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Cernuda con los hermanos Carmona. Archivo de la Residencia de Estudiantes, Madrid
Los veranos de Luis Cernuda en Málaga

Los veranos de Luis Cernuda en Málaga

A la sombra de la historia ·

El escritor visitó en verano dos veces Málaga, ciudad de la que se enamoró y en la que se enamoró

Lunes, 29 de julio 2019, 00:35

La figura de Luis Cernuda está siendo revalorizada en los últimos años. La biografía y los estudios de Antonio Rivero Taravillo han puesto a este poeta de la generación del 27 en el lugar que se merece. De su detallada y amena biografía hemos entresacado valiosos datos para la elaboración del siguiente artículo.

Luis Cernuda llegó a Málaga el 4 de septiembre de 1928. Aquí vio por primera vez el mar. Su madre había fallecido dos meses antes, víctima del arañazo de un gato que se le había infectado. En Málaga Cernuda tenía dos amigos, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, editores de la revista Litoral, que el año anterior habían publicado el primer libro del poeta sevillano. Se tituló 'Perfil del aire' y dio muchos quebraderos de cabeza al hipersensible Cernuda.

Se hospedó en el Hotel Europa, en la Acera de la Marina. En Málaga conoció a José María Hinojosa, considerado el introductor del surrelismo en España. Este tenía un magnífico Chrysler descapotable que utilizaron Prados, Altolaguirre y Cernuda para hacer excursiones al pantano del Chorro, a Ronda y a Campillos, pueblo de Hinojosa. Hay que tener en cuenta la estrecha amistad que unía a estos poetas. Así, por ejemplo, Blanca Naguel, prima de Altolaguirre, había sido novia fugaz de Emilio Prados y, tras la ruptura con este, se acabó casando con Francisco Hinojosa, hermano de José María.

En Málaga Cernuda también conoció a José Bergamín, a Bernabé Fernández Canivell, hijo del creador de Ceregumil, y a Baltasar Peña, primo de Hinojosa. A Luis Cernuda pudo gustarle Baltasar, porque una mañana, cuando estaban en Campillos, apareció debajo de la almohada de este un ejemplar de 'Perfil del aire', lo que fue interpretado como una insinuación de Cernuda. Así se lo contó Baltasar Peña antes de morir al profesor malagueño Francisco Chica.

Sabemos que Luis Cernuda estuvo también en Torremolinos, donde conoció el idílico Hotel del Inglés y a su propietario, George Langworthy. Ambos le inspiraron su relato 'El indolente' (1929). El 16 de septiembre de 1928 Luis Cernuda se marchó a Madrid a la búsqueda de un futuro.

El segundo verano que estuvo Cernuda en Málaga fue el de 1933. En el mes de agosto se alojó en Villa Victoria, la casa que tenía el padre de su amigo Fernández Canivell en el Limonar Alto. Ese verano el poeta conoció a Gerardo Carmona, hijo de un oficial del ejército que había desaparecido en Marruecos en 1924 y de una cubana. Gerardo vivía también en el Limonar. Algunos años más joven que Cernuda, era «guapo, de ojos verdes, de pelo castaño y siempre con la piel tostada, pues empezaban a estar de moda los baños de sol». Tenía además cuerpo de deportista y era socio del Real Club Mediterráneo, donde participaba en regatas y practicaba el remo. Luis Cernuda y Gerardo Carmona se enamoraron. Parece que el flechazo fue mutuo, porque en una carta que le escribió Cernuda a su amigo José Luis Cano, en 1951, le asegura que solo fue tan feliz «aquellos días en Málaga, hace años, cuando Gerardo y yo nos enamoramos». No deberíamos dudar de afirmación tan rotunda del poeta.

Que Luis Cernuda fue muy feliz en Málaga es evidente. Antonio Rivero Taravillo nos cuenta, en su documentada biografía del poeta, que este tenía el proyecto de quedarse a vivir a Málaga e incorporarse al grupo de Prados, Altolaguirre, Fernández Canivell e Hinojosa. Estaba dispuesto a trabajar en 'Litoral', aunque fuera de mecánico en la imprenta, trabajo este último que no nos imaginamos en Cernuda, que iba siempre impecablemente vestido como un gentleman.

Cernuda tenía un carácter difícil y no debió de caerle muy bien al hermano de Gerardo. En efecto, Manuel Carmona recordaba: «Otro de los que vinieron, atraído por el aroma de esa Málaga surrealista, fue Luis Cernuda, el del bigotillo cursi, que se enamoró de Málaga y no quería marcharse a Madrid». Los hermanos Carmona llamaban a Cernuda «el teniente seductor».

El amor de Luis y Gerardo no fue más allá, aunque dejó momentos inolvidables, como la creación del maravilloso poema de Cernuda 'Los marineros son las alas del amor', que fue objeto de bromas cada vez que veían a un marinero o pescador atractivo...

Cernuda siempre guardó relación con Málaga. En 1957 su amigo Fernández Canivell publicó en la imprenta Dardo uno de los últimos libros de Cernuda, 'Poemas para un cuerpo', inspirados por el culturista mejicano Salvador Alighieri. Y no hay que olvidar que Luis Cernuda murió en Méjico en la casa de Concha Méndez Cuesta, la que fuera mujer de Manuel Altolaguirre.

Archivo de la Residencia de Estudiantes, Madrid

Cernuda evoca sus días malagueños

No nos resistimos a copiar un texto bastante desconocido en el que Luis Cernuda recuerda las jornadas inolvidables que pasó en Málaga. Pertenece a su libro de memorias 'Ocnos', escrito en prosa poética. En el capítulo titulado 'El estío' rememora así a Málaga:

Alado casi, como un dios, ibas al encuentro de la jornada. Todo un día de ocio te aguardaba: el mar en las primeras horas, de azul transparente aún frío tras la madrugada; la Alameda a medio día, pasada de luz su penumbra amiga; las callejas al atardecer, deambulando hasta sentarte en algún cafetín del puerto. Ocio maravilloso, gracias al cual pudiste vivir tu tiempo, el momento entonces presente, entero y sin remordimientos.

Unos jazmines o unos nardos, colocados luego sobre la almohada para orear la media noche, te traían el recuerdo de aquellos golfillos que por la calle los vendían, ensartadas las biznagas en pencas de chumbera, no menos delicado el cuerpo del vendedor, ni menos tersa su piel morena, que el pétalo de la flor veladora de tu sueño.

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