se oían bajo el trueno de la megafonía del hipódromo que hizo de meta. El altavoz cantaba los nombres de los dos ganadores. «¿Alessandro, Italia! Alessandro Ballan». La letra del nuevo campeón del mundo. Cuatro minutos después cruzó la pancarta el otro estribillo del día: «¿Paolo, Italia! Paolo Bettini». El nombre del ciclista que ayer se despedía, el que anuló sólo con su presencia a los dos que llegaron con él, a Valverde y Freire, enredados en sus intereses privados.
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Aunque no la ganó, Bettini mandó en su última carrera. Valverde y Freire acabaron vigilándose a sí mismos. Guerra civil en la selección. Partida. «El fallo ha sido que Valverde tenía que haber estado en el corte con Rebellin, Cunego y Ballan», cargó Freire. «Óscar estaba bien, pero yo también», replicó Valverde. Supieron de su error cuando Bettini, testigo feliz de ese cisma español, comenzó a saludar al público. Se dedicó un homenaje en la última vuelta del Mundial de Varese. Valverde y Freire quedaron para eso, de palmeros del italiano. El título iba ya por delante, al ritmo del trío italiano con el que no quiso estar Valverde: ganó Ballan, por delante de Cunego y el danés Breschel.
Desconcierto total en la selección española. Concierto en los pinganillos: «No se oía nada. Sólo música. Me he pasado las últimas vueltas escuchando ópera», dijo Quim Rodríguez. Ni órdenes de Antequera ni voces de sus líderes. Nada. Había interferencias. Cortocircuito. Samuel Sánchez renunció a coger al grupo de Ballan, Cunego, Rebellin y Rodríguez por esperar a Freire y Valverde. «Los he llamado por la emisora. Les he dicho que los esperaba y me he parado». Para nada. Parados iban Freire y Valverde, escoltas de un Bettini que mascaba su última victoria, la más sutil. Silenciosa y letal.
Decepción
Freire rumiaba su decepción. «Estaba para ganar. Esta vez no se me iba a escapar el Mundial...». Cada una de sus críticas tenía una diana: Valverde. Se sintió traicionado. Por una vez, la selección no lo fue. Cada uno a lo suyo. La vieja España. El tricampeón del mundo no pudo dejar atrás a Binda, Merckx y Van Steenbergen. Sabe que ya será muy difícil que pueda batirlos. Por edad (32 años) y por la dureza del próximo mundial (Mendrisio). Y se le revolvían las tripas: «En la reunión de la mañana le he dicho a Valverde que tenía que estar con Rebellin, Cunego y Ballan. Que si se fugaban esos, Bettini se iba a dar por satisfecho. En ese corte no tenía que haber estado yo, sino Valverde. Y se lo he vuelto a decir en carrera, pero...».
Pero por la emisora interna del equipo español sonaba ópera. «No se escuchaba nada. No sabía si arrancar o no», trataba de justificar Valverde. «No es excusa lo del pinganillo», replicó Antequera, que se pasó media vuelta final rogándoles a los dos que atacaran. Pero sus órdenes sonaban a ópera. No se oían. Sólo olían. «La hemos cagado», que dijo luego Quim Rodríguez, extraordinario ayer. Él y Gárate. España se sostuvo sobre ese dúo. Italia, al ritmo de Bruseghin, inició una ofensiva a ráfagas mediado el campeonato. Armas ligeras: Paolini, Tosatto... Después, artillería pesada: Cunego, Ballan y Rebellin. Y en medio, ataques de Bettini, que jugó con su último campeonato como con una videoconsola. España fue su juguete. 'Game over' para el grupo de Antequera.
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En la penúltima subida al repecho de Ronchi, Ballan, Cunego y Rebellin tomaron unos metros. Con Quim Rodríguez y el danés Sorensen. Cinco. Rodríguez, con voces de tenor y soprano en las orejas, no dejaba de girarse. Esperando a Samuel. Pero el asturiano también miraba atrás. Esperando a Valverde. Y el murciano también miraba. Esperando la reacción de Bettini. Y Freire maldecía esperando la réplica que no llegó de Valverde. 'Esperando a Godot', la obra maestra de Beckett, el teatro del absurdo. Eso. Antequera lo llamó «ridículo».
Ataque
A dos kilómetros de la llegada, Ballan arañó unos metros. Italia gritó. Es un público inigualable. Devoto. Ballan, ganador del Tour de Flandes, cae bien. Un italiano venciendo en Italia, como Adorni en 1968. Rodríguez, sexto, tenía una ópera 'buffa' taladrándole el cerebro. Y tortícolis de girarse para nada. La selección no apareció nunca. No estuvo ayer en Varese.
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